8M Día de la Mujer

El poder de la artesanía y la magia en las manos de 13 mujeres de Santa Brígida

Santa Brígida reconoce la labor de 13 mujeres artesanas del municipio con motivo del Día de la Mujer

Todas ellas sienten un amor especial por este oficio

Las trece mujeres artesanas durante el acto de reconocimiento en Santa Brígida

Las trece mujeres artesanas durante el acto de reconocimiento en Santa Brígida / LP/DLP

Ellas no lo saben, pero con sus manos hacen magia. El vínculo que tienen con la artesanía es tan especial que no solo el trabajo manual las ha salvado a ellas, sino que todas estas mujeres han salvado, en cierto modo, a la artesanía en todas sus variedades. Desde el tapizado hasta la cerámica pasando por el ganchillo, el macramé, el calado o las almazuelas. Ellas han logrado que no se pierda este arte y a día de hoy lo ven como un refugio. Su refugio. Ayer, con motivo del Día de la Mujer, el municipio de Santa Brígida, lugar en el que todas ellas se han enamorado de la artesanía, quiso tener un detalle con ellas homenajeándolas por su oficio.

En el listado de la FEDAC figuran trece, pero eso no quiere decir que la villa tenga artesanas por todos los rincones, ofreciendo al pueblo su saber y su amor por lo que son capaces de crear con sus manos. Entre ellas, una infinidad de historias que van desde las que han nacido viendo a sus madres y abuelas coser, hasta las que se enamoraron de este arte siendo mayores, cuando descubrieron que a veces, evadirse significa coger una aguja y dejar a la mente volar libremente. Es el caso de Luz Marina León, que aunque estudió ingeniería, creció viendo a su madre hacer monerías con sus manos. Empezó como un hobby y para salir del estrés, y desde ese entonces ya han pasado 20 años. "Llegó un punto en el que decidí que quería darle una vuelta a mi vida, y desde entonces me dedico únicamente a esto", explica. Luz Marina vivió ese cambio de la ingeniería a la artesanía como algo "genial", pues tal y como describe, "odiaba a muerte" ese trabajo. "Llegué a la conclusión de que no hay mejor cosa que trabajar en algo que te gusta, porque lo haces con pasión, y esa fue una de las cuestiones por las que hice ese cambio en mi vida", relata.

Un giro de 360 grados

De las relaciones públicas al macramé gracias a un viaje por todo el mundo. Esa ha sido la hoja de ruta de Tania Marrero Díaz, que a pesar de sus estudios universitarios siempre estuvo interesada en la artesanía. "En un paro laboral en mi vida decidí hacer un curso de alfarería en el centro locero de La Atalaya, y después me fui a recorrer Latinoamérica", explica. Un viaje que le sirvió para conocer a muchos artesanos con diversas experiencias, para intercambiar puntos donde comprar material y por supuesto para ganarse un dinero que le permitiera seguir recorriendo América Latina. Ahí conoció a su pareja, que tal y como describe es "un máster de la artesanía y del macramé". Un giro radical en su vida que ahora la ha convertido en una mujer feliz y una experta en macramé en el municipio.

Virginia Moraira empezó su andadura haciendo jabones, pero los años la volvieron a situar con el ganchillo, volviendo al pasado que tanto disfrutaba con su madre. Con su tienda de jabones en marcha, en sus ratos libres hacía ganchillo para adornar su local, y a raíz de ello se ha pasado a esta modalidad de la artesanía. Actualmente, es monitora en un centro ocupacional, donde da talleres de artesanía y ve como evolucionan en sus creaciones. "Me siento muy orgullosa de ellos", dice de sus alumnos. Y de la pintura en seda hasta la estampación textil, tal y como ha hecho Montserrat Olivé desde hace 29 años, cuando no dudó en descubrir este arte. Su producto estrella, los mantones, aunque no solo ha dedicado su vida a la artesanía, sino también a la enfermería, salvando más vidas de las que ella misma cree.

La pérdida de un familiar

El motivo que hizo a Pilar Elena Pulido dedicarse a la artesanía va más allá, pues fue tras la pérdida de su marido cuando decidió hacer algo que mantuviera a su cabeza aislada de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Meses duros en los que la alfarería salvaron su vida. "Yo me vi en un estado depresivo y decaída, y yo que era profesora de educación física y una persona muy activa, decidí que tenía que hacer algo en esta faceta de tristeza que estaba atravesando", recuerda. Y fue en ese momento cuando encontró en el barro su refugio. Una aventura que le permitió conocer a grandes maestros y amigos, y que a día de hoy sigue manteniendo.

Un divorcio en el año 1985 hizo a Carmen Roda dedicar su vida a la decoración. Dando pasitos, llegó el punto en el que montó su propia tienda de telas con la ayuda de artesanos que la fueron ayudando en el camino y le hicieron entender el arte de tapizar. Consciente de la importancia del turismo en Gran Canaria, Carmen no dudó en enfocar su trabajo a esta modalidad, logrando trabajar "en más de 100 hoteles del sur, llevando la decoración textil". Sus inicios son curiosos, pues Carmen asegura que a pesar de que empezó estudiando arquitectura, llegó un punto en el que le fallaron todos los cimientos de su vida. "Cuando no funcionan los trabajos, ni tu marido ni las entradas en casa te vuelves hacia la historia y miras quiénes son los más ricos del mundo y cómo empezaron a sobrevivir". Y fue en ese momento cuando se le encendió la luz y empezó a seguir los pasos de los más sabios.

