¿Por qué hay fresas en invierno?

El cambio climático y la globalización acaban con las temporadas de frutas y verduras

La conservación y las importaciones permiten tener oferta todo el año 

Fresas en el puesto de Francisco Florido Sosa, en el mercado Municipal de Telde.

Fresas en el puesto de Francisco Florido Sosa, en el mercado Municipal de Telde. / ANDRES CRUZ

Antes el invierno olía a naranjas y el verano a melón, pero el cambio climático y la globalización han roto los esquemas del sector primario y han tirado por tierra las temporadas de producción en el campo canario. Ya no hay que esperar a que pase el invierno para poder comer fresas de Valsequillo (Gran Canaria). La producción en las fincas no para en todo el año, aunque los agricultores reconocen que el sabor y la resistencia de los frutos no es la misma. «Las fresas de agosto a diciembre no son buenas de comer y tampoco tienen buen aguante», reconoce Juan Miguel Gil, copropietario de Finca La Palma donde se producen al año 200.000 kilos de fresas.

El clima templado en las Islas siempre ha permitido, según los agricultores, contar con temporadas más largas respecto a la Península, pero ahora la tendencia que se ha implantado desde hace años es que el consumidor puede acceder a una oferta completa los 365 días del año. ¿Cómo? Gracias a las importaciones, la conservación en almacenes, el cultivo de variedades que se adaptan a distintas temperaturas y el uso de invernaderos. A la ecuación hay que sumar que el cambio climático ha provocado la desaparición de las estaciones y el calor se ha convertido en una constante durante todo el año. «Las plantas son como las personas, antes separábamos la ropa de invierno y verano y ahora usamos la misma todo el año», explica el secretario técnico de COAG Canarias, Manuel Redondo, quien asegura que el calendario como lo entendíamos antes «se ha ido al traste».

Diferentes alturas

Las producciones de hortalizas en Canarias están disponibles prácticamente durante todo el año. Lechugas, acelgas, apios, calabacines, calabazas, son solo algunos de los ejemplos cuya producción local permite tener cultivos todos los meses. En el Archipiélago, además, las diferentes alturas permiten la plantación de variedades distintas, lo que aumenta la oferta de un mismo producto.

A algunos agricultores isleños no les queda otro remedio que buscar la manera de producir todo el año para poder sostener sus negocios. Es el caso de Lina Martel, responsable de la finca Fresas Valsequillo. «Plantamos fresas todo el año porque nosotros necesitamos sostenernos. Esto es un minifundio y para mantener los sueldos de todos los que dependemos de la empresa tenemos que producir todo el año», explica. Aunque las fresas fuera de temporada son, según la productora, un poco más pequeñas y menos dulces.

Para adaptar las producciones al clima los agricultores han ido buscando sus técnicas. «Habilitamos espacios para que en verano podamos seguir plantando fresas, les damos un poco de altura y utilizamos cal para evitar las horas de sol», explica Martel.

La producción en invernaderos también es un mecanismo que permite a los agricultores adaptar las condiciones climatológicas de los cultivos, aunque hasta un punto. «Te dan la posibilidad de jugar con algunos elementos, pero reducir quince grados la temperatura no es factible por el coste energético que supondría eso para los productores», explica Redondo, quien asegura que muchos agricultores en las Islas recurren a otras técnicas como el uso de cortavientos.

La globalización es un término clave para entender la «extinción» de las temporadas en el sector agrícola. Se ha generalizado y extendido el consumo de todas las frutas y verduras a lo largo de los 365 días del año gracias a la importación. «Cuando no se dan los productos aquí por la temperatura se traen de otros lugares donde los cultivos sí florecen», apunta Redondo. Comer melón en invierno es posible, pero viene de lejos. El transporte y las cámaras de conservación frigoríficas acaban con la dependencia de la temporada. Aunque la compra del exterior también se practica cuando existe producción local, lo que hunde los precios de las frutas y verduras canarias.

Un año en cámara

«Hay cítricos que te aguantan un año completo en cámaras de conservación y las papas se pueden mantener entre tres y cuatro meses», explica el secretario general de COAG. Eso sí, advierte de que el sabor puede verse afectado. «Cuando decimos que es mejor consumir producto de kilómetro cero también es porque mantiene todo su sabor», añade. Según explica Redondo la estancia en las cámaras de refrigeración también reduce el gusto de los alimentos.

Consumir productos fuera de temporada, además del sabor, también tiene otra consecuencia para los consumidores. El precio. Si la producción es escasa, el coste en el mercado se infla. Se ve claramente con los aguacates que llegan a superar los diez euros el kilo en los meses que menos producción hay en las Islas. Además, este producto está protegido por la orden de 12 de marzo de 1987 por la que se establecen para las Islas las normas fitosanitarias relativas a la importación, exportación y tránsito de vegetales y productos vegetales. Esta norma pretende evitar la entrada de plagas, por lo que impide la importación de determinados frutos y plantas. Es el caso de los plátanos, aguacates, mangos, papayas y piñas tropicales. Lo que significa que todo el aguacate que se consume en el Archipiélago es cultivado en las Islas y los precios solo dependerán de la oferta de producción local.

El cambio climático no solo ha alterado las temporadas. Muchos cultivos han sufrido una maduración temprana por el calor, aumentando producciones que el mercado es incapaz de asumir. La sequía también se nota en el sector y el calor ha provocado un incremento de las plagas que proliferan más fácilmente con el aumento de temperaturas. Los cambios son constantes y al sector no le queda otra que adaptarse si quiere sobrevivir.