Un no hoy del Vaticano es un si mañana». El cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, respondió con estas palabras al sacerdote Fermín Romero cuando le planteó la aspiración canaria de convertirse en una archidiócesis, con sus obispos titulares y auxiliares, tanto en Gran Canaria como en Tenerife, y dejar de depender eclesiásticamente de Sevilla. Una anomalía de la historia de la Iglesia tan lenta en sus movimientos como sabia en sus decisiones. Hablaban Amigo y Romero allá por 2004 cuando el palmero Bernardo Álvarez acababa de tomar posesión como titular de la sede episcopal nivariense. Tan solo 17 años desde entonces y cuanto ha cambiado Canarias y la Iglesia católica.
La diócesis de Canarias daba ayer un primer paso en el histórico camino hacia la archidiócesis. Todo hay que decirlo, que también reivindicó Lorenzo Olarte. José Mazuelos, con tan solo dos años en la sede de Vegueta, hace historia con la promoción de un obispo de Valsequillo. Todo lo que va a Roma de Roma viene, se repite en el adagio eclesiástico para interpretar estos acontecimientos. Es decir, que el obispo de Canarias cuenta con la escucha y atención en Madrid y en Roma, desde la nunciatura, pasando por los dicasterios vaticano y, por supuesto, por el Papa Francisco, que sigue al mínimo detalle los nombramientos de obispos.
Mazuelos acaba de llegar de la visita quinquenal a la Santa Sede, donde se contagió de coronavirus y le obligó a estar en cuartentena en su residencia de la plaza de Santa Ana, pero el esfuerzo le ha valido la pena. Otros obispos, e incluso arzobispos, no consiguen el ‘placet’ del Santo Padre para nombrar un auxiliar y además entre los sacerdotes del clero diocesano.
José Mazuelos, médico antes que cura, se fue a Roma a ampliar estudios ya con avanzada edad y compartió residencia de estudiantes con un joven Cristóbal Deniz. Aquellos compañeros del Colegio Español romano pronto serán hermanos en el episcopado.
