Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

Restaurante El Padrino: pescado canario y tradición en Las Palmas de Gran Canaria

El restaurante El Padrino abrió hace 49 años de la mano de Humberto Rodríguez y Paco Ortega

Primero fue un quiosco que abría durante los partidos de fútbol

Restaurante El Padrino, en Las Palmas de Gran Canaria

José Carlos Guerra

La mayor parte de la clientela del restaurante El Padrino imagina que el nombre proviene de la famosísima película homónima de mafiosos. Pero, en realidad, esconde una historia mucho más entrañable y que radica en la creación de este negocio especializado en pescado en el barrio capitalino de Las Coloradas. «Es una historia que nadie se imagina», explica uno de los fundadores entre risas. 

Hace 49 años el restaurante abrió sus puertas después de que un vecino del barrio traspasara su negocio. Se trataba de un quiosco que abría durante los partidos de fútbol para llenar los estómagos de los espectadores. En esas tardes de juego muchos iban a picotear al puesto que tenía el mismo nombre que el actual restaurante por la simple razón de que su dueño no tenía hijos, pero se sentía el padrino de todos los niños del barrio.

Humberto Rodríguez y Paco Ortega compraron el lugar con la única condición de que mantendrían el nombre, y así lo hicieron. Lo que sí cambiaron fue el aspecto y menú, ya que pasó de ser un quiosco a un restaurante. Rodríguez siempre fue el cocinero y Ortega el camarero, ambos trabajaron en el restaurante Samoa y decidieron arriesgarse y emprender por su cuenta. Con tan solo ocho mesas comenzaron con un menú más reducido que el actual, de unos cuantos platos que resumían la gastronomía tradicional canaria.

Expansión

Al principio los comensales eran principalmente los vecinos y aquellos clientes que habían arrastrado desde el Samoa, ya que antes de su marcha corrieron la voz de su inminente apertura. Poco a poco comenzaron a expandirse, compraron los solares contiguos hasta llegar a las dimensiones actuales con 59 mesas para servir. Trataron el negocio con mimo, a través de una buena atención al cliente y dando lustro al aspecto. Una gran variedad de tipos de plantas adornan el espacio llenando de verde cada rincón. Rodríguez es un amante de las plantas y llenó cada esquina con alguna variedad que diera color y vida al ajetreo del día. 

Es más, una de las principales razones por las que se les conoce es por regalar una planta a sus comensales. «Surgió porque yo traía plantitas para acá, las ponía aquí pequeñas y la gente me las robaba y un arquitecto que estaba trabajando en un edificio de aquí me dio la idea. Me dijo que en vez robarlas que plantara aquí hierbahuerto, tomillo y hierbas aromáticas en general y se las regalara las mujeres», recuerda.

Un cocinero en El Padrino.

Un cocinero en El Padrino. / José Carlos Guerra

Jubilación

Hace unos diez años los fundadores se jubilaron y dieron paso a sus hijos, Humberto Rodríguez y Yeray Ortega. Los jóvenes decidieron darle un toque más moderno al menú al incorporar carnes y otros entrantes como berenjenas fritas con miel. «Han querido innovar en cosas como el tartar de atún, el ceviche, que yo por lo menos no lo hacía, pero si son cosas buenas para el restaurante y que si a la gente le gusta bienvenido sea», comenta Rodríguez. «La gente nueva ha puesto los chuletones, ha puesto los solomillos, ha incorporado cosas que se están vendiendo», añade a pesar de que sus platos fuertes siempre serán los de pescado.

En el Padrino desde sus inicios se especializaron en la comida canaria de toda la vida, la original. «Era una carta más pequeñita, solo nos dedicábamos al pescado, a la comida canaria sencilla, lo que es el gofio escaldado, el pescado fresco a la espalda y la ensalada, que antes era con berro y rabanillo y nada más», apunta. 

Producto local

Aunque la mano del cocinero le da el punto a todas las preparaciones, la calidad de la materia prima es fundamental para conseguir platos estrella. Por ello, Rodríguez asegura que el 99% del pescado que sirven viene de aguas canarias y nunca de piscifactoría. «El pescado de piscifactoría indiscutiblemente tiene sus propiedades, pero nuestra ética es vender pescado del país», comenta. «Por ejemplo, el atún es de aquí también, pero hombre, siempre tenemos el cherne y en nuestras aguas no tenemos cherne, hace 20 años sí, pero ya no», refleja. «Lo que sí sigue habiendo son muchas samas, muchos sargos, viejas, chopas, agriote, todos esos pescados. Todos son de aquí», apunta y todos ellos intentan que prevalezcan en la carta. Rodríguez pone como ejemplo un atún de 80 kilos que despiezaron el día anterior a la entrevista. «Pero los hemos conseguido de 200 kilos, los despiezamos, les hacemos el rónquele, lo partimos en diez raciones y lo congelamos porque sobre todo los pescados azules hay que prevenir que no aparezcan bacterias», detalla.

Rodríguez recomienda el pescado a la espalda de la oferta que tiene en el menú. «Cualquier pescado que se haga a la espalda yo siempre lo recomiendo», cuenta. El restaurante tiene clientes de toda la vida que siguen disfrutando año tras año de las delicias de El Padrino. Sobre todo en épocas destacadas, por ejemplo, uno de los momentos del año más importante para ellos es la Semana Santa, ya que para muchos es una tradición comer el tradicional sancocho en el restaurante. Aunque sea la época que sea, El Padrino siempre está inmerso en el ajetreo del día a día de un restaurante con las mesas y estómagos llenos.