El Teatro Pérez Galdós parece otro con el patio de butacas vacío y un eco algo fantasmagórico. Sobre las tablas y bajo los potentes focos, alguien que tantas veladas ha disfrutado en el señero coliseo, si bien del otro lado: el alcalde capitalino Jerónimo Saavedra. Buena atalaya, buen escenario para atreverse a pronosticar el futuro de ese fenómeno tan complejo al que llamamos cultura. Una cultura del siglo XXI que Saavedra atisba "con características bastantes diferenciadas de la de los siglos precedentes", y en la que entrarán en juego "manifestaciones que antes se consideraban estrictamente artesanales y otras que aún se discute si forman parte de la cultura, como la gastronomía o el carnaval".

"Este lugar sagrado", como llama Saavedra al Pérez Galdós, mantiene toda la solera, todo el perfume del pasado, pero en su exterior ya se proyectan óperas en formato de pantalla gigante. Para el alcalde, la presencia cada vez mayor de la tecnología también marcará la elaboración de los discursos y el consumo cultural, con unos productos que combinarán distintas disciplinas. "La utilización de las nuevas tecnologías nos conducirá a un arte interdependiente, con performances que atraerán a bailarines, actores, mimos y proyecciones audiovisuales, para un arte efímero que sólo está para el momento en que se está produciendo el acto creativo, pero que tendrá que ser grabado y filmado para que se conserve en el futuro", explica.

Saavedra prevé la popularización del consumo cultural hasta para manifestaciones que se venían manteniendo en ámbitos más o menos minoritarios. "Se va a extender la popularización de los fenómenos culturales en sus conceptos más clásicos", afirma el alcalde, que ya ve fraguarse este cambio en el municipio que dirige. "He asistido en el centro social de las cooperativa Tres Palmas o e el salón de actos del Instituto de La Isleta a representaciones de teatro o a conciertos de música clásica, que antes hubiera sido inimaginable que pudieran atraer a 80 o 90 personas".

Popular, pero no gratuita. "La cultura hay que pagarla, porque no es posible que recaiga sobre el patrocinio privado, como el modelo americano, o sobre el patrocinio público, como el modelo europeo", explica este reconocido melómano, que se manifiesta contrario a los espectáculos gratuitos. "Es necesario que el espectador aporte, porque los espectadores infravaloran los espectáculos gratuitos aunque tengan una gran calidad, pero además se alejan de los otros espectáculos en los que sí necesitan pasar por taquilla". En todo caso, no cree que los precios vayan a ir al alza una vez superada la crisis, y apela a la imaginación para sortear las estrecheces de presupuesto. "Cuando llegó Fidel Casto a dirigir Cuba, con las restricciones que impuso la revolución, en el Tropicana se hacían los trajes con papel y la imaginación les permitía superar las restricciones", explica.

Con el reto de conseguir para Las Palmas de Gran Canaria la capitalidad cultural europea de 2016, Saavedra ambiciona una ciudad en las manifestaciones culturales no aparezcan estrictamente localizadas. "Conviene decir que la cultura no sólo en la ciudad baja, sino que tiene que estar también en la ciudad alta y en todos los barrios del norte, del sur, del este y del oeste, porque así se incorporarán nuevos públicos y nuevos creadores", explica.

¿Confirmada entonces la quiebra de la tradicional división entre alta y baja cultura? "Yo creo que sí, que ya está sucediendo", afirma rotundamente Jerónimo Saavedra.

Ah, una última cuestión, aunque no menos importante. ¿Qué papel jugará el periodismo en todo este escenario cultural del futuro, ahora que LA PROVINCIA lanza un nuevo diseño? Para el alcalde capitalino, "cabe ir hablando de sostenibilidad periodística, en cuyo contexto desempeña un papel primordial el diseño que, en mi opinión, debe ser un reclamo, debe tener la garra que induzca a la lectura de la información". A su juicio "la prensa escrita sigue teniendo fieles lectores, luego lo importante es modelar el producto a los nuevos hábitos de lectura".