Luis San Narciso (Mieres, Asturias, 1959), director artístico de la productora Globomedia, es el responsable de la selección de los repartos de series de televisión como El barco, 7 vidas, Aida, Un paso adelante, Los Serrano o Águila Roja Águila Rojay de películas de Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar o Gracia Querejeta, entre otros. Como hacedor de repartos está en el descubrimiento o el estrellato de Javier Cámara, Paz Vega, Carmen Machi o Belén Rueda, y, como rasgo de estilo, en la recuperación para la televisión de actores y actrices veteranos como Julia Gutiérrez Caba, Amparo Baró y Juan Diego.

¿Un casting de verdad se parece a lo que se ve en los concursos de televisión?

Conmigo es un acto privado donde una persona muestra sus facultades para un personaje concreto que le ofrezco. Nunca es un espectáculo. Cuanta menos gente hay, mejor y más fácil es sacar provecho al actor. Un cámara; el número de actores varía según las necesidades de la escena -lo normal es que sean dos-, el director, a veces, y yo.

¿Da explicaciones?

Si me gusta, le doy la enhorabuena. Si no, me callo.

¿Busca lo que necesita en ese momento?

Miro con varios ojos porque trabajo para series y películas, y un casting que puede no tener importancia para un personaje puede dar frutos para otro en el futuro. Mabel Rivera hizo una prueba para un personaje chiquitín de Los lunes al sol y no la cogí, pero me acordé de ella para la cuñada de Mar adentro, papel con el que ganó el premio Goya.

¿Humilla en los castings?

No. Nunca me siento más importante que ellos. Siempre les digo que se sientan importantes, que yo soy un mero neuroconector con el director.

¿Hace castings de 100 personas?

No, selecciono por videobooks. Tengo un equipo, ahora somos cinco. No sé hacer un casting de 100 porque luego no recuerdo a ninguno. Tengo que ver a 10 en un día y centrarme en eso. Siempre estoy viendo gente. Voy al teatro dos veces por semana. Hay actores y actrices que me encantan y estoy deseando trabajar con ellos.

Hasta llegar aquí, ¿qué le gustaba del teatro?

Verlo, leerlo y disfrutarlo. Me encantaría dirigirlo si tuviera tiempo€ No es posible, de momento.

Creció en Mieres, que tenía actividades culturales, pero no era Broadway.

A mis padres les gustaban mucho el teatro, la ópera y la zarzuela, y veía los Festivales de España en Mieres o me llevaban a Oviedo, al teatro Campoamor. Mi afición se acentuó en la adolescencia. La primera función a la que fui solo, con mi entrada conseguida por mis medios, fue Equus.

Llegó al Madrid de 1980...

Me encantó. Soy un producto de la movida madrileña. Descubro el cine de Almodóvar, el teatro de todo tipo -de lo más comercial a lo más experimental, de Concha Velasco a La Fura del Baus-, Rockola, el Sol. Allí estaba todos los días, al pie del cañón, porque a los 20 años tienes energía para todo. Estudiaba Arte Dramático porque quería dirigir teatro, pero entonces no había una especialidad, como ahora, y tenía trabajos de superviviente, en un burguer y en un videoclub.

Empezó de actor. ¿Sufrió muchos castings?

Uno, y lo viví con inconsciencia. Surgió la posibilidad de una prueba para Petra Regalada, una función de Antonio Gala, el autor de moda entonces. Quedamos finalistas Antonio Banderas y yo.

¿Quién consiguió el papel?

Yo. Me iba más el personaje, un tío desvalido. Antonio Banderas era mil veces mejor actor.

¿Ya le conocía?

Nos conocimos ahí y no trabajé con él hasta La piel que habito, casi 30 años después, y nos dimos un abrazo. Es un tipo estupendo.

No le fue mal a Banderas. ¿Y a usted, entonces?

Estuve un año entero con una compañía de primerísima fila: Julia Gutiérrez Caba, Ismael Merlo, Jaime Blanch€ Mi personaje era muy agradecido, pero yo no disfrutaba como actor. Cumplía, pero sufría horriblemente. Me venía muy bien para conocer el teatro por dentro y saber lo que era una actriz de primerísima calidad como Julia Gutiérrez Caba, con la que mantengo una relación estupenda y con la que trabajé como director de casting en Los Serrano, Águila Roja y Los ojos de Julia. Es la señora más señora y la actriz más actriz que he conocido. Su lección de vida para mí fue cómo se mostraba como compañera: discreta, educada y seria con el oficio.

Volvió para ser ayudante de dirección de Ángel García Moreno, durante seis años en los que trabajó con grandes actrices.

Casualidades, Ángel también era hijo de un médico de Mieres. Viajábamos a Londres y a Nueva York a comprar los derechos de las funciones que triunfaban en aquel momento, mucho premio Pulitzer y mucho Neil Simon. Ahí aprendí lo que no saben muchos directores de casting: la historia de nuestro teatro. Trabajé con Mary Carrillo -paradigma de actriz genial, con un punto de locura cercano a la genialidad-, Amparo Baró, Lola Herrera€ Irene Gutiérrez Caba murió trabajando con nosotros... En España hay mejores actrices que actores. Nunca tengo problemas para encontrar una actriz en un reparto, mientras que con los actores, que me perdonen porque hay muchos parados€

¿Esas actrices eran de otra especie?

