Valsequillo

La complicada vida de la papa canaria

El cambio climático ha hecho que la producción de los tubérculos se vea maltratada

Los agricultores de medianías apuestan en verano por la plantación de la batata 

Trabajadores de la finca de Don Pedro en la recogida de papas

Trabajadores de la finca de Don Pedro en la recogida de papas / José Pérez Curbelo

La escasez de lluvia, los cambios de temperatura y el calor inusual de los últimos meses han sido los principales enemigos de la producción de papas en el Archipiélago canario. Mientras que hasta hace unos años la recogida de este tubérculo se hacía de manera masiva y satisfactoria, estas características han hecho que la producción anual haya disminuido notablemente, de tal modo que mientras que en una temporada buena lograban recoger 40.000 kilos, en lo que va de 2024 los cálculos apuntan a unos 17.000 kilos.

La finca de Don Pedro, ubicada en Tenteniguada tiene casi medio millón de metros cuadrados. En ella hay 1.200 limoneros, 500 olivos y 600 almendreros además de algunos árboles frutales como es el caso de nísperos, perales o caquis. Hace dos semanas comenzaron con la campaña de recogida de papas, en la que participan cinco personas. El proceso, en primer lugar, consiste en el trabajo de un tractor que es el encargado de sacar las papas del terreno para ponerlas en la superficie. Posteriormente, son los trabajadores los que recogen la producción para al finalizar, disfrutar de un sancocho. Una tradición que en las medianías de Gran Canaria siempre se ha intentado conservar. 

Antonio Navarro: «Este año ha sido el peor en términos de producción porque no ha llovido»

Antonio Navarro es el técnico de la finca. A sus espaldas, un sinfín de anécdotas y experiencias relacionadas con el mundo de la agricultura que hacen de él una de las personas más sabias hablando en términos de naturaleza. Conoce a la perfección la finca y trata a las plantaciones con el mismo mimo con el que habla de lo que le rodea, un entorno al que lleva amarrado desde que tenía siete años, cuando comenzaron sus primeros pasos en el mundo del campo y de la agricultura. «Mis padres se dedicaban a esto y me lo inculcaron», dice con orgullo. «El día 26 de abril me jubilo, aunque yo seguiré siendo el mismo con mis fincas y mis animales, porque no me imagino otra vida», asegura. 

El tiempo, un enemigo

Después de tanto tiempo dedicado a la agricultura, Navarro no tiene dudas al confirmar que en este último año, el tiempo ha sido su peor enemigo. «El campo siempre ha sufrido las consecuencias del cambio climático, y en los últimos meses el tiempo no ha ayudado en nada», apunta. «Yo puedo asegurar que este 2024, que yo recuerde, ha sido el peor año en términos de producción porque no ha llovido y los episodios de calor han sido protagonista en varias ocasiones», asegura. Y es que una de las características a la hora de plantar papas es que son amantes del frío, puesto que el calor puede llegar a dañar su crecimiento. 

Antonio Navarro en una de las plantaciones de papa en Tenteniguada

Antonio Navarro en una de las plantaciones de papa en Tenteniguada / José Pérez Curbelo

La inmensa finca de Don Pedro del Río aporta un 13% del suelo ecológico de la isla y una de las incorporaciones más recientes es la de la producción de batata o boniato, como también es conocido. Un tubérculo similar a la papa, pero con la característica de que es mucho más dulce y se lleva bien con el calor, por lo que la producción es mucho más abundante y eficaz. «El año pasado ya hicimos el experimento y nos salió muy bien, tuvimos una producción buenísima», explica Antonio. En los próximos meses, volverán a arriesgar pero con la variedad de la batata de Lanzarote. «Podría ser un buen cambio, porque lleva menos trabajo, agua, abono, insecticidas y produce mucho más», asegura. Además, en la finca de Don Pedro también están apostando por las higueras debido a sus variadas propiedades.

Recoger papas en tiempos de pandemia

Aunque ahora son cinco los trabajadores que están en la finca, -seis contando con Antonio Navarro, que es el que la gestiona-, ha habido épocas en las que ha sido necesario contar con el doble. Sin embargo, los que están, lo hacen con cariño y pasión a la naturaleza y la ganadería. Algunos llevan en el cuidado del terreno desde hace años y a día de hoy pueden contar que la pandemia por el coronavirus les cogió recogiendo papas. «Era una distracción y lo agradecíamos, porque al menos no estabas encerrado en casa, sino que podíamos venir y respirar un poco el aire de la naturaleza», dice uno de los trabajadores. 

Los agricultores han tomado la decisión de no arriesgar con cantidades por la escasez de agua

El tiempo estimado desde que plantan la papa hasta que la recogen depende de la variedad, pero en términos generales está entre los 90 y los 120 días. La más productiva, según apunta Antonio Navarro, ha sido la variedad Rudolph, seguida de la Galáctica y ahora están probando con la última generación de King Edward. «Los agricultores saben qué variedad se da mejor a la zona de regadío y dependiendo de lo que consideren apuestan por una u otra», asegura. Una cosecha que se riega cada tres días aproximadamente a modo de goteo con agua propia y que va destinada a la cooperativa biocanaria. Cuestionados por la escasa producción de papas, Navarro apunta a que el agua es la principal culpable debido a que limita los cultivos y el agricultor no quiere arriesgar más de lo que ya lo hace. «El agua está cara, y si encima no llueve, vemos que todo se complica», dice. 

Tercera generación

Una finca con mucha historia a sus espaldas y que ahora cuenta con la presencia de una tercera generación, que no ha querido dejar morir un terreno que tiene posibilidad de mucha producción. Ajenos a la realidad de la agricultura, ha sido ahora cuando se han dado cuenta de que nada es lo que parece. «Siempre hemos visto de la mano de nuestros mayores que hay épocas mejores y peores, y ahora más que obtener ganancias estamos intentando mantener el patrimonio», dice esta nueva generación, que prefiere mantenerse en el anonimato. 

Recogida de papas

Recogida de papas / José Pérez Curbelo

Enamorados de lo ecológico, esta familia catalana no dudó en apostar por este tipo de producción. «Es más complejo porque el volumen no es el mismo pero hay que adaptarse y aprender que todo en la vida tiene su dificultad», comenta este familiar de Pedro del Río. En la actualidad, la competencia a la que se están enfrentando los agricultores canarios es a la papa de Egipto. Un peligro debido a que llega sin apenas controles sanitarios. «La crisis de la papa la estoy volviendo a vivir ahora con una producción muy baja que estamos averiguando el porqué, y aunque es complicado, apuesto por la continuidad en el sector, aunque sin aventurarme, porque fácil no será», comenta. 

Un campo necesitado

Una producción de papas que cada vez resulta más complicada, incluso robando la ilusión tanto a los veteranos como a los que empiezan. Un cambio climático que está arrasando con la naturaleza, haciendo que los agricultores teman cada vez que tienen que tomar la decisión de llevar a cabo una plantación. 

Con el final del invierno, el comienzo de la primavera y el verano a la vuelta de la esquina, las esperanzas de los agricultores se centran en la plantación de la batata y en unos meses próximos en los que la lluvia, aunque sea en pocas cantidades, vuelva a hacer acto de presencia en un campo que cada vez está más necesitado y más abandonado. 

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