Jinámar se vuelca para mantener su fiesta de la Concepción y la Caña Dulce

Cientos de personas llegadas desde toda la isla mantienen viva una de las tradiciones más antiguas de Canarias, que se remota a 500 años de historia

Feria de ganado y procesión en Jinámar

Andrés Cruz

«Todos los años vengo, escucho la misa y me pongo en la puerta para ver salir a la virgen». Si algo tiene claro Ana Rosa del Pino es que no se pierde una fiesta de la Concepción y la Caña Dulce de Jinámar, y eso que ni siquiera es del barrio, sino de Las Palmas de Gran Canaria, pero eso no le impide estar cada año a los pies de su virgen. «Siempre me hago una foto con todas las vírgenes que voy a ver, desde que sale por la puerta de la iglesia», dijo ayer, con los nervios de una primera vez y expectante para que su nieta pudiera tomarle esa instantánea junto a la Inmaculada Concepción, «este año ya llevo cuatro o cinco fotografías, porque he ido a las fiestas de todos los pueblos». 

Casi tres años del inicio de la pandemia, que redujo la afluencia de personas a las fiestas populares, la cita de Jinámar ya nota cómo cada año se va recuperando la tan ansiada normalidad, aunque bien es cierto que algunos todavía perciben menor asistencia que en ediciones anteriores. Otros incluso piensan que se debe a que esta tradición se va perdiendo con las nuevas generaciones. 

Pero no es el caso de Inmaculada Hernández, quien lleva su nombre en honor a la virgen y que también heredó de su abuela y su madre. «Soy de Telde, pero eso no impide que siga con las tradiciones que a mi me han enseñado. Mi hijo tiene ocho años y lo traigo para que también lo viva», aseguró a las puertas de la iglesia, donde esperaba la salida de una de las protagonistas de la mañana. 

Entre la multitud asistente a esta fiesta había personas de todos los perfiles: desde los que viven en el barrio y son habituales en la fiesta hasta los que aunque viven en distintos puntos de la isla no pierden la costumbre e incluso los que se estrenan por primera vez en esta celebración. Entre estos últimos estaban Isabel, Cristian y su perro de tres meses, que durante la mañana de ayer dio su primer paseo por la feria de ganado que también se celebró en el marco de las fiestas de Nuestra Señora de la Concepción. «Somos de Telde y venimos a la feria únicamente. Es nuestra primera vez aquí y la vemos súper bien. Tienen a los animales en una buena zona, no en cemento como lo hemos visto en otras ferias», comentaron momentos después de visitar a los animales. 

Por contra, Imanol Vieira sí es un habitual en estas fiestas. Aunque es de Jinámar de nacimiento, ahora vive el Telde, una situación que, consideró, no es excusa para no asistir cada 8 de diciembre al barrio que le vio nacer y, por supuesto, crecer. Desde que tiene uso de razón acude acompañado de su familia a esta festividad, y tras muchos años de experiencia aseguró que el flujo de gente ha disminuido en comparación con otras ediciones, cuando la multitud se hacía notar en cada rincón. De su vivencia de este año destacó el concierto que se celebró durante la noche del miércoles en homenaje a Elvis Presley y la humanidad que demostró la actriz Yanely Hernández cuando bajó del escenario al ver que los espectadores estaban bajo la lluvia. «Dijo que si el espectador se estaba mojando, los artistas que estaban actuando también se iban a mojar. La gente bailó bajo la lluvia y no importó el tiempo», recordó Imanol a la vez que echó un vistazo a su alrededor y notó la evolución de las fiestas. «Todos los años venía y ahora veo mucha menos gente. Apenas hay atracciones para los niños y se ha hecho todo rápido», sostiene. 

Costumbres

A pesar de que los más habituales en estas fiestas tienen claro que el número de personas ha descendido en relación con años anteriores, no faltaron quienes siguieron la tradición del bocadillo de chorizo de Teror allá donde van, y es que aunque no fuera la hora de comer, fueron muchos los que aprovecharon esta feria para disfrutar de este ya conocido manjar. 

