FESTIVIDAD DEL CARMEN/ LA ISLETA

El Carmen y el milagro de las llaves

Cientos de personas acompañan a la virgen en La Isleta en la Procesión de la Aurora

El barrio de Las Palmas de Gran Canaria vive con emoción y fervor la festividad de la patrona de los marineros

Una mujer encuentra el llavín del coche perdido durante la cortejo religioso 

Fervor y fiesta en La Isleta con motivo del día grande de la Virgen del Carmen

L. SÁNCHEZ

Cientos de personas acompañaron este domingo a la virgen del Carmen de La Isleta en su última procesión de la aurora. La festividad de la patrona de los marineros se vivió con fervor, pero también con emoción en el popular barrio de Las Palmas de Gran Canaria durante las horas en las que la imagen estuvo recorriendo sus calles. Una de las personas que sintió en su propia piel la intensidad de la fiesta fue la italiana Giusy Stracuzzi, que interpretó un Ave María en la calle Menceyes para la virgen, precisamente el día en que su padre Girolamo cumple 78 años. 

 «Es la primera vez que vengo, no puede describir la emoción que siento en estos momentos», dijo la mujer nada más cantar. Milanesa de origen y residente en la isla desde hace 19 años pero que, por casualidades de la vida, nunca había subido a La Isleta en el día de su patrona, aunque sabía de la existencia de la devoción a la virgen del Carmen.

Este domingo lo hizo por la puerta grande, cantándole a la virgen, después de que Manolo, el dueño de la casa donde montó el equipo electrónico para que se la pudiera oír su voz, se lo hubiera ofrecido tras conocerla. «En el alma y en el corazón soy una cantante, pero no trabajo de ello, aunque me presento a concursos para darme a conocer», comentó la mujer, contable administrativo de profesión, aunque actualmente dedicada a su marido y su hija.

Fervor y fiesta en La Isleta con motivo del día grande de la Virgen del Carmen

LP/DLP

«Soy del norte de Italia, este fervor se vive en el sur pero no en Milán, donde la gente solo vive para trabajar», señalaba, aún sorprendida por el gentío que acompañaba a la virgen. Su actuación fue seguida en silencio y la gente la recompensó con un fuerte aplauso. 

Fue una de las voces que cantaron a la virgen del Carmen durante el largo recorrido de la procesión, que comenzó pasada las cuatro y media de la madrugada cuando la imagen salía de su templo, en la calle Benartemi. La imagen era cargada por los costaleros de la Cofradía de la virgen del Carmen. No volvería a su casa hasta casi las doce de la mañana.

La Agrupación Musical La Salle de Agüimes salió a las 3.30 de la madrugada del municipio para acompañar a la imagen durante todo el recorrido

En el número 55 de dicha calle, donde Giusy y su segundo marido Eulogio Cruz recogían los bártulos tras su actuación, se obraba el milagro. Allí estaban las llaves del coche de Lola, que desde Gáldar había venido con un grupo de amigas maestras a disfrutar del día del Carmen. «Tropecé en la calle, llevaba el bolso abierto y se me cayeron. No me di cuenta pero cuando me iba ya para casa noté que me faltaba algo. Ha sido un milagro», decía emocionada y agradecida a los dueños de la casa, a los que abrazaba y besaba, por devolverle las llaves. «Gracias al que las encontró», la decían entre risas unas vecinas a la puerta de la vivienda.

Tanta emoción sentía por haber recuperado las llaves del automóvil que se acercó a darle las gracias a la imagen gemela del Carmen que la familia tenía en la casa, expuesta delante de una ventana para que todo el mundo pudiera también admirarla.

Carmelo Navarro y Manuel Marrero, detras los pequeños Marco Santana Rodríguez y Daniel Herrera García, abriendo la procesión del Carmen de La Isleta.

Carmelo Navarro y Manuel Marrero, detras los pequeños Marco Santana Rodríguez y Daniel Herrera García, abriendo la procesión del Carmen de La Isleta. / JOSÉ PÉREZ CURBELO

Protagonistas del cortejo

Protagonistas de la fiesta fueron también los cerca de cincuenta componentes de la Agrupación Musical La Salle de Agüimes, que habían salido a las 3.30 de la madrugada del municipio para poder estar a la hora precisa en que la imagen salía de la iglesia. Su música encogía el alma a vecinos y visitantes que, desde distintos puntos de la ciudad y de la isla quisieron acompañar a la virgen del Carmen, engalanada de rosas de color rosa, en su día grande. Más de un espectador echó una lágrima al paso del cortejo religioso.

Costaleros de la cofradía de la virgen del Carmen de La Isleta, durante el recorrido.

Costaleros de la cofradía de la virgen del Carmen de La Isleta, durante el recorrido. / JOSÉ PÉREZ CURBELO

El desfile lo abrían los jóvenes Carmelo Navarro, vecino de La Feria, y Manuel Marrero, de Firgas, que hacían de portador y relevo, respectivamente, del estandarte de la virgen del Carmen. «El día está siendo ideal para nosotros y para los costaleros porque no se da ninguno de los escenarios previstos. Ni hace calor ni llueve», indicaba Manuel, que desde los ocho años desfila en el cortejo. «Me lo inculcó mi madre, que es muy devota del Carmen», puntualizaba.

Giusy Stracuzzi tras cantar el Ave María a la virgen del Carmen.

Giusy Stracuzzi tras cantar el Ave María a la virgen del Carmen. / L. SÁNCHEZ

Los pequeños Marco Santana Rodríguez, Daniel Herrera García y Yarey Ezequiel Chicharro, encargados de aromatizar las calles con el incienso al paso de la virgen, también habían madrugado para formar parte del cortejo procesional. «En algunas calles la gente se junta tanto que no nos deja pasar”, decía Marco, de 11 años, vecino de La Isleta, sobre cómo se desarrollaba el desfile desde su estatura. 

Los pequeños Marco Santana Rodríguez, Daniel Herrera García y Yarey Ezequiel Chicharro fueron los encargados de aromatizar las calles con el incienso al paso de la virgen

Efectivamente, la estrechura de La Isleta y las ganas de acompañar a la imagen hacía difícil el paso del cortejo por las calles, algunas engalanadas con alfombras de sal hechas por los propios vecinos la noche anterior y tapices en los balcones, azoteas y ventanas.

Imagen de una calle de La Isleta, ayer durante la procesión de la Aurora.

Imagen de una calle de La Isleta, ayer durante la procesión de la Aurora. / JOSÉ PÉREZ CURBELO

«A mi me toca coger el incienso; el botafumeiro que digamos y moverlo de un lado para otro», explicaba Marco, mientras Daniel y Yarey se encargaban de la carbonicera. «Vamos abriendo paso a la virgen», apostillaba Yarey.

«Hay que tener mucha calma porque la gente se nos arremolina», decía Marco sobre la responsabilidad de portar el carboncillo de incienso. «Antes de Faycan hemos tenido que ir de uno en uno, casi en fila», indicaba el joven.

Los voladores tronaron durante toda la procesión, anunciando la llegada de la imagen, pero también que era día de fiesta en el barrio de La Isleta. Y, por supuesto, de encuentros de familiares y amigos. El sol, por supuesto, salió, aunque lo hizo cuando El Carmen ya se recogía.

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