"Queremos ser atendidos los últimos". Así de contundente se mostraba en su respuesta una de las personas sin hogar de Las Palmas de Gran Canaria a la pregunta de cuál era su opinión acerca de las medidas que se estaban tomando sobre los colectivos más vulnerables tras la situación de alerta decretada por la crisis del coronavirus. Se trata de Arturo Suárez Guerra, un sin techo que, desde hace dos años, sobrevive entre las calles Alonso Alvarado y Cebrián y que demuestra una elocuencia a la hora de expresarse realmente admirable.

"Ahora mismo no he visto los coches de Cruz Roja o Caritas pasar por esta zona porque me imagino que tendrán algo más importante que hacer", reflexionaba en un primer momento. "Los aplausos que se ven por las noches no es solo por quedar bien, sino porque saben que los médicos están saturados y hacen una labor ejemplar. Yo soy uno de los que no me importa esperar porque estoy seguro de que hay personas más mayores y con alguna patologías que necesitan su asistencia más que yo, por eso los sin hogar podemos esperar", subrayaba. "Todavía me puedo defender un poco siempre y cuando me dejen tranquilo. Ahora no me conviene que ni me estén atosigando ni me metan en un sitio donde no me pueda buscar la vida y donde no sabré si voy o no voy a poder comer". Realmente, el caso de Arturo, al igual que el de algunos sin hogar de la capital grancanaria, resulta curioso porque, a pesar de su situación de vulnerabilidad, ha contribuido de alguna manera a mejorar la vida de los ciudadanos y estos se lo agradecen a su manera.

"Las recomendaciones sobre cómo debemos actuar nos las dan los mismos vecinos de la calle y bastante hacen. Ellos saben que no toda lo gente que está en la calle es por temas de droga y alcohol, sino que hay gente que está en la calle porque no le queda otro remedio y ellos lo saben y no ayudan", subraya.

Comedores

Para este sin techo, de 54 años, el tema de los comedores de la obra social no es una opción porque, a su juicio "están muy saturados" desde la crisis de 2008 y esto va cada vez peor. "Vivo de lo que me dan los vecinos y la gente que pasa, que sabe que no me gusta molestar a nadie, duermo en un solar cercano. He trabajado de camarero, metre, de peón en la construcción. Y en cuanto vas subiendo la edad el tema del trabajo se pone difícil". Pero para Arturo, el problema de las personas que como él, viven en la calle es que "las gente nos meten a todos en el mismo saco, y si aquel está fumando droga, este también va a estar haciendo lo mismo. Y por eso muchos lo pasan mal. Pero la gente sabe que soy una persona buena, que he ayudado y cambiado esta calle donde antes habían gritos y pleitos".

Y por eso mismo, Arturo puede presumir que la mascarilla que tiene se la facilitó un vecino, los guantes que usa la ferretería y el gorro desde el supermercado.

"No es que quieran tener una persona en la calle, pero saben que no todo es tan sencillo como parece", añade a continuación.

De una manera muy distinta se expresaba otro sin techo de la misma zona como es Vasile Dumitrescu, un inmigrante de origen rumano de 51 años, que no tiene papeles y que duerme en una zona de acceso de un edificio en estos momentos deshabitado en la calle Venegas junto con otras personas en una situación parecida a la suya. "La policía ha pasado y nos ha dado instrucciones de cómo debemos actuar para evitar la enfermedad", afirma desde el primer momento sobre el tema que está de actualidad en todo el mundo y del que ellos también están informados.

Vasile asegura que los cuerpos de seguridad del Estado les han recomendado que se vayan a dormir a otra zona menos céntrica y que mantengan limpio el lugar, pero él añade que no tienen mucho que elegir. "Con el problema del coronavirus estamos más expuestos que la mayoría de la gente, eso es del todo cierto, porque estamos continuamente en contacto con las personas, pero cualquier ayuda que recibamos estos días serán bienvenida", asegura. A pesar de no dominar totalmente el castellano, este hombre, de 51 años, tiene muy claro cuáles han sido las indicaciones que han dado los expertos sanitarios. "Todo se reduce a evitar el contacto cercano con personas enfermas, no tocarse la cara, cubrir la nariz y la boca al toser o estornudar y lavarnos las manos con frecuencia".

