Los vecinos de El Pajar anuncian movilizaciones ante la sede el Gobierno canario para mostrar su rechazo a que este pueblo de San Bartolomé de Tirajana, que ha crecido en torno la bahía de Santa Águeda, sea objeto de la especulación urbanística para facilitar el desarrollo de más parcelas turísticas. En una asamblea celebrada ayer tarde en el patio del centro sociocultural, Mariano Trujillo, presidente de la Asociación Salvar la Bahía de Santa Águeda, explicó a los asistentes como en la revisión que está haciendo el Cabildo grancanario del Plan Insular de Ordenación de Gran Canaria (PIO) de 2004, que «se lleva de forma sigilosa», se van a recalificar muchas parcelas de alto valor agrario, dedicadas a plantaciones de plataneras, para darle un futuro uso turístico. «Vamos a salir a la calle y manifestarnos ante el Gobierno canario y donde haga falta, porque no nos podemos quedar quietos», dijo Trujillo alentando a los asistentes que llenaban este loca de la necesidad de participar en las protestas.

La decisión del Gobierno canario compatibilizar en el muelle de Santa Águeda el uso industrial  con la actividad turística dando un plazo a la cementera de Cementos Especiales de las Islas (Ceisa) de unos seis años para que se traslade a Arinaga ha reactivado la lucha de esta plataforma vecinal, que presentó ya a más 20.000 firmas en protesta por la transformación turística del enclave. Desde que se constituyó el pasado verano han advertido que van a luchar porque «no estamos dispuestos a renunciar a nuestro estilo de vida, y por eso vamos a tocar las puertas que sean necesarias para hacerles entender que El Pajar no se vende». En este sentido, Trujillo aseguró ayer que se habían sentido engañados por el consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis, porque nos dijo que «no nos preocupáramos que para atender las demandas vecinales estaban los políticos, y al final, nos dio vaselina a todos». 

En Santa Águeda se han construido dos complejos de viviendas vacacionales, propiedad del grupo Cordial, sobre una parcela suelo urbano residencial y este grupo tiene pendientes de desarrollar otras dos, y hay una tercera más que es propiedad de la familia del Conde de la Vega Grande. Hasta la implantación de estos negocios turísticos, la vida de este pago ha girado en torno a la cementera que es la que auspicia el desarrollo del puerto y la construcción de las viviendas para los trabajadores, que acceden así a otra forma de ganarse la vida más allá de la agricultura y la pesca. 

Precisamente, señaló el líder vecinal que todo lo que se ha montado sobre el traslado de la cementera de Ceisa es «una cortina de humo» para esconder todo “un pelotazo urbanístico” y poder llevar a cambio el desarrollo de una urbanización turística en las tierras del barranco de Arguineguín, en el límite entre San Bartolomé y Mogán. «No vamos a permitir que pase lo mismo que ocurrió en Pasito Blanco que para pasar a la playa te preguntan que si tienes yate, y si no te dicen que vayas por otro lado andando», advirtió Trujillo.

El sentir de los vecinos de este pueblo, y así lo exponían antes de la asamblea entre corrillos, es que permanezca todo como hasta ahora, lo que incluye la permanencia de la actividad de la cementera. «No estamos dispuestos a perder la playa, a dejar de poder disfrutarla como ahora, porque no sólo los turistas tienen derecho, remarcó Trujillo.

Además, los vecinos defienden la continuidad de la actividad de la cementera porque entre otras cosas da empleo a muchas familias. «Tenemos que tener en cuenta que en la pandemia los que trabajan en los hoteles tuvieron que sufrir un Erte y sin embargo, Ceisa no paró a nadie y ha contratado personal fijo», argumentaban los vecinos. A este respecto, el presidente de la plataforma vecinal puntualizaba que no son solo los empleados de la fábrica porque hay que sumar puestos de trabajo que genera en limpieza, transporte, y todos los empleos que indirectamente giran en torno a esta industria. 

«Los especuladores del turismo no nos van a echar fuera de nuestro pueblo como ha sucedido en muchos núcleos del sur de Gran Canaria, y por eso es por lo que vamos a plantarnos donde haga falta», concluyó Trujillo.