Vivienda | La burbuja del alquiler

Más de 800 euros por un minipiso: el recibo mensual en las zonas más turísticas de Canarias

La reducida oferta de alquileres de larga estancia en las islas y localidades de más turismo lleva los precios hasta niveles insoportables para el canario medio

Los turistas disfrutan del sol y el buen tiempo en la playa de Morro Jable, al sur de Fuerteventura.

Los turistas disfrutan del sol y el buen tiempo en la playa de Morro Jable, al sur de Fuerteventura. / Efe

Si es usted funcionario o jubilado, se encuentra entre los potenciales inquilinos de un «magnífico» apartamento tipo loft en la localidad turística de Corralejo, en Fuerteventura. Eso sí, si es empleado público, deberá acreditar a qué se dedica –médico, profesor, informático...– y qué contrato tiene con la Administración. Hace falta, en definitiva, «solvencia demostrable». En caso de cumplir esos requisitos –y siempre que no sea usted fumador ni tenga mascotas, que son otras dos condiciones sine qua non para tener alguna posibilidad de disfrutar del loft–, ya entrará en la criba final de potenciales arrendatarios. Luego el propietario hará «una selección con todos los interesados», y si tiene la suerte de resultar elegido, por 800 euros al mes residirá en este apartamento de… 30 metros cuadrados. Bueno, en realidad 800 euros más agua, luz y comunidad, que no están incluidas en el precio, y previo pago de una fianza de dos meses, es decir, de 1.600 euros. Con todo ello ya sí que será usted inquilino de ese minipiso –su tamaño se asemeja más al de una habitación que al de un piso propiamente dicho– en la costera Corralejo. El metro cuadrado le saldrá así por 26,7 euros mensuales –sin contar los gastos extras–. Para hacerse una idea de hasta qué punto es caro o barato basta con recordar que el alquiler medio en la provincia de Las Palmas está ligeramente por encima de los 13 euros por metro cuadrado, así que el loft cuesta el doble. Con todo, lo que en verdad evidencia la carestía de la vivienda en las dos islas más orientales y turísticas de la región, Fuerteventura y Lanzarote –amén de en los sures de Tenerife y Gran Canaria–, es que los 13,3 euros por metro cuadrado a los que llegó el alquiler medio el pasado noviembre –en diciembre se quedó en 13,2 euros– son el máximo histórico. Así que el precio del minipiso en cuestión duplica el precio medio más alto de la historia en esa provincia.

El ejemplo anterior, sacado de la oferta publicada en Idealista, el portal inmobiliario de referencia en España, no es un caso aislado. Ni muchísimo menos. Los precios desorbitados no son la excepción, sino la norma. En Playa de las Américas, en la también turística Arona, por 1.250 euros al mes se ofertaba este viernes un pequeño apartamento de 55 metros. El alquiler sale así a 22,7 euros por metro cuadrado, casi el doble del precio medio más alto registrado hasta la fecha en la provincia de Santa Cruz de Tenerife: los 12,5 euros de octubre pasado. Y aún más sangrante es el ejemplo del piso ubicado en Puerto Rico, localidad turística por excelencia de Mogán, que con solo 45 metros cuadrados se alquila por la friolera de mil euros al mes. Mil euros más gastos en agua y luz, que tampoco están incluidos. Es el precio a pagar por un alquiler convencional o de larga temporada en una localidad donde sobran viviendas vacacionales pero faltan viviendas para residir.

Cuádruple burbuja

España atraviesa una burbuja del alquiler que se agrava en Canarias, que se agrava a su vez en las islas más turísticas y que, dentro de estas, se agrava aún más en los municipios y localidades que concentran el grueso de los viajeros. Un problema inmobiliario convertido desde hace tiempo en un auténtico problema social. Alquilar una casa donde residir en el Archipiélago, en cualquier punto del Archipiélago, cuesta una media de 12,8 euros por metro cuadrado, según los datos de Idealista, que a falta de estadísticas oficiales más y mejor depuradas se mantiene como la referencia para calibrar los precios en las distintas Comunidades Autónomas, provincias y municipios. A finales de 2007, el año que marca el antes y el después de la burbuja inmobiliaria, el alquiler medio estaba en las Islas en 9,7 euros por metro cuadrado, con lo que se ha disparado desde entonces un 32%. Pero la escalada de los precios no ha sido progresiva, sino súbita. Fue en diciembre de 2018, once años después, cuando el coste medio de arrendar una vivienda en la región volvió a aquellos 9,7 euros por metro cuadrado. Un lustro más tarde está en máximos históricos.