Finalmente, Antonio Pérez, que suele permanecer por la zona de la calle Eusebio Navarro, a la altura del Spar, afirma que, en su caso, sí que ha pasado gente del Ayuntamiento que les han informado de cómo deben actuar para no coger el virus. "Nos dicen que el virus se contagia bastante cuando las personas infectadas tosen y se lo transmiten a quienes se encuentran cerca", señala. "Y El tiempo entre la infección y los síntomas, conocido como período de incubación, dura hasta 14 días", Por este motivo ellos mismos intentan evitar realizar movimientos o actividades que conlleven un riesgo para no dar más problemas al sistema de salud pública canario.

Lo cierto es que tanto las administración como las organizaciones públicas de Las Palmas de Gran Canaria trabajan intensamente desde ayer para crear un plan de choque urgente que sirva para asistir a uno de los colectivos más indefensos en medio de toda la crisis del coronavirus como son todas estas personas sin hogar.

A nivel nacional, el ministro de Asuntos Sociales, Pablo Iglesias, coordinará las actuaciones en materia de protección a las personas sin techo en todo el Estado con la ayuda del ejército, y e materializará en la utilización de determinados alojamientos militares para que puedan vivir, el refuerzo de centros sanitarios y reparto de alimentación. Estas tres medidas resumen la mayoría de las iniciativas que se han producido durante las últimas horas desde la Consejería de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias, los servicios sociales del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, la Obra Social de Acogida y Desarrollo de Canarias, la Cruz Roja o la Unidad Militar de urgencia.

Taya Suárez, secretaria general de Caritas Diocesanas en Las Palmas de Gran Canaria, afirma que la organización se encuentra en coordinación con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para ver qué medidas mas apropiadas pueden tomar conjuntamente. Pero en lo que corresponda a Caritas Diocesana "lo que hemos hecho es reestructurar los comedores para poder dar comida individual a cada sin techo respetando la medidas preventivas y seguridad sanitarias". De este modo, las personas sin hogar que acudan ya no comen en grupo sino individualmente. Los comedores tiene grupos grandes espacios para que quepa el máximo número de personas, pero para que no hayan concentraciones y para evitar los contagios se ha tomado esta decisión, además de informar a cada uno de los que acudan de toda las normas que tienen que tener en cuenta con las medidas preventivas,

La segunda medida por parte de Caritas consiste en que aquellos que no tengan una vivienda pudieran tener cubierta esa parte a través del tema de los alojamientos alternativos. "Sobre las personas que por diversas circunstancias están en la calle por miles de razones nosotros seguimos aplicando el proceso socioeducativo que consiste en poner una vivienda a su disposición que puede ser a través de un alojamiento alternativo o paulatino porque es muy complicado" ya que lo fundamental es que los sin techo puedan tener su cobertura. Otro objetivo de Caritas es ayudar a las personas mayores que no tienen a nadie ya sea asistiendo personalmente para cubrir sus necesidades o haciéndoles la compra si fuera necesario.

Precedente

En Cruz Roja española aún no se han tomado medidas, en lo que respecta a las Palmas de Gran Canaria, con respecto a los sin hogar, pero fuentes de la propia organización aseguran que todo se va a centrar en crear albergues de la misma manera que se hizo durante las lluvias de 2016 y que consistió en habilitar tres edificios exclusivos para ellos en Gran Canaria. En ese caso, el espacio lo pondrá el Ayuntamiento y Cruz Roja se encargará de montar las camas, el avituallamiento y el voluntariado para que haya comida caliente, mantas, asistencia médica, etc., a todos ellos

Los Equipos de Albergue Provisional establecerán áreas de alojamiento provisional, donde proporcionarán albergues que pongan a disposición de la población evacuada o desplazada de sus domicilios. Además facilitará abrigos, artículos de higiene, ayudas en especie, alimentos y bebidas. Son medios que se aplican en situaciones de emergencia, como un incendio o una inundación que pueden provocar el desplazamiento de la población de sus domicilios e incluso de su propia localidad.

La mejor acción posible para atenuar estas circunstancias es que las personas damnificadas sean acogidas por familiares o amistades, o sean alojadas en hoteles. Cuando esto no es posible se hace necesario establecer lugares que sirvan como albergue provisional. Estos equipos disponen, para el caso como el del coronavirus actual, de los recursos materiales y humanos necesarios, así como de los procedimientos de activación y coordinación para poder acoger a un total de 200 personas en espacios interiores y a 100 en exteriores, una vez que se disponga de una ubicación que cumpla los requisitos mínimos establecidos.