Soy inocente", asegura Ricardo Cazorla, rodeado ya de su familia. El pasado martes recuperaba la libertad al considerar el Tribunal Supremo que la prueba de ADN revelaba "científicamente imposible" que fuera el autor de las tres agresiones sexuales por las que había sido condenado."Nunca perdimos la esperanza", dice Rodolfo, el padre.

"Dos años y siete meses de amargura. Tres navidades metido allí y viéndole entre barrotes". Su madre Carmen Collado resumía así el trance por el que han pasado sus padres y hermanos. La familia vive aún en un "sueño".

"Más vale tarde que nunca, pero lo ha pasado muy mal, muy mal", señalaba ayer su padre desde el salón de su casa, en Tafira. Ricardo está en la cama y son los padres y el hermano pequeño de Ricardo, Rodolfo, quienes relatan las primeras horas de libertad de Ricardo y de toda la familia.

"Se ha acostado pronto tras cenar un huevo frito y un poco de queso duro", dice el padre. "Está muy flaco. Ha adelgazado muchos kilos en la cárcel. Ahora que se vaya reponiendo si Dios quiere, está muy alicaído", añade.

La familia afirma estar "muy contenta" por la puesta en libertad de Ricardo, aunque aún no han celebrado la buena noticia. La única salida que ha hecho Ricardo hasta el momento ha sido a un bar cercano con su hermano a tomar unas "cervezas" y al médico. No han parado de atender a los medios de comunicación.

INOCENCIA. "Mi hermano es inocente, quiero que salga en letras muy grandes", dice Rodolfo, que se vino hace año y medio de Madrid, donde trabajaba, para estar con sus padres ya que su otro hermano, José, tiene responsabilidades familiares.

Rodolfo, que nunca quiso ver a su hermano entre rejas sino sólo en un "vis a vis", pide ahora al barrio y a las personas que "hablan mal" que dejen en paz a su hermano y a "mis viejitos".

"Mi hermano es inocente, no se puede señalar así a la gente", añade. De la misma forma se manifestó ayer Ricardo Cazorla a la Televisión Canaria. "Yo soy inocente, como si me ponen 110 años".

Su madre relata que a ella siempre le "extrañó" que le acusaran por la hora. "Él se acuesta pronto y no sale de tarde".

La familia siempre creyó en la inocencia de Ricardo, pero su padre afirmaba ayer que si "lo hubiera hecho, que lo hubiese cumplido".

"Me lo acusaron como a un conejito de Indias", añade el padre, quien señala que siempre tuvieron toda la "confianza" puesta en el abogado de oficio.

Respecto a la reclamación, la familia aseguraba ayer que cuando todo estuviera "más calmado" hablarían con el letrado para solicitarla.

La familia reconoce estar aún en pleno shock tras la liberación de Ricardo. No se lo creen y hasta la perra de la familia mira incrédula a los visitantes.

"Él no pensaba que salía tan pronto. Hasta julio, por lo menos", cuenta su madre quien mañana cumplirá uno de los primeros deseos de estar en libertad de Ricardo, un "caldo de papas" para comer.