«Entre las 13 mujeres homenajeadas destaca una misma descripción: todas adoran su trabajo y todo lo que conlleva»

Nabila Rodríguez comenzó a practicar ganchillo cuando se quedó embarazada, pues el tiempo libre que tenía la hizo buscar alternativas para pasar el tiempo, y ya que estaba para hacer ropa a su bebé. Aprendió mediante videos de YouTube y ahora sigue con ese hobby a través de encargos de familiares y amigos mientras trabaja. Aunque no se dedica concretamente a la artesanía, su amor por las manualidades la han hecho seguir con su formación, y ahora ha ampliado su conocimiento hasta la cerámica. "Diariamente me rodeo de gente con mucho arte que no están plasmadas, como es el caso de los profesores. Hay cosas que no se reconocen, pero nos rodea por todos lados, y eso lo debemos tener siempre presente", asegura.

Zapatera por vocación y por amor desde pequeña. De este modo se podría describir a María Rodríguez, que creció viendo a su padre confeccionar zapatos. Tardes y tardes en el taller ayudándole con las herramientas y con los diseños hicieron a María entender que ella, de mayor, también quería seguir los pasos de su padre, quien a día de hoy es su referente. Una decisión que tomó a los 18 años y que su padre no apoyó, pues él mejor que nadie era consciente de la profesión tan complicada que su hija tenía por delante. Pero ella siguió los latidos de su corazón y de Santa Brígida voló hacia Alicante para hacer un ciclo formativo de diseño y producción de calzados, y aunque su idea era volver a Gran Canaria al finalizar, las vueltas de la vida la colocaron en Inditex, donde actualmente confecciona los zapatos de la gran multinacional.

Un momento del acto en el que 13 mujeres artesanas de la villa fueron homenajeadas

Un momento del acto en el que 13 mujeres artesanas de la villa fueron homenajeadas / LP/DLP

Fátima Inmaculada Rodríguez vivió desde pequeña el arte de confeccionar desde las manos de su abuela, y con los años decidió que ella quería seguir sus pasos. Una trayectoria que la ha llevado a Moda cálida y Moda calada, pues su especialización en ropa de baño la hicieron tocar el cielo. La Fátima de niña jamás imaginó que los años la llevarían hasta su modistería, siendo una figura muy importante en los diseños y la confección de vestuarios de la televisión y el espectáculo. Al igual que Fátima, María del Pino Santana también vivió desde pequeña el oficio de la costura, y desde los 14 años empezó a hacer sus primeros diseños con la máquina de coser de su madre. "Llegó un momento en el que me dijo que iba a contratar a alguien que me enseñara a coser y recuerdo que fue uno de los días más felices de mi vida", rememora. Maripino se vestía con su propia ropa y se hacía sus disfraces hasta el día de hoy, que cuenta con su taller y su grupo de alumnas. "Mi mayor experiencia ha sido mi primera feria en el parque de San Telmo, porque para mí fue increíble verme rodeada de tantos artesanos y tanta gente", explica. Su experiencia la ha hecho entender que con el tiempo, probablemente, se pierda la artesanía, pues los jóvenes no han encontrado interés en cosas más allá que en la bisutería y los cueros.

«Las historias de cada una de ellas invita a pensar sobre la importancia que han tenido en la artesanía»

El año 1989 fue el punto de partida de Elvira Santana, que después de crecer colaborando en casa mediante calados, decidió apuntarse en la Universidad Popular. Un aprendizaje que la hizo desplazarse hasta la feria de artesanía de Fuerteventura y luego a las ferias regionales. Con el tiempo empezó a dar cursos en los pueblos hasta aterrizar en Santa Brígida, donde actualmente se reúne con un grupo que denomina como familia. "Llevo 35 años en todo esto y si tengo que hacer un regalo lo compro a compañeros artesanos", asegura. Una pasión y una forma de vida que ahora no podría dejar.

Hilos y agujas

A María Jesús Torres siempre le gustó aprender, y una vecina que hacía ganchillo le enseñó este arte. "Me dio hilo y aguja y me puso a hacerlo y conforme iban pasando las horas fuimos avanzando. Ella me compraba hasta los hilos y así empecé hasta entonces", detalla. A María Jesús siempre le apasionó la artesanía, y a pesar de que tiene una profesión fuera de los hilos, asegura que siempre tiene en el bolso una aguja para poder hacer sus creaciones en cualquier momento y lugar. Una de sus mayores experiencias, sin ninguna duda, ha sido enseñar a todas aquellas personas que creían que no podrían hacerlo. "El ganchillo es para hombres y para mujeres, para niños y mayores porque para esto no hay género ni edad", finaliza.

Graciela Gutiérrez, por último, llega al oficio de la cerámica atraída por su deseo de investigar distintos materiales para su proyecto de joyería, que comenzó en el año 2018. Aunque en sus años de formación ya había tenido una aproximación a este material, no sería hasta este entonces cuando se adentrara en profundidad. Actualmente, tiene su propia marca y trabaja en la producción de su joyería y vajillas.

Trece mujeres, aunque en realidad son muchas más, que han puesto su granito de arena en mantener un oficio de antaño, enseñando a las nuevas generaciones y aprendiendo de sus mayores para hacer del papel de las mujeres algo más que un tesoro. Porque el reconocimiento fue el 8-M, pero realmente el día es siempre, y los reconocimientos, aunque están muy bien, también deberían ser más a menudo. Apto para todos los ámbitos, trabajos y especialidades.

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