Cartas a Gregorio

Morir de frío

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Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Triste final el de un señor que se suicidó después de haber estado congelado más de 500 años. Cuando lo descongelaron decía llamarse Wald Disney, pero nadie se acordaba de él ni sabía quién era…

Hoy mismo puede que sea el aniversario del fallecimiento de algún familiar o amigo del que nadie se acuerda, sobre todo si han pasado muchos años.

Suponte lo que pasaría si estuvieses muerto y te revivieran como quien despierta de un sueño. Creo que a nadie le gustaría reaparecer después de un tiempo para ver si el mundo ha cambiado y poder así vivir mejor.

Piensa, Gregorio, que, para los que ya hemos cumplido muchos años, la vida se hace cada vez más solitaria, porque la mayoría de nuestros amigos han desaparecido.

Imagínate, entonces, si dentro de 200 o 300 años te despiertas en un mundo donde no conoces a nadie ni nadie te conoce a ti. Tampoco sabrías cómo funcionan las cosas y ni siquiera entenderías la forma de hablar de la gente.

Decir también que Wald Disney, fumador empedernido, murió de cáncer de pulmón el año 1966 a los 65 años, y que el buen señor fue incinerado. Sus cenizas reposan en el cementerio de Forest Lawn de Glendale (California). Sin embargo, y como era de esperar en un personaje de sus características, hay quien asegura que poco antes de morir fue criogenizado, es decir, congelado a muy baja temperatura para revitalizarlo en el futuro.

Lo que envidio de los osos y de otros animales que tienen la capacidad de hibernar es que puedan estar de 5 a 7 meses al año durmiendo sin que al despertar tengan atrofiados los músculos como nosotros, Gregorio, que solo con estar un par de semanas en cama tenemos que hacer rehabilitación para volver a caminar.

Pero también es verdad que algunas veces te gustaría desaparecer, aunque solo fuera por unos pocos meses, pero, de momento, es imposible, así que tienes que seguir al pie del cañón quieras o no quieras.

Da la impresión de que hay una especie de confabulación judeo-masónica que ha conseguido que, mientras debas dinero, te mantengas en buena forma física y mental, pero, en cuanto acabas de pagarlo y sientes que ya te has liberado, te cae encima una enfermedad terminal que en poco tiempo te fulmina. Es lo que pasa cuando te jubilas o cuando tienes una hipoteca, que mientras estés pagándole al banco parece que estás resguardado, pero tan pronto la liquides pasas al corredor de la muerte. Por eso a las hipotecas deberíamos llamarlas «hiprotejas», porque mientras tengas alguna en activo el banco te protegerá para que no te mueras antes de pagarla…

De cualquier forma, y si tuviese que elegir entre morir congelado o incinerado, preferiría lo segundo, porque al menos me mantendrían calentito por un par de horas, lo que siempre será mejor que morir de frío lentamente…

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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