"Hay de ellas muchas variedades: tempranas y tardías; de flor blanca, rosada, cenicienta o azul; de un epidermis blanco, pardo, amarillo, roxo, ó morado; de figura redonda, larga, ovalada, esquinada, con excrecencias". Juan Bautista Bandini.

Corría el año de 1816, cuando en el primer texto impreso en Canarias donde se menciona el cultivo de la papa en las Isla, el libro titulado Lecciones elementales de agricultura teórica, práctica y económica, se describe este tubérculo como parte integrante de nuestra agricultura tradicional.

Aparte de la descripción de J. B. Bandini, en otros catálogos de mediados del siglo XIX sobre los cultivares de Solanum tuberosum (que así se llama en realidad nuestra papa) en las Islas Canarias, ya se mencionan hasta catorce variedades diferentes y que aúnan tanto las procedentes de tierras andinas junto con otras que provienen de variedades de Inglaterra, Holanda, Irlanda y resto de España. En octubre de 2012, tras un proceso que iniciaron unos visionarios hace catorce años, la Unión Europea concede el ansiado registro definitivo que reconoce a nuestras Papas Antiguas de Canarias con la máxima figura de calidad diferenciada, la Denominación de Origen Protegida (DOP), que se puede dar en nuestro entorno socioeconómico a cualquier producto agroalimentario. Hay que indicar que si bien para España están reconocidas otras papas (Pataca de Galicia y Patatas de Prades), lo están mediante una Indicación Geográfica Protegida (IGP), no como Denominación de Origen como las nuestras y en el registro de la Unión Europea solo aparece otra Denominación de Origen para papas (Patata di Bolonia) y que en este caso solo protege una variedad, mientras que para las Papas Antiguas de Canarias se protegen 29 variedades.

Veintinueve variedades de papas protegidas, únicas y especiales, que enriquecen además de nuestra despensa nuestro léxico, con nombres tan singulares, excepcionales, distintos, particulares, peculiares y prodigiosos como la propia papa y que son verdaderas joyas del lenguaje de esta tierra: Negrita de El Hierro, Buena Moza o Palmera, Blanca, Colorada, Corralera Tijarafera, Corraleda Colorada, Corraleda Legítima, Carralera, Negra de La Palma, Negra Veteada, Rayada o Jorge, Haragana, De Ojo Azul, Blanca, Moñigo de Camello, De la Tierra, Azucena Negra, Azucena Blanca, Bonita Negra, Bonita Blanca, Bonita Colorada, Bonita Llagada, Bonita Ojo de Perdiz, Borralla, Colorada de Baba, Negra Yema de Huevo, Peluca Blanca, Peluca Negra, Peluca Roja y Terrenta.

Las condiciones orográficas, edafológicas y climáticas del Archipiélago, junto con la tradición del cultivo y la experiencia de nuestros agricultores, hacen que las Papas Antiguas de Canarias presenten características diferenciadas, gracias a nuestro suelo volcánico, que marcado por la falta de materia orgánica y por la gran cantidad de elementos minerales de tipo basáltico, ha dado lugar a un producto único, con unas características peculiares que determinan una singular morfología.

Mientras en Europa las variedades han ido evolucionando hasta llegar a las papas hoy presentes en el mercado, que poco recuerdan al material de partida, en el Archipiélago se pueden encontrar múltiples cultivares locales que mantienen las prácticas y las tradiciones de cultivo de aquellos tubérculos primitivos que llegaron a Canarias procedentes de América en el siglo XVI, los cuales, según demuestran estudios realizados en el Archipiélago, se han adaptado al medio edafoclimatológico de las islas y poseen hoy en día características únicas y diferentes.

Los cultivares locales de Papas Antiguas de Canarias no sólo son un patrimonio genético de incalculable valor, sino un importante patrimonio etnográfico y socioeconómico, ya que están estrechamente ligados a multitud de usos y costumbres típicos de los agro sistemas tradicionales de nuestras islas, además de contribuir al mantenimiento de las rentas y de su forma de vida de los agricultores que las han conservado.

Canarias. Latitud de vida.