Reseteando

Cuatro generales y una dimisión

La directora general de la Guardia Civil, María Gámez, en un acto en Cantabria.

La directora general de la Guardia Civil, María Gámez, en un acto en Cantabria. / EP

Javier Durán

Javier Durán

Del cerdo se aprovecha todo, hasta lo más recóndito. Y otro tanto se podría decir de la dimisión de la directora de la Guardia Civil, renuncia en la que el marrano es la presunta implicación de su marido en una malversación en Andalucía, o sea, corrupción. Faltaba en todo el tinglado de los altos mandos de la Benemérita, caso Cuarteles, la cabeza romana de un responsable político, y la oportunidad la puso en bandeja el consorte de María Gámez. Pero en la sucia política no hay placer más irritante que aligerar con un relato alternativo: quedan aún muchas grabaciones pendientes del mediador/confidente, el galdense Navarro Tacoronte. Y lo dejamos ahí. El cuerpo de los tricornios, perforado estos días por una auditoría de pico y pala, ha visto con asombro –me refiero a la supermayoría honrada– cómo la saliente se despedía en rueda de prensa rodeada de los cuatro generales de la cúpula de la Guardia Civil, militares de carrera a los que seguramente el ministro Marlaska les rogó que abrigasen a la dimisionaria. La escenografía acojonó por los semblantes severos y la profusión de galones, casi un revival del día aciago en que Sánchez daba a conocer el estado de alarma por el covid. Aquí era simplemente la vergüenza de una corruptela marital y no el establecimiento de medidas excepcionales en un país. La diferencia es más que sobresaliente. Según se desprende de la investigación judicial y policial, todavía en fase preliminar, los desmanes en el seno del Instituto Armado ocurrieron antes de la llegada de Gámez, la primera mujer en el quehacer, pero está claro que las cuentas no cuadraban, al margen de que fuese un vocerío interno las irregularidades en las obras de las casas cuartel. No es un pasado remoto, sino más bien fresco. Inspecciones y expedientes en punto muerto, condición propia de la endogamia grupal, hicieron el resto hasta llegar a esa imagen de impacto, que, como bien dice el ministro del Interior, va de «profilaxis democrática». Pero para transmitir tal objetivo no hace falta sacar a la sala de prensa a la punta de la pirámide.

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