Reseteando

Hurgar en la migración

Junts mete a Sánchez en el pasteleo migratorio con las mismas tácticas utilitaristas de una ultraderecha europea que vende la idea del ‘gran reemplazo’

El acuerdo sobre competencias migratorias tensa la relación ERC-Junts e incomoda al Govern

El acuerdo sobre competencias migratorias tensa la relación ERC-Junts e incomoda al Govern

Javier Durán

Javier Durán

El presidente Clavijo y varios de sus consejeros tienen mañana un encuentro con el Papa para hablar de la emergencia migratoria canaria, mientras Carles Puigdemont y Junts, socio en el alambre de Pedro Sánchez, introduce la cuestión migratoria en el póquer de la estrategia independentista. Más allá de las confesiones religiosas y otras beaterías, es obvio que hay una diferencia evidente a la hora de abordar el asunto. El titular del Ejecutivo isleño está en el espectro de la preocupación desde parámetros humanitarios de las miles y miles de personas que intentan llegar (o se mueren) desde África a las costas del Archipiélago. En el lado opuesto, los soberanistas se acercan peligrosamente al sentido descaradamente utilitaristas que fascistas, neonazis e iliberales (no liberales) tratan de obtener de la migración.

Las democracias europeas mantienen en este momento un combate de ideas entre la restricción o apertura de sus fronteras. Un discurso que se enfrenta, no sin riesgos, a una ultraderecha que en su afán de conquistar el mayor número de votos pastorea sin complejos por los meandros de la xenofobia. Ejemplo de ello ha sido el descubrimiento escalofriante de que cargos de Alternativa por Alemania (AfD), la extrema derecha eurofóbica al alza en el estado germano, planificaba en compañía de nostálgicos de Adolf Hitler una expulsión de millones de migrantes. Una adaptación de la solución final, sin ardientes hornos crematorios, instigada por la vomitona pestilente del gran reemplazo: el continente está siendo tomado por una horda de africanos que expulsarán a los nativos tomando el poder de las instituciones claves.

¿A qué viene este pérfido asalto de Junts a los prados de la migración, un triple salto que nada tiene que ver con el referéndum y que brota en medio de las negociaciones a la desesperada de un PSOE necesitado de apoyos para su proyecto socioeconómico? El becerro de oro de Waterloo trata de apuntarse al dilema que recorre a la socialdemocracia y a la derecha liberal europea, que absorbe, aunque sea con pajilla y a sorbitos, las propuestas que pretenden contentar las reclamaciones de un segmento social que culpa a los migrantes de los males económicos que padece, desde el paro a la lista de espera para una intervención quirúrgica, pasando por la pérdida de poder adquisitivo. Más de la mitad de los catalanes (sondeo del ICPS) no creen en la independencia y consideran que el procés acabará en un pacto de Estado. Puigdemont, por tanto, tiene que ponerse las pilas y calentar su granero de votos con la migración. Sin ir más lejos, con la medida populista de la expulsión de migrantes que delinquen o el cierre de la verja para los menores no acompañados.

La tropa socialista ha salido en tromba para aclarar o expurgar el acuerdo en tinieblas firmado con Junts con la migración de trasfondo. Pero está claro que se mueven en aguas turbulentas, al permitir que la desgracia y la mortandad se convierta en moneda de cambio. Formando parte de este pasteleo, Moncloa se aleja de otros liderazgos donde se pone el énfasis en unas políticas migratorias que no traicionen el acervo de los valores de tolerancia europeos, respetados hasta ahora pese los embates del radicalismo de derecha. De vuelta a Alemania, el gobierno de Sholtz, en respuesta a los tentáculos de los neonazis y más ralea, ha regularizado a miles de migrantes. Sánchez, en cambio, ha tenido la gran osadía de hurgar en la migración con los independentistas, cuando el problema está en las Islas, en un esperado acuerdo con las comunidades autónomas para la asistencia a menores y en una política exterior en origen que palie la sangría. Pero hasta Maquiavelo acabará hartándose de tanto retorcimiento.

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