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Papel vegetal

El fijador de pelo del alcalde

Una noticia de alta política española ha llegado a los medios germanos, tan preocupados por lo visto por las negociaciones que en el país ibérico mantienen los partidos de izquierda para formar gobierno y evitar nuevas elecciones.

Es la que tiene como protagonista a un alcalde y un fijador de pelo: el que compró con cargo a las arcas públicas el nuevo regidor de Zaragoza, que ganó las elecciones al frente de una candidatura de izquierdas, integrada por Podemos, IU y Equo.

La información está firmada por el corresponsal en la Península Ibérica del diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung y lleva el irónico título de "La revolución española necesita fijador de pelo".

El corresponsal cuenta con pelos y señales, lógicamente extraídos de medios españoles, lo ocurrido y las explicaciones que se vio obligado a dar el alcalde por la adquisición con dinero público de un fijador que sólo valía dieciséis euros.

El alcalde explicó que trabajaba hasta trece horas diarias, y que, tras tan agotadoras jornadas, a veces no tenía más remedio que acudir a algún acto, en el que debía estar "presentable".

Comenta el corresponsal lo poco que han tardado los "revolucionarios" que entraron en los ayuntamientos o los gobiernos regionales tras las pasadas elecciones en adoptar los mismos malos hábitos que reprochaban a "la casta".

Han recurrido, dice, al viejo "nepotismo" y al "capitalismo de amiguetes", colocando a amigos y allegados en puestos remunerados.

No podemos reprochar al periodista el que haya convertido una chusca anécdota en la noticia del día en la España de la corrupción y el despilfarro multimillonarios.

Sí debemos en cambio criticar al alcalde de Zaragoza por su ingenuidad, estupidez o torpeza, que ha dado lugar, como ocurre en estos casos, a que no se hable de otra cosa y que la noticia haya incluso traspasado las fronteras del país.

Si en lugar de tanta arrogancia como exhiben a veces, los dirigentes de Podemos pisasen el suelo, comprenderían que van a ser juzgados no por sus gestos de cara a la galería más o menos izquierdosa, sino ante todo por la gestión transparente que hagan siempre de la cosa pública.

Y deberán saber que unos medios conservadores que muchas veces no cumplieron en el pasado el papel de control que habría cabido esperar de ellos van a ser ahora implacables y no van a perdonarles el mínimo desliz.

Un desliz que, aunque sea de sólo dieciséis euros, va a ocupar las primeras planas de algunos medios y van a llegar incluso a la prensa extranjera como la noticia española del día, como ha ocurrido ahora. Vergogna, vergogna, que diría un italiano.

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