Memoria histórica

Pablo Alcántara: "El discurso de la Transición pacífica es totalmente falso"

El autor de 'La secreta de Franco' investiga sobre la función de la Brigada Política Social | "Hasta que no se cambie o se derogue la ley de Amnistía, los crímenes franquistas quedarán impunes"

Pablo Alcántara, autor del libro 'La secreta de Franco'.

Pablo Alcántara, autor del libro 'La secreta de Franco'. / LP/DLP

El historiador Pablo Alcántara (Avilés, 1992) ha sacado a la luz la infinidad de archivos habidos sobre la Brigada Político Social en el libro La secreta de Franco. Lo que empezó como un interés personal, auspiciado por sus profesores y círculo cercano, se convirtió en el principal motivo de sus investigaciones. Pero, ¿qué ocurre cuando las propias fuentes documentales impiden vislumbrar el secreto? La dificultad con la que ha enfrentado el proceso está reflejada en este texto donde apunta a la policía política del régimen dictatorial como un arma para vigilar y reprimir a la población a través de la tortura y la detención. Estará el martes 16, a las 19.00 horas, en la Biblioteca Dolores Campos-Herrero para hablar de este episodio aún por divulgar de la historia española.

Con dificultad, ha encontrado los archivos sobre la Brigada Político Social y ahora publica este libro en un tiempo en el que varios sectores piden que todo quede como está. ¿Cómo ha sido este proceso?

Queda mucho por investigar, aunque en los últimos años ha habido un importante avance en materia de Guerra Civil, etapa posfranquista y Transición. No obstante, este libro trata por primera vez la estructura general de la Brigada Político Social (BPS), aunque se ha tratado la importancia local en Cataluña o Euskadi en otros trabajos. La cuestión es que hay una dificultad en el acceso a las fuentes documentales porque en España tenemos dos leyes, la ley franquista de secretos oficiales de 1968 y la ley de Patrimonio Histórico, que protege mucha información policial o personal de gente que participó en la represión. En cuanto a lo que me comentas, hay una parte de la sociedad vinculada a la derecha o extrema derecha que dice que no hay que remover el pasado, pero es necesario que una sociedad democrática conozca lo que realmente ocurrió para poder avanzar. Todavía queda mucho por saber y por abrir a causa de esa misma dificultad del acceso a los archivos. 

¿Qué semejanzas y diferencias tenía con la Gestapo nazi?

La Gestapo —policía política nazi— tuvo mucho que ver en el propio nacimiento de la BPS. En la época de la dictadura de Primo de Rivera o la II República había policías políticas que trataban de reprimir al movimiento obrero, pero la Guerra Civil fue un antes y un después en el aparato franquista. Empieza a entrar la Falange y gente que había apoyado el golpe de estado con necesidad de formación represiva, como las técnicas de interrogatorio y de tortura. En ese momento, la Alemania nazi y la España franquista son aliados, aunque esta sea neutral en la Guerra Mundial, pero aparte del envío de la División Azul, hubo pactos policiales entre la BPS y la Gestapo para la detención de españoles que estaban en el otro país, que habían participado en las Brigadas Internacionales o con esa misma enseñanza de técnicas de interrogatorio y tortura. De hecho, Hitler viaja a España y se entrevista con autoridades policiales franquistas en el año 40 y ya en el año 41 se crea la Ley de Policía que engloba a la BPS. Así que tiene mucho que ver la una con la otra. 

Entiendo que la Brigada quería tener un papel discreto en el sistema para diferenciarse del Ejército.

Realmente fue uno de los principales baluartes de la represión del franquismo. Primero, la Falange jugó un papel principal en la represión de la posguerra. Luego, tanto la policía armada como la BPS, un cuerpo policial totalmente militarizado, toma el testigo a partir de los años 50 y 60 en las ciudades; fue fundamental en la represión a obreros, estudiantes, intelectuales, abogados, ya que vigilaba toda actividad de la oposición antifranquista en las universidades, en los centros de trabajo o en los despachos laboralistas de abogados, por lo que estaba muy alerta a la sociedad española del momento.  

