Cuando la Faraona pisó el Galdós

La artista Lola Flores, de cuyo nacimiento se conmemora el centenario estos días, actuó por primera vez en Las Palmas de Gran Canaria en 1967 en el teatro

«Siento muchos de deseos de conocer esa tierra tan maravillosa y actuar ante el público canario. ¡ A ver si hay un empresario decidido y el próximo años voy a Las Palmas! Además sé que tengo bastantes admiradores allí a través de mis películas». Lola Flores ya era una reconocida artista en España y en América Latina por sus películas y espectáculos pero aún no había actuado en Gran Canaria. Corría el 5 de junio de 1959 cuando la cantante hacía esta petición desde Madrid en una entrevista a Joserasu para Diario de Las Palmas. No sería hasta el 15 noviembre de 1967 cuando la folclórica pisaría un escenario en Las Palmas de Gran Canaria. Lo haría en las tablas del Teatro Pérez Galdós con «gran éxito», según la crónica de la época. Este año hubiera cumplido cien años.

La Faraona, Lola de España, como se la llegó a conocer también, nació el 21 de enero de 1923 en Jerez de La Frontera (Cádiz). Convertida en una estrella del flamenco a mediados de los cuarenta del siglo pasado con Manolo Caracol, figura del momento con el que formó pareja artística y sentimental durante siete años con Zambra, y más tarde como ídolo de masas en los años 50 al cosechar grandes éxitos en el cine de la mano del productor Cesáreo González.

Icono de una época y artista irrepetible; llegó a ser empresaria y símbolo para los travestis. Su fama se hilo entre los escenarios, la pantalla de cine y la televisión hasta que el 16 de mayo de 1995 su vida se apagó en su casa de Madrid. Tenía 72 años y para la historia de la televisión dejo frases irrepetibles: «Si me queréis, irse» [en la boda multitudinaria de su hija Lolita]; «Iñigo, no quiero perder mi pendiente; que mi dinerito me ha costado» [durante un programa en directo en Televisión Española] y «Si todos los españoles me dieran una peseta; no a mi, sino a quien tienen que dársela, quizás saldría de la deuda» [cuanto Hacienda la sentó en 1987 en el banquillo por impagos]. 

Casada con el guitarrista Antonio González, El Pescadilla, uno de los padres de la rumba (1957) dejó también a tres hijos -Lolita, Antonio y Rosario- y dos nietas -Elena Furiase y Alba Flores- artistas. Para la historia más de una treintena de filmes y canciones inolvidables como La Zarzamora, A tu vera y Pena, penita, pena. 

Cartelera

Su figura se dio a conocer previamente en la capital a través de la pantalla. Salas como San Roque, La Luz, el Royal Cinema, el Bahía o el Cuyás daban cuenta de sus éxitos como La niña de la venta, La danza de los deseos, Te echaré la culpa, La venta de Vargas o Una señora estupenda. Y también a través de la prensa, que se hacia eco de sus andanzas como que en 1953 la querían hacer hermana mayor de una cofradía de Jerez; su casamiento con Antonio González en 1957 o su llegada a Nueva York con su ballet en 1963. Y, por supuesto, sus declaraciones. Ejemplo el de la misma entrevista en la que pedía actuar en Las Palmas: «Cesáreo González quiere que le devuelva el chalet que me dio como regalo de bodas porque hice una película con otra productora, la cual me pagaba más».

«Lola, irresistible, entusiasmo a Las Palmas», titulaba la crónica del 18 de noviembre de 1967 de 'Diario de Las Palmas'

La artista participaría, sin embargo, el 4 de noviembre, en los premios Guanche de Oro, en el que se reconocía a personalidades que fomentaban el turismo; una gala que se celebró en el Sur en el restaurante discoteca El Abanico. 

Durante tres días la artista actuó en el Teatro Pérez Galdós con parte de su compañía, en sesión de tarde y noche. «Lola, irresistible, entusiasmo a Las Palmas», se titulaba la crónica del día 18. «Lola abrió su propio espectáculo con una canción. No importa cuál. Una cualquiera, porque en la voz y el garbo de Lola las canciones alcanzan matices de triunfo. Y el público canario, ese público que “dicen” que es frío a 1a hora de aplaudir, aplaudió hasta el cansancio una y otra vez, hasta a obligar por tres veces a Lola Flores a interrumpir su actuación mientras sonaban los aplausos», firmaba Juan María Arrabal.

A partir de entonces, la artista regresaría en varias ocasiones a la isla. Locales como el Britannia, el Lido de Canarias, Altavista, El Coto, Extra disco, Bellavista,entre otros, se llenarían de admiradores para ver su poderío como recuerdan el transformista Pedro Daktari, uno de sus imitadores junto a Paco de España o Xayo. «La imitaba desde que estaba en el colegio. Su abanico, sus manos, era lo que la caracterizaba», recuerda. Miguel Pérez Mejías, relaciones públicas de varias discotecas, la trajo en tres ocasiones a la Isla «no para actuar, sino porque llenaba la sala con su presencia». El diseñador Fernando Méndez fue otro que tiró de ella para sus galas, contó el fotógrafo Luis del Rosario. 

En octubre de 1983, Lola Flores, su hermana Carmen y su hija Lolita actuaron en el Beach Club y miles de personas se acercaron a verla. Aquella crónica en La Provincia bajo el título «Lola Flores: la voz de una España sin edad», firmada por Salvador Sagaseta, parece que no ha pasado de moda. «Hubo tortas, tortas, sí, por ver a la Lola. Quizá el país cambió de piel, pero no de alma, y Lola Flores sigue siendo un símbolo nacional».

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