El gran problema no es el turismo en sí, sino la nula oferta pública y el auge del alquiler vacacional

Si se acerca un poco más la lupa sobre la estadística de precios se ve que el alquiler medio en la provincia de Las Palmas, los susodichos 13,2 euros por cada metro de superficie habitable, supera en un euro la cuantía media en la demarcación de Santa Cruz de Tenerife –12,2 euros–. Una diferencia en la que subyace el turismo. Mientras que en la provincia occidental solo una de las cuatro islas que la integran es eminentemente turística –Tenerife, que es la que más visitantes recibe y la que más aporta al PIB sectorial de todo el Archipiélago–, todas las islas de la demarcación de Las Palmas, incluida La Graciosa, tienen el cartel de turísticas. El peso del factor turismo en el coste de los alquileres queda de manifiesto al comprobar cómo el precio medio en Lanzarote y Fuerteventura, las dos islas donde la primera industria regional más aporta a su economía, oscila entre los 16,6 euros de la Maxorata y los 18 euros de Lanzarote. Un 30 y hasta un 40,6% por encima, respectivamente, de la media de la Comunidad Autónoma. Y ya si se baja hasta los municipios que concentran el negocio turístico, como La Oliva en Fuerteventura, Tías en Lanzarote, Adeje en Tenerife o Mogán en Gran Canaria, entonces el alquiler medio se va hasta los 22,8 euros de La Oliva, los 24,3 de Tías, los 23,1 de Adeje o los 21,5 de Mogán.

Un recibo disparatado

No obstante, hace falta trasladar el coste por metro cuadrado al recibo mensual para reparar en la verdadera dimensión del problema. Porque alquilar en el Archipiélago una vivienda convencional de 75 metros cuadrados –una vivienda más bien pequeña– cuesta una media de 960 euros mensuales, un recibo que en la provincia de Las Palmas se dispararía hasta los 990 euros, que en Fuerteventura se iría hasta los 1.245 y que en Lanzarote alcanzaría la friolera de 1.350 euros. Y más aún si la casa o el piso están, claro, en las localidades más eminentemente turísticas. Así que si se tiene en cuenta que el sueldo medio en Canarias es de 1.568 euros al mes –según los últimos datos de Adecco, la multinacional especializada en recursos humanos–, resulta evidente que los alquileres son casi inasumibles para el isleño tipo y directamente insoportables en las islas y municipios más turísticos. No extrañan así los casos de profesores que han renunciado a su plaza en colegios o institutos de Lanzarote o Fuerteventura por no encontrar un alquiler que poder pagar sin tener que vivir del aire el resto del mes. Ahora bien, ¿es el turismo el problema? Lo cierto es que no.

Profesores han renunciado a su plaza en núcleos turísticos de Lanzarote y Fuerteventura al no poder pagar un alquiler

El problema de fondo, el gran problema, es la bajísima oferta de alquileres ordinarios o de larga estancia, una anomalía del mercado inmobiliario isleño de la que son responsables la nula promoción pública de viviendas y el auge del alquiler turístico, que no el turismo. El pingüe negocio de la vivienda vacacional llevó a muchos propietarios a sacar sus pisos y casas del mercado del alquiler de larga estancia para ponerlos en el del alquiler turístico, un trasvase que, claro, ha sido más intenso en las localidades y zonas más vinculadas a la primera industria. No en vano, a los caseros les resulta más rentable arrendar su propiedad por unos días o semanas a los turistas –un tipo de cliente inagotable en el que es mucho más fácil encontrar a quienes estén dispuestos a sobrepagar el alquiler– que a los residentes. Y, además, los caseros que aún venden sus propiedades en la modalidad de larga estancia han subido los precios conforme ha caído la oferta. Es un principio básico del mercado: si disminuye la oferta y se mantiene la demanda –y en Canarias no es que se mantenga, es que incluso ha aumentado por el incremento de la población–, los precios suben. Si a este cóctel se le añade el hecho de que la promoción pública de vivienda ha sido en las Islas irrisoria, resulta así que la actual carestía de casas –agravada allí donde más peso tienen el turismo y por ende la vivienda vacacional– aparece como un escenario lógico.

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