La impostura de la tristeza se adueñó ayer de Las Palmas de Gran Canaria, que despidió cuatro semanas de frenesí carnavalero con el Entierro de la Sardina. Un dolor que corrió como una exhalación por todo León y Castillo, se volvió amargura en los vericuetos del Puerto y estalló como la pólvora en la playa de Las Canteras, cuando el más canalla de los peces se adentró en las mansas aguas capitalinas y ardió en medio de la pira funeraria.

El aquelarre festivo y los fuegos artificiales explotaron sobre las 22.30 horas, cuando la Sardina pereció en la playa. Para entonces miles de viudas ya llevaban casi cuatro horas sembrando de lágrimas las calles de la capital grancanaria. "Estamos muy apenadas por lo bien que lo hemos pasado y lo corto que se nos ha hecho", se lamentaban Javier y Juan, vecinos de San Antonio. "Pero nada de miserias, Mery, que cuando esto acabe nos vamos a los carnavales del Sur", añaden mientras baten unas pestañas de vértigo.

El cortejo fúnebre partió a las 18.00 horas del parque San Telmo, y ni la crisis económica ni la borrasca diaria que azota Canarias pudieron con el desenfreno llorón de la multitud.

Eso sí, la Sardina estaba en el chasis, y más de uno se vio en apuros por alguna que otra racha de viento ladeado, pues abundaron las faldas cortas, las medias con carreras hasta los glúteos y los ataques de ansiedad en plena vía. Uno sofocos que las viudas más veteranas contuvieron con certeros golpes de abanico, al tiempo que tiraban de petaca y puro para conjurar las penas por el deceso de Don Carnal.

La desdichada Sardina, curada de espanto ante el relajo popular, vigilaba desde lo alto de su carroza a la parroquia, impasible, toda ella travestida de reminiscencias televisivas, por aquello de la temática de las fiestas.

El desfile lo encabezaron los tres primeros premios del concurso de murgas: Serenquenquenes, Trapasones y Melindros, junto a la afilarmónica Los Nietos de Kika y la banda de música Ajódar. Y tras el estrépito murguero: la Reina del Carnaval 2010, Mame Yame Matallah; la Reinona, Mandrágora; la Gran Dama, Inma Asensio, y la Reina Infantil, Andrea Encinoso, además de las tres mejores carrozas de la Cabalgata, entre otros artilugios rodantes.

Todos estaban muy acongojados. Sólo los más marchosos siguieron de juerga hasta el parque de Santa Catalina, en donde la noche se volvió pop y el apagón televisivo puso fin al Carnaval 2010.