HONORES Y DISTINCIONES DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

Balonmano Romade: Cuatro décadas formando personas y deportistas

Romade, el club fundado en 1981 por Román Delgado ‘Molina’, recibe la Medalla de Oro de la capital

Foto de familia del Club Deportivo Balonmano Romade.

Foto de familia del Club Deportivo Balonmano Romade. / LP/DLP

Santiago Icígar

Santiago Icígar

Desde su fundación en 1981, el Club Deportivo Balonmano Romade ha ayudado a jóvenes en su crecimiento a nivel humano y educativo tanto dentro como fuera de la cancha. Más de 40 años después, el Ayuntamiento le otorga la Medalla de Oro por su contribución al enriquecimiento, desarrollo y progreso de la capital grancanaria. 

El Balonmano Romade supone el mejor ejemplo de perseverancia y de éxito en la labor formativa tanto de personas como de deportistas de élite. Durante 42 años, la entidad ha puesto su granito de arena para alejar a la juventud de los malos hábitos y aportarle los valores intrínsecos al deporte, ayudando a los jóvenes en su crecimiento a nivel humano y educativo tanto dentro como fuera de la cancha. Ahora, el proyecto que vio la luz en el Colegio Calvo Sotelo en 1981 ve reconocida su labor con la Medalla de Oro de Las Palmas de Gran Canaria por su contribución al desarrollo y progreso de la ciudad.

Además de su trabajo de cantera, el club ha alcanzado hitos importantes. Uno resalta por encima del resto. En 1994, este equipo de barrio conseguía una plaza en la máxima categoría femenina del balonmano nacional, la antigua División de Honor hoy denominada Liga Guerreras Iberdrola, tras proclamarse campeón de España.

En 2013, la entidad capitalina cambia su denominación. Del Islas Canarias Calvo Sotelo pasó a ser el Balonmano Romade, un juego de palabras con el nombre y el apellido de su fundador y presidente, Román Delgado, conocido en el mundo de este deporte con el sobrenombre de Molina. Este hecho coincidió con un momento de crecimiento en el que el club comenzó a introducirse en varios barrios de la capital, sobre todo en «aquellos marginales a los que nadie quería ir», recuerda su fundador y alma máter. Su base de operaciones lleva ya 18 años en Tamaraceite, centrándose sobre todo con el balonmano femenino. El Pabellón Leoncio Castellano es su hogar.

Desde la paralización de las actividades deportivas por la covid, la presencia del Romade en los colegios tocó a su fin contra su voluntad. «Los centros escolares siguen teniendo miedo y por esa razón hemos centralizado todo nuestro trabajo y la labor social en nuestro polideportivo, donde entrenamos a niñas de toda la capital. Somos el club con más equipos femeninos en todas las categorías de formación», relata Molina, quien en estos 42 años ha visto pasar a más de 5.000 niñas, y en menor medida niños, por los diferentes equipos.

El propio Molina destaca la labor altruista de su club y la labor social, íntimamente ligada a la deportiva: «Somos conscientes de que en la zona de Tamaraceite, Tenoya y San Lorenzo hay numerosas familias que están pasando apuros y hay indefensión, por esa razón en numerosos casos admitimos a jóvenes sin que tengan que pagar una cuota, para que así puedan practicar balonmano.

Les entregamos de forma gratuita su equipación, les pagamos el seguro médico y hay una gran conexión con la mayoría de los padres para llevar un seguimiento en sus respectivos colegios, exigiéndoles cada trimestre sus notas para que puedan jugar; no les privamos de entrenar, eso no se lo negamos a nadie. Pero no sólo hacemos un seguimiento de su actividad escolar, les exigimos también que tengan un buen comportamiento en sus hogares».

Alejar a la juventud de las calles, sobre todo a niñas que pertenecen a familias desestructuradas, es la principal motivación del Romade, que está obteniendo «resultados espectaculares». «Somos el único equipo que le está discutiendo los campeonatos al Rocasa, casi sin quererlo, desde juveniles hacia abajo», afirma orgulloso Molina.

«Los mejores deportistas salen de los barrios», asegura el presidente de la entidad, quien recuerda que «con el equipo más joven de España permanecimos en la etapa en el Calvo Sotelo seis años sin perder un encuentro, logrando el ascenso a la máxima categoría con el conjunto con menor media de edad y recibiendo el premio al club más correcto por el comportamiento de nuestras jugadoras». «Nos mantuvimos dos años en la División de Honor con un equipo netamente canario», apostilla.

El secreto del Romade estriba en su política formativa, contando con técnicos volcados en cuerpo y alma en infundir los valores del deporte a las jugadoras y a los familiares, que también se implican. Todos los estamentos van de la mano para conseguir un club modélico en la gestión y en la formación.

Gracias al apoyo del Instituto Municipal de Deportes, la entidad ha creado una sala de estudios donde sus jugadoras hacen sus tareas escolares. Este es un nuevo paso para facilitar a las niñas su formación; incluso, las jugadoras con más edad suelen ayudar a las más pequeñas con sus estudios, en una simbiosis que hace del Romade un club muy familiar y cercano.

«Me llena de satisfacción que si algo me tenían que reconocer, que lo hayan en vida, porque estoy recién jubilado ya», señala Molina; para él, esta Medalla de Oro de la ciudad significa que «se ha valorado nuestra labor de tantos años en las canchas y en los barrios».

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