Entonces había otra distancia, envoltorio y glamur, como en el cine de Hollywood. Ahora todo es más cercano.

¿Qué es lo que más le ayudó a entenderse con esas damas siendo tan joven?

La educación que me dieron en casa. La prudencia que tenían mis padres. Que no se te note demasiado al principio, observar, escuchar y aprender. Ellas me impresionaban, pero nunca he sido mitómano. Me impresiona el talento, ese desdoblamiento, que he visto en Glenn Close, Jeremy Irons, Anthony Hopkins€

También conoció entonces a un joven Javier Cámara.

Sí, era acomodador en el teatro Fígaro, donde trabajábamos, y estudiante de la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Un teatro es una familia, y me pidió que fuera a ver su obra de fin de carrera. Fui y descubrí a un actor genial.

¿Los actores nuevos que más le hayan sorprendido?

Muchos. Paz Vega. La conocí en mi primer casting de Globomedia, para Más que amigos, una serie de verano, fresquita y joven, con Alberto San Juan. Tenía tal verdad y energía que llamé a los tres directores de la serie para que vieran a aquella niña guapísima que venía de Sevilla con un talento descomunal. Y Carmen Machi, en el teatro de La Abadía, en una función de Ernesto Caballero en la que salía envuelta en una bandera de España. Era un papel pequeño, pero casi me elevo en la butaca. Vi una actriz de las de antes, una Amparo Baró mezclada con Mary Carrillo. La esperé al final, cosa que no hago casi nunca, la felicité y le dije que viniera a verme. Quería trabajar con aquella mujer como fuera. Siempre he tenido cómplices, y si tengo un pedazo de actriz, me escriben un personaje o lo adaptan. Fue el caso en 7 vidas.

En 7 vidas juntó un elenco€ Baró, Cámara, Blanca Portillo, Guillermo Toledo€

Fue una serie diferente que dignificó mucho la ficción televisiva española. Como Periodistas, un poco antes...

€Donde estaba Belén Rueda, hasta entonces presentadora de concursos, con un papel discreto. Usted también es responsable de que entrase en el reparto de Mar adentro

El paso a Mar adentro fue entre Alejandro Amenábar y yo. No habría pensado en ella si Amenábar no me dice: "Necesito una chica que caiga bien, que les guste a mi madre y a mi tía cuando vayan al cine, que le haya pasado algo en la vida, que haya sufrido, que cuando hable suene a verdad"€

Ha descrito lo que le pidió Amenábar. ¿Normalmente es así?

Sí, cuando trabajas con directores que saben lo que quieren, como él, Almodóvar, Pablo Berger u otros... Es más fácil trabajar con un chico inteligente que con un tonto. Me dicen: "¡Qué difícil debe de ser trabajar con Almodóvar!". No, porque es un señor muy listo que sabe lo que quiere, y eso me lo hace fácil.

Dicen que sabe demasiado lo que quiere, que indica cómo hay que ir andando de aquí a la esquina...

A la hora de dirigir es muy riguroso, pero también le he visto dar mucha libertad. En lo que respecta a mi trabajo, en la preproducción y el casting, es muy fácil porque es muy agradable, sabe lo que quiere y lo pide con claridad y con mucho humor. Le entiendo muy bien.

¿Es un caramelo buscar una actriz para Almodóvar?

Sí, porque todo el mundo está dispuesto a trabajar con él. Es el español más internacional, y cualquier actor sabe que lo que haga con él va a ser lo más visto, como si tiene que hacer de aparador.

¿La chica Almodóvar se la da hecha?

Volver la había escrito para Penélope Cruz, y me parece genial porque soy penelopista acérrimo. Yo aporto hablar de Lola Dueñas o de Blanca Portillo, pero al final no sabes qué peso tiene, porque es un trabajo en equipo en el que se va enseñando, proponiendo, tirando cosas... El proceso suele ser corto y nada tortuoso: un mes y pico para un reparto concreto.

De sus años del teatro aporta los actores veteranos a los repartos.

Recuperar a Amparo Baró para 7 vidas, a Juan Diego para Los hombres de Paco o a Lola Herrera para Un paso adelante me ha dado ventajas para hacer bien los trabajos. Ellos me han dado su confianza porque me conocían. Tenerlos también sirve para que los jóvenes aprendan cómo se debe trabajar, cómo hay que ser puntuales, permanecer atentos€ La tele es muy difícil, muy paralela al teatro. Es muy complicado hacer televisión. En las series juveniles buscas más frescura, chicos de carpeta, pero tiene que haber cierta verdad y frescura, no te vale cualquier modelo. Eso se puede desarrollar o quedar ahí, y puedes crear un actor o un desgraciado. El que crea en el dinero y la popularidad rápida y no en una carrera de fondo puede ser un desgraciado. Este oficio te tiene que gustar mucho.

En el cine le introdujo el productor Elías Querejeta cuando ya se estaba emitiendo la serie Periodistas

Quería verme para la primera película de su hija Gracia, Cuando vuelvas a mi lado. Salí muy contento de la reunión. Entré por la puerta grande del cine porque Querejeta era la aristocracia: Víctor Erice, Jaime Chávarri y Carlos Saura. Luego vino Los lunes al sol, con Fernando León de Aranoa, seis películas hasta Siete mesas de billar francés, de Gracia Querejeta. Entre tanto me llamaron para otros proyectos.