Teatro

La joya oculta de Lorca

El Cicca acoge hoy, sábado, la aguda peripecia dramática de ‘Amor de don Perimplín con Belisa en su jardín’

Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins, durante un momento de la representación en el que emulan la performance ‘Rest energy’.

Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins, durante un momento de la representación en el que emulan la performance ‘Rest energy’. / LP/DLP

La representación del aleluya erótico de Federico García Lorca ‘Amor de don Perimplín con Belisa en su jardín’ llega hoy al Cicca. Otra obra maestra del genio andaluz muy pocas veces escenificada.

Quizás sea el texto más desconocido de Lorca, pero su calidad indiscutible, y la sarcástica pirueta dramática que supuso en su momento en la historia de la literatura española, la sitúa entre las grandes obras maestras del genio andaluz. Y para comprobarlo tan solo basta con acudir a la representación que la productora Seda ofrece hoy sábado, a las 20.00 horas, en el Cicca de Las Palmas de Gran Canaria. Es el montaje Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, que llega a la capital grancanaria tra su representación ayer en el teatro El Sauzal de Tenerife, y dentro de la programación del VII Festival Internacional Canarias Artes Escénicas (CAE) 2024.

Con dirección y dramaturgia de Triana Lorite y coreografía y movimiento escénico por parte de Zoe Sepúlveda, la obra versa sobre las turbulentas relaciones humanas entre los tres personajes que protagonizan la función: don Perlimplín, Marcolfa y Belisa, interpretados en escena por Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins, respectivamente. 

En ella, el protagonista, un hombre anciano que no conocía el amor, se enamora de la joven con la que, irónicamente, se había casado por la fuerza. Sin embargo, esta se enamora a su vez de otro misterioso personaje tras haberle sido infiel a su marido durante la noche de bodas con cinco hombres distintos, uno de cada continente.

Ante una trama más bien grotesca, la aguda peripecia literaria de Loca parte en el hecho de que el personaje de Don Perlimplín se basa en los aleluyas que deambulaban por las calles de España en los siglos XIX y XX. Eran historietas dibujadas a modo de toscos grabados y pareados grotescos de versos octosílabos de carácter vulgar. Y en ellos el protagonista era un personaje ridículo cuya vida y muerte era el regocijo de los más pequeños. Sin embargo, en Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, Lorca hace de este personaje un héroe estilizado y trágico. Logra inmortalizar al protagonista de esta farsa metiéndolo en un mundo de magia poética que implicaba la sublimación del milagro de una poesía repleta de símbolos. Todo envuelto además en unas estructuras determinantes para una puesta en escena de extenso regusto sagrado, en un ritual de oscuro culto al amor y a la muerte. 

Lorca retiene de este modo el trasfondo de esos aleluyas para escribir una farsa, a la que él llamará Aleluya erótico, donde su protagonista es vencido por el amor, con un ritual de sacrificio. La propia Triana Lorite llena la escenografía de símbolos. El primero y más llamativo es una extraña similitud que la directora encontró con la conocida performance de Marina Abramovic, Rest energy, de 1980, que representa un momento de tensión entre dos personajes y un arco, una dicotomía doble donde el espectador manifiesta entre la fascinación y el horror, entre la tensión de la distancia y la proximidad que toda relación humana necesita y busca. Lorite dibuja el espacio escénico con días rojos y naranjas, y con noches de azul lapizlázuli. Por otro lado, con olor a nardos e incienso, el jardín se convierte en un paso de Semana Santa oscuro cubierto por lavandas y focos de luz tan típicas de esa Andalucía que conoce tan bien.

Monigotes

Para Lorca esta función era en realidad un teatro de monigotes humanos que empieza en burla y acaba en tragedia. El poeta empieza a escribirla en 1922 y la considera acabada en 1926. Su estreno estaba previsto para el día 6 de febrero de 1929 por la compañía de teatro El Caracol, pero en ese periodo, durante la dictadura de Primo de Rivera, los ensayos y el estreno fue paralizado por la policía y la obra fue archivada en la sección de pornografía de la dirección general de seguridad. Finalmente, se estrena el 5 de abril de 1933 en el Teatro Español bajo la dirección del propio Lorca.

Con este título concluye la programación del CAE en lo que respecta a Gran Canaria, pero continúa en Tenerife con otros dos montajes más. Es la cuarto obra que, desde el 1 de marzo hasta hoy, ha pasado por el Cicca. Cuatro títulos imprescindibles que, desgraciadamente, no han tenido la respuesta merecida por parte del público grancanario. El primero trajo a Charo López recitando poemas de precisamente Loca en Verso a verso. El segundo se trataba de un proyecto de Ay Teatro sobre cinco obras maestras de Moliere. Y el tercero fue el magnífico Roca negra de la semana pasada.