Retiro lo escrito

La procesión de simulacros

La consejera de Derechos Sociales del Gobierno Canario y presidenta de Podemos en Canarias, Noemí Santana.

La consejera de Derechos Sociales del Gobierno Canario y presidenta de Podemos en Canarias, Noemí Santana. / Europa Press

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Disimular, para Baudrillard, es fingir que no existe algo. La simulación, en cambio, es lo contrario: finge que algo existe. Parodiando un título del filósofo francés en Canarias vivimos una procesión interminable de simulacros gracias al siempre diligente Gobierno autónomo. De ese simulacro de realidades se destilan signos para el discurso político dizque progresista del cuatripartito. No es, por ejemplo, que se finja que no existe el empleo chungo, la lacerante carestía de la vida, la pauperización de las clases medias o una tasa de segregación escolar espeluznante. Se finge que existe algo que diluye como un dulce ácido sulfúrico todo eso, problemas y dolores que pueden llegar a mencionarse, pero como un signo vacío. En el caso del sistema público escolar, se finge que existe una política educativa dirigida por doña Manuela Armas, una política educativa que, en realidad, se limita a contratar algunos cientos de profesores, a liarse con los currículos y a intentar destruir contenidos canarios con el esfuerzo estúpido de varios ideólogos memos disfrazados de funcionarios.

Los hospitales de enfermedades emergentes. Son tres y su construcción ha consumido más de setenta millones de euros. Durante meses y meses estuvieron incorporados al relato gubernamental de la lucha triunfal del Ejecutivo para fortalecer la sanidad pública y mejorar la atención a los ciudadanos. El pasado mes de junio nuestro profeta, el benemérito y justo Jeremías Torres, anunció que su apertura era inminente. Por supuesto no están operativos. Ni siquiera están conectados logística y tecnológicamente con el resto de los hospitales más próximos. Las empresas constructoras responsables –sería interesante repasar las licitaciones– no han entregado los edificios legalmente al Servicio Canario de Salud. Mientras tanto se han cronificado cada vez más asfixiantemente las urgencias hospitalarias, han crecido y siguen creciendo las listas de espera médicas y quirúrgicas, y la reforma programática de la atención primaria no termina de arrancar. Pero tenemos tres, nada menos que tres hospitales-signos muertos de risa y todavía el presidente y el consejero de Sanidad se muestran orgullosos de su gestión y se van al Hospital del Sur de Tenerife para sacarse una foto y anunciar –otro simulacro empapado de humor– que se licitarán las obras para completar el centro hospitalario en 2024. Al lado, otro simulacro, el simulacro de un presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, ponía carita de ocasión histórica sobre la papada escultural. Días y días vendiendo estos simulacros de hospital como simulacro de alfalfa a simulacros de ciudadanos. Cuando los signos empezaron a pudrirse se callaron la boca. Pero no deja de ser curioso que los que ironizan sobre el Zendal de Isabel Díaz Ayuso en Madrid tengan tres edificios supuestamente hospitalarios vacíos y no hayan podido meter dentro ni una bacinilla.

Con el formidable simulacro de éxito de la política de dependencia –que ha consistido en optar en todos los casos no por atender las demandas sociosanitarias de los dependientes, sino asignarles una modesta cantidad en metálico a los familiares y ustedes se las compongan– ocurre algo parecido. La consejera de Derechos Sociales, Noemí Santana, avanza tan rápidamente que muy pronto se resolverán más expedientes de dependencias que dependentes tenemos en las Islas. El simulacro Santana es un peligro: otros cuatro años y ya no existirá pobreza ni desigualdad ni machismo en Canarias y la Historia estará a punto de acabar, porque la consejera, más que socialista, es fukoyamista. ¿Y el simulacro de Julio Pérez, el hombre más humilde del planeta, y su simulacro de estabilización de las plantillas de las administraciones públicas a través de pruebas trisilábicas asimismo simuladas? No sé qué ocurrirá cuando una anomalía sistémica fulmine los simulacros. Pero que no tarde.

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