Las previsiones de lluvia, por su parte, respetaron el disfrute de pequeños y mayores durante el tiempo en el que se desarrolló la feria y la procesión, aunque los más devotos achacaron esta situación a la mediación de la virgen. 

En su actuación, Yanely Hernández bajó del escenario y se mojó con el público bajo la lluvia

Estas fiestas populares tienen tanta historia a su espalda que son los curas en la catequesis los que conciencian a los más pequeños sobre el papel que juega Jinámar en estas fechas. Así lo cuenta Almudena Marrero, una residente del barrio «de toda la vida», que ha escuchado en palabras del sacerdote la importancia que tiene esta festividad, que cuenta con más de 500 años de historia. «El cura este año nos ha explicado que se trata de la fiesta más antigua de Canarias. Desde hace muchos años venían romerías de varios puntos de Gran Canaria e incluso de otras islas para ver a la virgen y se quedaban a dormir en los alrededores, como si fuera una acampada», señaló esta madre de una niña en catequesis, «esto va en declive cada año. Cada año viene menos gente y los animales son muchos menos. La gente prefiere ir a los centros comerciales antes que mantener las tradiciones. Mis hijos no querían venir y los obligo, porque hay cosas que no se pueden perder». 

Durante el transcurso de la mañana, la organización no olvidó a aquellos ganaderos que durante los 365 días del año cuidan de sus animales y en días como el de ayer, en el que se celebró la feria de ganado, sacaron a sus reces para que la población pudiera disfrutar de ellos. Motivo por el cual se celebró una entrega de premios a los ganaderos en la que se valoró a los animales y el cuidado veterinario de cada uno de ellos. Este año la recompensa fue destinada a los dos únicos ganaderos que participaron en este concurso: Mario Quintana y Santiago Castellano, quienes se mostraron satisfechos con un trabajo que «aunque es duro, vale la pena», dijeron.

Los vecinos, molestos

La fiesta de la Concepción y la Caña Dulce tuvo este año precisamente un sabor agridulce. Primero, porque los asistentes notaron una baja afluencia de público y de cabezas de ganado en esta edición. Y segundo porque muchos vecinos mostraron su descontento con el Ayuntamiento de Telde, a cuyos representantes públicos acusaron de «indiferencia» e «implicación» con estas fiestas, pues, según refieren, fue el patronato de Jinámar el colectivo que tuvo que asumir en solitario todos los costes de la celebración de los eventos. 

Los vecinos notaron una menor afluencia de público que otros años e instan a seguir la tradición

Durante esta edición de las fiestas de la Concepción y la Caña Dulce, en la que los vecinos del barrio de Jinámar volvieron a disfrutar de la tradición, la felicidad de los que no dudaron en acudir fue notable. El ambiente que se respiraba era de tranquilidad y sobre todo familiar. De padres a hijos, siguiendo un patrón establecido para que cada 8 de diciembre esta tradición siga perdurando en el tiempo y que cuando pasen muchos años, sean las nuevas generacioes quienes cojan las riendas de una fiesta que hace mucha ilusión a los más veteranos en el barrio de Jinámar. 

Los fuegos artificiales con la llegada de la virgen a su destino pusieron la guinda al pastel en un año en el que mientras unos se estrenaron en las fiestas, otros mantuvieron viva aquella ilusión de antaño, donde hasta los niños que acudieron con sus padres se lo pasaron en grande. Por su parte, Ana Rosa del Pino y aunque a la fuerza, consiguió hacerse su particular foto con su querida virgen de la Inmaculada Concepción. Imagen que posteriormente colocó en su estado de WhatsApp con orgullo. Un orgullo que también mostraron Ángeles, Lucía y Elisa al verse un año más juntas y entre risas frente a la iglesia por la que salió la virgen y en la calle donde cada edición disfrutan de unas fiestas que, junto a su gente, no dejan de vibrar. 

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