Opinión | Entre líneas

Andrea López-Tomàs

Odio a los sirios en el Líbano

Ataque con misiles en Idlib, Siria.

Ataque con misiles en Idlib, Siria. / EP

Hay decenas de miles de ellos, pero hoy en día no se encuentran por ningún lado. Los negocios en los que trabajaban están cerrados. La basura se acumula alrededor de los contenedores. En las calles de Beirut se ven menos motos destartaladas. Los sirios en el Líbano parecen haberse escondido. El casi millón y medio de ciudadanos sirios que vive y sostiene el país de los cedros no se deja ver. Después de más de una década refugiándose en el Líbano –algunos como refugiados, otros no–, una nueva ola de odio en su contra los ha obligado a mantenerse alejados de la vista pública con tal de preservar su bienestar. Aquellos que, en las últimas semanas, se han cruzado con grupos organizados de libaneses han recibido palizas, amenazas, insultos e improperios.

Todo se agravó con el asesinato del oficial de las Fuerzas Libanesas Pascal Sleiman el pasado 7 de abril. De camino a casa tras el funeral de un familiar, el jefe de la oficina del distrito de Jbeil de las Fuerzas Libanesas, en la costa norte del Líbano, una zona predominantemente cristiana, fue detenido por cuatro hombres y asesinado cuando supuestamente intentaban robar su automóvil. Luego, su cuerpo y su coche fueron trasladados a Siria, de donde son los atacantes. Cuando se anunció su muerte, 24 horas después de su desaparición, su partido cuestionó inmediatamente la versión oficial de los hechos compartida por el Ejército libanés.

Entonces, sus seguidores le siguieron. Decenas de hombres en Jbeil, nombre árabe de la ciudad de Biblos, en barrios cristianos de Beirut y en otros municipios del Monte Líbano alrededor de la capital libanesa salieron a la caza de sirios. «Las Fuerzas Libanesas quieren dejar que su pueblo cargue su ira contra algo y los sirios son un blanco fácil debido a su total falta de protección por parte del Estado libanés», afirma Wadih Al Asmar, presidente del Centro Libanés de Derechos Humanos. «Desde el principio de la revolución en Siria, sus ciudadanos huyeron al Líbano, cuyo gobierno no ideó ninguna estrategia para gestionar todo este flujo de personas que dependían y siguen dependiendo de organizaciones internacionales o locales», explica a este diario.

Chivos expiatorios

En medio de una de las peores crisis económicas del mundo desde 1850, según el Banco Mundial, los sirios en el Líbano se han convertido en el chivo expiatorio por excelencia. Gran parte de la sociedad libanesa prefiere culparlos de todos sus males, –de su pobreza, del corralito en sus bancos, de la devaluación de su moneda en más de un 90%, del deterioro de sus servicios públicos, del éxodo de su población–, antes que señalar a los líderes políticos instalados en la corrupción que ellos mismos han votado y han mantenido en el cargo desde el final de la guerra civil. «Los partidos políticos en el Líbano usan a los sirios como un arma política a la que culpar de todo», denuncia al Asmar.