Opinión | Sol y sombra

Rubiales de Arabia

Luis Rubiales en la Real Federación Española de Fútbol

Luis Rubiales en la Real Federación Española de Fútbol / FERMÍN DE LA CALLE

Ahora se sabe que lo de menos era imputar a Rubiales por un beso inapropiado y a destiempo a una futbolista. El problema de fondo estaba y está en sus supuestos delitos al frente de la Federación Española de Fútbol, la administración desleal o la corrupción en los negocios particulares. Entre ellos las comisiones millonarias que, parece ser, cobró por el traslado de la Supercopa a Arabia Saudí, y que ya eran objeto de sospecha desde que pillaron hace dos años aquellos audios reveladores con Piqué.

El pelotazo de Arabia no sé si es la punta del iceberg pero tirando del hilo van surgiendo contrataciones vinculadas con el organismo que presidía el investigado. El fútbol profesional es un pozo sin fondo de gatuperios y enjuagues. No lo ha inventado Rubiales, existe como un mal incrustado en la casta de trincones y barandas que lo dirigen de norte a sur del planeta. Lo que ha diferenciado, en este caso, a Rubiales de otros es la aparente falta de tacto para conducirse por la vida hasta propiciar su caída.

Porque tampoco es descabellado, a estas alturas, sospechar que al expresidente de la RFEF, hasta hace tan solo unos meses en el cargo, lo dejaron caer a plomo los que estaban al tanto de sus supuestos negocio ilícitos y lo mantenían a flote por si sabía más de la cuenta y con ello podría perjudicar aguas arriba a cualquier pez gordo. En este país nos pasamos la vida poniendo equis a los personajes de operaciones oscuras que no siempre se desvelan del todo.

Rubiales, sintiéndose protegido, es posible que en algún momento se creyese el rey del mambo. Y en esas estaba cuando estampó aquel pico eufórico y, en vez de ofrecer disculpas por haberse comportado como un gañán, se vino arriba y desafió al establishment político y, con él probablemente, a los que hacían la vista gorda y preferían mirar para otro lado.