Quien conozca la realidad social de China se sorprenderá de la revolucionaria tesis de un español que vive en el país asiático y que lleva muchos años estudiándolo. Pedro Ceinos, madrileño, 50 años, casado en China y con dos hijas, acaba de publicar un libro titulado El matriarcado en China. Madres, reinas, diosas y chamanes, un trabajo que es -asegura- lo primero que se edita no sólo en español sino en cualquier otra lengua occidental sobre un asunto que permite explicar algunos extremos de la realidad china actual. Ceinos prueba que durante miles de años las múltiples culturas que hoy componen ese conglomerado bajo la bandera china vivieron en un régimen de matriarcado, infinitamente más igualitario que el actual. "La sociedad china es muy machista", en eso nos parecemos a pesar de la distancia geográfica y cultural.

Es el décimo libro de Ceinos, el octavo sobre China, un país que hace años ha pasado a formar parte de su vida. Pedro Ceinos, padre de dos niñas de 1 y 4 años de edad, vive en Kunming, una ciudad al suroeste del país, y a unos dos mil kilómetros de Pekín. Kunming está mucho más cerca de las fronteras con Birmania y Vietnam, a tan sólo unos 500 kilómetros, zona montañosa, China profunda, un perfecto ejemplo de la importancia histórica de las minorías en un país heterogéneo al máximo.

Precisamente son las minorías chinas el principal objeto de estudio del escritor español. "Este es un proyecto que me ha llevado ocho años". No es para menos. El puzle chino incluye 55 minorías oficiales, de las que Ceinos toca 30, y más de 400 lenguajes diferentes derivados de ocho familias lingüísticas. Y cuando se escarba en el pasado de ese mundo tan desconocido para los occidentales, nos encontramos, entre otras cosas, "con un panteón enorme de deidades femeninas, que en muchos casos juegan papeles mucho más importantes que los dioses masculinos" en la historia sagrada. Allá donde las diosas son más poderosas que los dioses, hay matriarcado en la sociedad o, al menos, ausencia de un patriarcado que, por naturaleza, tiende a volverse cada vez más y más fuerte "empezando por la obsesión del control de la sexualidad femenina".

Ceinos, quien empezó a viajar a China en 1988, y vive allí desde 1994, trabaja algunos meses del año como guía turístico. El resto, se permite el lujo de estudiar, investigar y escribir. Cree que el patriarcado que acabó por inundar China es un fenómeno importado, traído por las tribus guerreras centroeuropeas en un proceso no muy distinto al que acabó con el matriarcado en Occidente. Guerreros a caballo y con el sable en la mano: perfecto cóctel para extender el poder del varón. Sin embargo, la mujer llegó a ejercer en China un poder inmenso. Emperatrices y madres, sobre todo madres, que son las que ostentaron un poder milenario, callado y eficaz.

De las emperatrices sabemos poco, salvo la imagen de aquella "reina viuda" que nos mostró Hollywood en la película 55 días en Pekín en la que se narraba la rebelión nacionalista de los bóxers y el asedio a las embajadas occidentales en 1900. Aquella emperatriz, encarnada en la actriz Flora Robson, era Tsu Hzi y no fue un personaje tan malvado como nos lo pinta el cine. Fue la última emperatriz de China. Pero la historia de las minorías está repleta de ejemplos de "jefas" que ostentaron el poder político y que eran una derivación pública de la "jefa" familiar, "madres que dominaban casas muy grandes".

En materia de deidades, resultan curiosas las similitudes entre culturas. La Emperatriz del Cielo es una diosa con gran predicamento en zonas costeras del país, y poniéndole imaginación al asunto, viene a ser el equivalente chino a nuestra marinera Virgen del Carmen. "Podemos afirmar que en los tiempos antiguos el mundo chino fue territorio de la diosa y de las sociedades matriarcales", dice Ceinos. "En la mitología, en el folclore y en los relatos históricos de China también encontramos muchas pistas semejantes a las que en Occidente hicieron sospechar la existencia de sociedades matriarcales".

Corrientes fluidas

El patriarcado desborda el poder milenario de la mujer en la cultura china, que es la encargada de exportarlo a las minorías. Las corrientes fueron más fluidas de lo que se puede pensar. "No se puede ignorar la existencia de comunicación desde tiempos remotos entre lo que posteriormente se iba a llamar la Ruta de la Seda, la presencia de pueblos indoeuropeos viviendo en las cercanías de los chinos, y la realidad de que para la transmisión de ideas sociales, religiosas, culturales o tecnológicas no hace falta la invasión de un pueblo sino que basta con la presencia de unas pocas personas con capacidad para transmitirla", escribe Ceinos en la introducción del libro. La tecnología importada entre los siglos XIV y XVII, en buena medida de la mano de los misioneros, "precedió a la ideología que acabaría con las sociedades matriarcales".

Norte, Sur, Este y Oeste de lo que hoy entendemos como el mapa de China, eran inmensos territorios dominados por el matriarcado. El inicio de la ola de dominación masculina que inundó China hay que ubicarla en el tiempo hace 3.500 o 4.000 años "y no cesó de extenderse según lo hacía la cultura china que la tomó como suya", asegura el escritor madrileño. El germen del patriarcado chino se encuentra en la dinastía Zhou, un conglomerado de decenas de monarcas (por supuesto, todos varones) y no concluye hasta la "unificación cultural" de la dinastía Han, un periodo corto, de apenas 400 años, entre el 200 antes de nuestra era, y el 200 posterior. El periodo en el que se inventa el papel "y en el que la mujer acaba definitivamente convertida en servidora del hombre".

"Con los datos de mi libro no parece muy aventurado sugerir que en la mayor parte de la China antigua existieron sociedades en las que la igualdad entre los géneros era la norma", dice Ceinos. En algunas de esas sociedades había mujeres que ejercían jefaturas políticas y religiosas, probablemente chamanes.

Tras la revolución china (siglo XX) mujeres y hombres tienen en el gigante país unificado los mismos derechos, pero "los miembros del poder político son masivamente masculinos" y los hombres dominan con holgura el mundo empresarial. ¿Responde este último extremo a una marginación de las mujeres? Es una pregunta que se hace Pedro Ceinos y para la que no tiene una respuesta concreta. "Lo cierto es que las chinas tienen una capacidad de trabajo e improvisación que supera a la de los varones", pero la mentalidad hace estragos. "Yo tengo dos hijas, y algunos conocidos me miran como diciendo: qué mala suerte tiene este hombre".

Como casi todo, hay explicaciones en un país donde hace veinte años el 80% de la población era campesina, y en la actualidad ese porcentaje no baja del 60. "Aquí no hay pensión. Cuando se vuelven viejos necesitan a alguien que les mantenga, y ese alguien suele ser algún hijo varón, porque las hijas se casan y se van a vivir a la casa familiar del marido. Tener hijos varones se sigue viendo como un seguro contra la miseria y la vejez".