Siniestro

Un olvido fatal que pueden tener hasta los progenitores más responsables

Expertos apuntan como causa a un fallo de memoria agravado por el estrés

Concentración en O Porriño por la muerte del niño de 2 años Ian.

Concentración en O Porriño por la muerte del niño de 2 años Ian.

Rafa López

Un trayecto rutinario al trabajo, una llamada del otro progenitor que alerta del olvido y un esprint frenético hasta el coche. Es la secuencia que lleva al golpe más duro que puede sufrir una madre o un padre, perder a su hijo en un accidente tan trágico como estúpido. Este tipo de siniestros, como el ocurrido este jueves en O Porriño, tiene su origen en un fallo agravado por el estrés, según la ciencia. Quienes han estudiado este fenómeno remarcan: no es una negligencia y le puede pasar a cualquiera, incluso a los madres más responsables y amorosos.

En España no hay registros oficiales sobre este tipo de siniestros. TVE señalaba ayer que se han producido 7 muertes de este tipo desde 2007, las últimas en 2018, en Madrid y Manacor. En este último caso, ocurrido el 10 de agosto de 2018, fue un abuelo quien dejó a su nieta de 10 meses en el coche durante 7 horas. Olvidó llevarla a la guardería. El hombre no tenía diagnosticada ninguna enfermedad que afectara a sus capacidades mentales, aunque aseguraba ser “muy olvidadizo”. Aceptó una condena de un año de prisión –en la que no ingresó al no tener antecedentes penales– como autor de un delito de homicidio imprudente.

No es una negligencia, sino un problema de memoria, según uno de los científicos que más ha estudiado esta cuestión, David Diamond, doctor en Psicología y profesor de la Universidad del Sur de la Florida (Estados Unidos). En un reciente artículo publicado en la revista “Consumer Reports”, Diamond señala que aunque “la respuesta más común es que solo los malos padres o los negligentes olvidan a los niños en los coches, es una cuestión de circunstancias. Le puede pasar a cualquiera”.

Diamond estudia este fenómeno desde hace bastantes años, después de que él mismo olvidase a su nieta en el asiento trasero del coche yendo a un centro comercial. Su mujer, que viajaba de copiloto, evitó la tragedia al recordarle la presencia de la niña. En un reportaje publicado en “The Washington Post” en 2009, Diamond explicó que son los ganglios basales, una parte de nuestro cerebro tan primitiva como los dinosaurios, los que nos permiten conducir “en piloto automático”. Estas estructuras cerebrales, que regulan movimientos voluntarios pero casi inconscientes –como el de nuestro brazo al cambiar de marchas en el coche–, y se ven afectadas por enfermedades como el párkinson, toman a veces el control de las estructuras cerebrales más complejas. El estrés, crónico o puntual, contribuye a ello.

"Entrar en piloto automático"

“El sistema del cerebro del hábito es una gran conveniencia que nos permite entrar en piloto automático –apunta Diamond a “Consumer Reports”–. La belleza de esto es que no tenemos que recordar cada giro, pero el problema es que en realidad está guiando nuestro comportamiento. Y cuando guía nuestro comportamiento, suprime la otra parte del cerebro que se supone que nos recuerda información adicional”, explica.

  • CONSEJOS DE SEGURIDAD

    -Convierta en hábito abrir las puertas traseras cada vez que aparque el vehículo.

    -Para reforzar este hábito, coloque algo imprescindible en el asiento trasero del coche, como el móvil o el bolso.

    -Coloque un objeto infantil, por ejemplo un pañal, en el asiento delantero.

    -Deje claro quién debe sacar al niño del coche.

    -Recuerde que ni bajar un poco las ventanas ni una temperatura exterior moderada evitan los golpes de calor.

Estos siniestros mortales ocurren con mayor frecuencia en Estados Unidos –950 desde 1998, según la organización No Heat Stroke–, sobre todo desde que se obligó a colocar las sillitas en los asientos traseros para evitar daños a los niños causados por el airbag. El riesgo de olvido aumenta si los asientos de seguridad para niños se colocan orientados hacia atrás.

La organización estadounidense Kids and Car Safety señala que el 88% de los niños que murieron dentro de un vehículo sobrecalentado tenían 3 años o menos, como el caso de Porriño. Y el 54%, un año o menos. En una abrumadora mayoría de estas muertes infantiles, recuerdan, fue por haber sido dejados sin querer dentro de un vehículo por un padre cariñoso y responsable.

En la web KidsandCarSafety.org indican que, incluso con las ventanas abiertas un poco, la temperatura dentro de un coche puede alcanzar los 51°C en minutos, y bajar un poco las ventanillas no lo evita. Tampoco hace falta que el día sea muy caluroso: se han producido golpes de calor dentro de vehículos incluso cuando la temperatura exterior era solo de 15°C.

Existen pautas sencillas que ayudan a evitar estos siniestros, como colocar un objeto del niño –un pañal, por ejemplo– en el asiento delantero para recordarnos su presencia. La tecnología contribuye a la prevención, pero la UE descartó hace un lustro obligar a instalar dispositivos antiolvido de niños y mascotas en todos los países europeos, al no justificarlo la relación entre el coste (unos 1.300 euros por vehículo) y el beneficio. Más recientemente, el pasado año, el fabricante sueco Volvo anunció una tecnología de tipo radar interior para su modelo eléctrico EX90. Detecta movimientos de un milímetro, por lo que es sensible a la respiración de un bebé. De momento, solo Italia obliga a instalar este tipo de dispositvos de detección de presencia infantil, en concreto para niños menores de 4 años o de estatura inferior a 1.50 metros.

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