Exdirigentes

Jarrones chinos

El expresidente del Gobierno, Felipe González (i), y el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra (d), durante la presentación de su nueva obra 'La rosa y las espinas', en el Ateneo de Madrid, a 20 de septiembre de 20213, en Madrid (España).

El expresidente del Gobierno, Felipe González (i), y el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra (d), durante la presentación de su nueva obra 'La rosa y las espinas', en el Ateneo de Madrid, a 20 de septiembre de 20213, en Madrid (España). / Jesús Hellín - Europa Press

Agnès Marquès

Dice la cultura popular japonesa que no hay que tirar jamás un jarrón roto, sino repararlo de manera que sean evidentes las cicatrices, la historia del jarrón, sin disimularlas. La técnica se llama kintsugi y es una buena metáfora de lo que es estar vivo. Te hieren, te arrugas, te duele y ahí están el rictus, los ojos cansados, las patas de gallo sin disimular. Eso, los japoneses, que en eso me gustan mucho. Después están los jarrones chinos, que nadie sabe dónde poner y muchos desearían que alguien les diera un golpecito sin querer, que se cayeran y se rompieran en tantos pedazos que ni el kintsugi.

Es un poco, o mucho, lo que pasa con algunos expresidentes, que sufren resistencia a perder protagonismo y una tendencia a estar fuera de lugar. Kamikazes faltos de respeto por su propio legado. Y a medida que pasa el tiempo y queda más lejos su momento político más estridentes son sus apariciones públicas. Hay que destacar las últimas intervenciones de Felipe González y Alfonso Guerra, tan fuera de lugar como de su tiempo: a Felipe ya hay que añadirle siempre el González para que alguien del siglo XXI sepa de quién hablamos. Ambos, removidos por el carácter de superviviente de Pedro Sánchez, andan descontrolados.

Dando el cante

Según el expresidente del Gobierno en los años ochenta y principios de los noventa, los catalanes favorables a la vía de la amnistía son una minoría en vías en extinción, algo que no ha conseguido nadie ni con métodos más expeditivos, y Alfonso Guerra descorcha su machismo ochentero al hablar del tiempo que le queda para pensar a la vicepresidenta del Gobierno español en funciones, Yolanda Díaz, entre peluquería y peluquería. Descontrolados y dando el cante, los notables jarrones chinos de la política española. Con la de lecciones que puede dar uno quedándose en silencio.

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