"Ni de broma la dejaría con los abuelos, en mi caso mis padres no viven aquí, pero mis suegros son supermayores, no están para cuidar a nadie", señaló Sofía Vera mientras paseaba con su hija de tres años por el parque San Telmo en la mañana de este viernes. La suspensión de las clases a todos los niveles educativos en el Archipiélago ante la expansión del coronavirus trae de cabeza a miles de padres; una medida que se prolongará como mínimo las próximas dos semanas. Precisamente, el Gobierno tomó la decisión con el objetivo de evitar que los niños puedan ejercer de transmisores de la enfermedad. De ahí la preocupación de esta vecina de la capital grancanaria, pues los pequeños pueden contagiar con facilidad a los grupos de riesgo, especialmente a los mayores. "Hoy he visto [por ayer] a montón de abuelitos con sus nietos por la calle y eso da miedo", explicó.

Compaginar la rutina y el trabajo con entretener a los hijos será una tarea complicada para muchos padres estos días. "Nosotras hemos venido al parque para no molestar mucho a mi marido, es autónomo y trabaja en casa y claro la niña es muy chica", detalló Vera. Pero, lo cierto es que al llegar a San Telmo, la pequeña Sofía se encontró con los remitos precintados, pues el Ayuntamiento capitalino decidió hacerlo ayer mismo.

"Yo soy desempleada y por eso puedo hacerme cargo de ella, pero tengo amigas a las que no les ha quedado otro remedio que dejar a las niñas con los abuelos", indicó esta madre. Lo cierto es que en las calles de la capital grancanaria podía verse a algún que otro señor mayor de la mano de su nieto en la mañana de ayer. Es el caso de José Antonio Crispín. "No queda otra, mi hijo es mecánico y mi nuera es dependienta, no pueden trabajar desde casa", señaló ayer este vecino de Miller Bajo en la terraza del parque de Las Rehoyas. Mientras, el pequeño Iago Ayoze, de 11 años de edad, saca ba el balón de fútbol de la mochila para chutarla un poco y pasar el tiempo. "Juega en el Aregranca", apuntó orgulloso.

Gran parte de la población siguió ayer las indicaciones del Gobierno de no salir de casa. Según los taxistas, el tráfico por momentos recordaba al de un domingo o incluso al mes de agosto. "En cuanto a clientes diría que peor", señaló un conductor resignado. Una estampa que se repetía en los parques. "La clientela lleva bajando desde el miércoles", apuntó la camarera en la cafetería del parque de Las Rehoyas. "Había más gente con la calima", añadió con gracia, en referencia a los asfixiantes días de siroco que invadieron el Archipiélago a finales de febrero. Y es que pasadas las 12 del medioadía, Crispín, un amigo y su nieto eran los únicos en la mencionada terraza.

"No se puede tener al niño las 24 horas en casa, tiene que airearse", indicó este vecino para justificar su salida al parque. "Ahora tocará aguantarlo", añadió riéndose. "A ver si con el sacrificio pasa todo, algo habrá que hacer para parar la enfermedad", señaló tajante. A pocos pasos de allí, Emilia Rodríguez va cargada con bolsas de la compra camino de la casa junto a su hijo, Ángel Yeredey, de 10 años. "De lunes a viernes duerme en la residencia escolar de Gáldar, porque es allí donde va al colegio", apuntó.

"Cerraron la asociación de la tercera edad donde trabajo, así que tengo tiempo libre para estar con él en casa", explicó ayer esta vecina de El Polvorín en el parque de Las Rehoyas. "Buscaré actividades Facebook, manualidades, que le encantan", señaló, mientras el pequeño anunciaba que ya le tenía preparada una tarjeta para el día de la madre. "Tengo esa suerte de poder estar en casa, tengo una nieta de mi hija la mayor, que vive en la Península, y ha tenido que dejarla con una amiga, porque ella tiene que trabajar y no puede dejarlo", indicó.

Hay padres que sí han podido cambiar sus horarios para poder atender a los hijos. Es el caso de Velkis Izaguirre. "Pedí reducción de jornada y me la concedieron dos semanas", apuntó esta vecina de la zona de Tomás Morales, dependienta en un comercio de Triana. "Mi marido se quedó con ellas a primera hora, pero ahora ya tenía que coger la guagua para ir a Melenara para ir al trabajo", explicó, en mitad del parque San Telmo junto a sus hijas Valeria y Lucía -siete y tres años-. "No nos queda otra", exclamó.

"Ahora tocará planificar los días, tendremos que cambiarlos de cero", apuntó Izaguirre. No obstante, la idea de esta familia era celebrar el tercer cumpleaños de la pequeña Lucía el domingo. "Pero me llamaron ayer para cancelarlo, ahora haremos algo más íntimo en casa con la familia", indicó esta madre.

Entre los escasos transeúntes del entorno de Triana eran varios los padres con sus hijos al hombro o en carritos. Otros iban incluso en patinete. En el caso de Mamen González, esta vecina de la zona llevaba en el cochito a sus dos hijos, Antón y Bruno, de cinco y tres años respectivamente. "Vamos a comprar cositas para hacer manualidades estos días, plastilina, pintura, de todo un poco", apuntó. "Soy ama de casa, entonces eso se lleva bien, además mi marido es autónomo y bueno, puede estar en casa también", explicó, con detalle, mientras relataba todo lo que habían comprado ya en el supermercado en los últimos días, "lo tenemos todo congelado, carne, pescado, ya solo saldremos para lo básico".

"Se acabaron los parques, los cines, ahora hay que distribuir el tiempo, el colegio mandará actividades, para que no pierdan el hábito", explicó antes de seguir su camino, dispuesta a pasar lo mejor posible la epidemia con sus dos hijos. Precisamente, para padres como Merche Álvarez, la clave de estos días estará en la planificación. "Por la mañana vamos a reforzar los contenidos en los que esté más floja, leer es importante, tengo un teclado así que podrá seguir practicando el piano", señaló ayer la madre de Sara, de 11 años, "la edad ayuda, claro", recalcó.

Obviamente, no todo serán estudios, Álvarez ya tiene planificado jugar a las cartas, al parchis y hasta cocinar, "porque le encanta", puntualizó. "Desde hoy estoy con teletrabajo, llevo la parte de administración en un coworking, entonces no tengo muchos problemas", señaló. "Es mejor así, salir lo menos posible, tengo que cuidarme, no me puedo arriesgar porque vivo con mi madre y ella es mayor", puntualizó. "Con un planing semanal se puede sacar todo adelante", sentenció. Sin duda, por delante quedan dos semanas de incertidumbre, a la espera de que las medidas que ha impuesto el Estado puedan hacer frente al covid-19.