Una parcela en el imaginario de Las Palmas

Luis Socorro mantiene hasta el final de ‘El crimen de Melania’ la tensión gracias a la escritura informativa de su larga experiencia periodística

Una parcela en el imaginario de Las Palmas

Una parcela en el imaginario de Las Palmas / Mariano de santa ana

Uno de mis objetos de investigación preferentes es el imaginario de Las Palmas, esto es, las imágenes de esta ciudad que destilan análisis, acción o creación. En este sentido considero que la aparición de unas décadas a esta parte de literatura de género negro cuya trama discurre en la misma, la que firman autores como Carlos Álvarez, el pionero, los desaparecidos Antonio Lozano y Alexis Ravelo, o José Luis Correa, es un fenómeno digno de atención, una manifestación que, en su momento, tras leerlos con detenimiento, tuve el privilegio de debatir públicamente con aquellos. No soy experto en literatura de género negro, no lo soy siquiera en literatura, pero no creo que diga una insensatez si afirmo que, clásicamente, desde Dashiell Hammett y Raymond Chandler, las tramas de esta tendencia narrativa discurren en ciudades con cierta densidad. Las Palmas no tuvo esta densidad hasta la explosión desarrollista de los años sesenta y entiendo que, por esto, entre otras potenciales causas, antes tampoco se dio aquí literatura con los atributos propios del género negro. Creo pues que esta fue una condición propicia para que, décadas más tarde, apareciesen obras como las de los autores referidos y que también lo ha sido para que Luis Socorro pudiese construir su novela El crimen de Melania, una nueva parcela edificada en el imaginario de Las Palmas. La editorial Mercurio anuncia la segunda edición de El crimen de Melania, el estreno literario de Socorro, quien presentará esta nueva entrega en la Feria del Libro de Telde, el sábado 20 de abril; en la Casa de la Cultura de Arrecife de Lanzarote, el miércoles 24 de abril, y en la Feria del Libro de Santa Lucía de Tirajana (Vecindario) el jueves 2 de mayo.

Socorro es periodista, ha desempeñado cargos en una cadena televisiva nacional en la que antes fue reportero. Y, antes aún, ejerció esta faceta profesional en distintos medios escritos. Si el influjo de la televisión es habitual en los escritores contemporáneos, pocos habrá que no sean también televidentes, en el caso de Socorro este determinante puede ser más acendrado, justamente porque ha pasado buena parte de su vida laboral en los engranajes de la Máquina de Visión. No obstante, por aquello de que yo también he sido reportero de periódico, de este periódico, no puedo evitar poner el énfasis en la conexión entre la escritura literaria de El crimen de Melania y la documentación escrupulosa, el talento para enganchar al lector desde el comienzo, la habilidad para articular voces, tiempos y situaciones diversos y el mantenimiento hasta el final de la tensión en la escritura informativa que Luis Socorro nos dispensó tiempo ha con sus reportajes en LA PROVINCIA.

Esta observación es pertinente, además, porque el punto de partida de esta novela es un hecho que estremeció hace años a los habitantes de Las Palmas, y de toda España, justamente a través de los reportajes y demás piezas informativas que ofrecieron entonces los medios de comunicación: el asesinato y descuartizamiento en la ciudad de una prostituta toxicómana, cuyos restos aparecieron en un recipiente para almacenar basura, lo que dio pie a que aquella fechoría fuese conocida como El crimen del contenedor. Si Socorro se hubiese ceñido estrictamente al suceso, más que negra, habría que etiquetar a la suya como novela de no ficción (tal que A sangre fría, de Truman Capote), pero su obra también está confeccionada con hilos fabulados que cosen hasta Mauritania, lo que la sustrae del ámbito del reportaje (aunque, para decirlo todo, sé, como sabe Socorro, de «colegas» que han cocinado «reportajes» con ingredientes fantasiosos).

Y, bien, si lo que quieren es saberlo, pues sí, al final de la novela la policía atrapa a los asesinos, como ocurrió en la historia en la que se inspira libremente, solo que aquellos no han sido fuentes de inspiración para que nuestro autor echase a andar a sus malvados. Pero si el meollo del libro se redujera a esto, quiero decir, de policías que investigan un crimen, lo esclarecen y detienen a sus autores, entonces a esta novela habría que referirla solo como novela policiaca. Lo que además la hace negra es su uso de esta estructura elemental para adentrarse en zonas oscuras de la sociedad, sí, pero también en las de la mente, que, como señalaba recientemente Leonardo Padura, es lo que hace verdaderamente negras a las novelas negras.

No voy a resumir la trama de El crimen de Melania, pues ni esta es una reseña comercial y, ni mucho menos, pretendo que el lector perezoso considere que leyendo lo que escribo sobre la novela de Socorro ya no necesita leerla. Como he dicho, no soy experto en literatura y por tanto no puedo hacer una crítica literaria de la misma. Pero si puedo usar el privilegio que me brinda esta tribuna pública para decir, simplemente, que a mí me ha gustado mucho, que, amén de entretenerme, me ha hecho pensar, y que, por supuesto, ya tiene asiento entre los libros de ficción y no ficción, las revistas, las guías turísticas, los catálogos y los folletos en las estanterías de mi biblioteca dedicadas a Las Palmas. Por lo demás, si alguien algún día, por inverosímil que pueda parecer, lee esta reseña cuando Luis Socorro y yo hayamos abandonado el mundo (y con él nos hallamos evaporado de Las Palmas), que sepa que puede decir de nosotros sin faltar a la verdad lo que dice el verso reproducido en El crimen de Melania de ese estupendo poeta que es Federico J. Silva: «Eran amigos públicamente».

Luis Socorro presenta la segunda edición de su novela ‘El crimen de Melania’ en las ferias del Libro de Telde (20 de abril ) y Santa Lucía de Tirajana (2 de mayo) y en la Casa de la Cultura de Arrecife (24 de abril).