Habrá quien asegure que alterar el sueño eterno de las momias puede traer repercusiones nada convenientes, pero los tiempos han cambiado desde que Howard Carter y Lord Carnavon descubrieron los restos de Tutankhamon, los extrajeron de su tumba y echaron a rodar la famosa maldición, se crea en ella o no. Lo que ayer se celebró en El Cairo refuta la creencia. Un desfile de pompa y circunstancia pero a la vez de alegría carnavalesca en el que 22 carrozas engalanadas muy festivamente con participantes disfrazados al estilo de Los diez mandamientos trasladaron 22 momias, de su emplazamiento del antiguo Museo Egipcio de la Plaza Tahrir en El Cairo hasta el nuevo Museo Nacional de la Civilización Egipcia (NMEC), que acogerá los cuerpos de los faraones de las 17ª, 18ª y 19ª dinastías, y está situado en El-Fustat, en el barrio de El Cairo Viejo, un trayecto que se cubrirá en 40 minutos. El traslado podrá verse a través de youtube. Esta no es la única instalación museística de nueva planta en la capital egipcia porque próximamente también abrirá sus puertas el Gran Museo Egipcio (GEM) situado en la explanada de Giza, junto a las pirámides, que debía inaugurarse el pasado año.  

El centro acogerá los restos de reyes y reinas de las 17ª, 18ª y 19ª dinastías, del Imperio Nuevo

Según fuentes de la prensa egipcia, los restauradores han examinado cuidadosamente cada uno de los restos durante tres años para garantizar su estado general. En el NMEC, los antiguos gobernantes de Egipto se alojarán en cajas de poliestireno ultramodernas “llenas de gas nitrógeno inerte para prevenir cualquier infección microbiológica”, según explica Manal Ghanam, uno de los responsables del NMEC. 

Todos los restos en exhibición provienen de los dos “escondites” reales descubiertos respectivamente en 1881 en el sitio de Deir El-Bahari en la orilla occidental del Nilo y en 1898 en la tumba del faraón Amenhotep II en el Valle de los Reyes, en Luxor. Azotado por la pandemia Egipto pretende levantar los ánimos de sus gentes.