También fueron clave para mantener lo que fue el orden durante la Transición, como señala en el texto.

Durante la Transición, la BPS cambió de nombre a la Brigada de Información, pero la mayoría de miembros estuvieron anteriormente en la BPS y mantuvieron sus puestos, incluso ascendieron y fueron colocados en la policía democrática como jefes de las brigadas antiterroristas o antigolpe. Por tanto, mantuvieron sus métodos de tortura durante esta etapa. Es más, hay un discurso de la transición pacífica en la que no hubo violencia que es totalmente falso: la violencia policial siguió siendo parte del día a día. Una de las razones es porque mantuvieron esas mismas actitudes. Hablando de Canarias, está el caso de José Matute Fernández, jefe de la BPS en Tenerife, que torturó a varios militantes antifranquistas, como a Manuel Trillo y, también, asesinó a Antonio González. Después, gracias a la ley de Amnistía quedó libre y totalmente impune.

¿Cómo descubrió este hecho y qué caracterizó a Canarias?

Interviú saco un artículo de la época. En aquellos momentos hubo muchos periódicos y revistas que sacaron informaciones con las que se atrevieron a denunciar las acciones de la BPS, a pesar de que se jugaran la prisión. Por ejemplo, el caso de Roberto Conesa en el que un policía en Madrid lo denunció y sufrió un consejo de guerra. A Canarias trasladaron al policía Claudio Ramos, que fue miembro de la BPS en Asturias, con el fin de aplacar los movimientos independentistas en el que estaba involucrado el MPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario) y otras acciones que luchaban por la democracia y las libertades. Muchas veces se habla de Madrid, Cataluña o País Vasco, pero se olvida que Canarias o Asturias también sufrieron el aparato represivo.

Cuando hablamos de la ley de Amnistía o la Querella de Argentina, hay una sensación agridulce en la sociedad española.

La Ley de Amnistía era una lucha histórica de la oposición antifranquista, aunque no olvidemos que la mayoría de los presos políticos salieron antes con indultos gracias a la movilización ciudadana durante la Transición. Pero, al final, lo que colaron en el artículo segundo fue la impunidad de los crímenes del franquismo. Todas las veces que se ha intentado en este país, con el juez Baltasar Garzón, con la querella argentina, salvar este obstáculo topa, al final, con el Tribunal Supremo y el Constitucional, que han usado la norma para amparar estos hechos. Es más, se habla de la superioridad del derecho internacional, pero los tribunales hacen prevalecer la amnistía, así que estos crímenes han prescrito para los jueces. Es decir, hasta que no se cambie o se derogue la ley, los crímenes franquistas quedarán impunes.

¿Qué habría de hacer a nivel nacional para que personas como Billy el Niño, figura por antonomasia del torturador que se salvó a través de este sistema de impunidad, no sucedan y la sociedad se transforme?

Podría ser un museo de la represión franquista, como sucede en Portugal, luego, que cambie la ley de Amnistía, también, con la ley de Memoria Democrática se ha empezado a introducir nuevos conceptos en la enseñanza dentro de las escuelas, y la apertura de los archivos sin ningún tipo de cortapisa. Con ello, se daría un gran paso adelante con la depuración del aparato franquista y saber la verdad de lo que fue la dictadura.

¿Cuál es su próximo proyecto?

Estoy embarcado en una investigación sobre la Dirección General de Seguridad, lo que se conocería como la Jefatura de Policía, y su edificio de la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol, en la que se transmiten a nivel nacional las campanadas de fin de año. Hay placas conmemorativas al 2 de mayo, a las víctimas del covid-19 y del 11-M, —que debe de haberlas—, pero no la hay de los miles de militantes antifranquistas que torturaron hasta el año 83.