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Seguridad

Una tragedia que se puede evitar con un simple cartel: las víctimas cuentan sus historias en el Día Mundial contra los Ahogamientos

Las personas que han sufrido un ahogamiento o sus familiares más cercanos cuentan sus historias en el Museo Elder

Desde la organización 'Canarias 1500 km de costa' piden más prevención y concienciación

Supervivientes cuentan sus historias en el Día Mundial contra los Ahogamientos en el Museo Elder. José Pérez Curbelo

El marido de Ana Suárez Romero, Arturo Fontán, se encontraba en la playa de Tebeto de Fuerteventura un lunes de Semana Santa de 2019 cuando vio a una bañista que se estaba ahogando. No lo dudó un segundo: salió corriendo y se lanzó a por ella para salvarle la vida. La bañista sobrevivió y Arturo falleció, una muerte que se podría haber evitado si la playa hubiera tenido la correspondiente indicación que indicara su peligrosidad. «Un cartel costaba 450 euros. En total, para todas las calas, era una inversión de 13.000 euros. Luego te da rabia porque ves que se gastan el triple en una fiesta», contaba esta mañana su mujer en un acto por el Día Mundial contra los Ahogamientos organizado por la plataforma Canarias 1500 km de costa y celebrado en el Museo Elder de la capital grancanaria.

Su presidente, Chano Quintana, ha sido el encargado de entrevistar a los supervivientes de este problema de salud pública que suponen los ahogamientos en el Archipiélago, en España y en todo el mundo.

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Acto 'Día Mundial para la prevención de los ahogamientos' en el Museo Elder

Datos en España

Antes de los testimonios, José Palacios, presidente de la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor ADEAC-FEE (que coordina en España el programa Bandera Azul), ha recordado la importancia de la inversión en prevención y en «guardavidas» (tal y como definía a los socorristas): «Son personas que realizan el 99% de su trabajo en prevención, solo un 0,1% es en rescates y primeros auxilios. Aun así, realizan miles de rescates con un 99% de éxito».

Y recalcó la situación del panorama en el país: «En España, entre 2020 y 2022, en algo más de 600 playas con bandera azul, un total de 2500 guardavidas han realizado 20.000 rescates sencillos, 3.000 complicados (en los que está en juego la vida) y 420.000 intervenciones de primeros auxilios, con solo un 1,8% de traslado a hospitales», explicaba Palacios a la vez que destacaba el gran ahorro —en torno a 650 millones de euros— que suponen estas intervenciones para los centros sanitarios.

Las víctimas como protagonistas

Tras la intervención de Palacios, Quintana daba la palabra a las voces de las víctimas, personas que o bien han sobrevivido ellas mismas a un ahogamiento o que lo han sufrido a través de la muerte de un familiar cercano por culpa del agua. Voces como las del periodista Miguel Noya, que estuvo a punto de perder la vida cuando se le rompió una aleta un día que fue a bucear con dos amigos a la barra de Las Canteras. «El mar me llevaba por donde quería, me empeceá a agobiar y notaba una sensación de agotamiento, me faltaba el aire...», relataba Noya. «Por un momento pensé que se acababa todo». Pero, gracias al rescate y a los posteriores cuidados que recibió durante más de una semana en el Hospital Doctor Negrín, pudo salir adelante.

Rafael Giraldo, por su parte, se salvó tras 14 horas nadando en altamar, gracias a que llegó a una piscifactoría donde se pudo sujetar. «Hay que tenerle respeto al mar y yo no se lo tenía. Me alejé demasiado», indica el canario recordando lo que le ocurrió en la playa de Castillo del Romeral.

En España, entre 2020 y 2022, se realizaron un total de 3.000 rescates complicados

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Marcial Guadalupe, fue un héroe que salvó con 19 años a una familia entera de morir ahogados en el mar, no cuenta su historia, sino la de su hijo, Nauzet Guadalupe, «un gran mariscador» que cuando iba a preparar un asadero en La Graciosa, «resbaló, tropezó, se quedó insconciente y cayó al mar».

En el encuentro también hubo historias desde Argentina y Colombia, las de Franco Bacigalupi y Hortensia Espitaleta: el primero que perdió a su hermano en la conocida como Tragedia de Paraná, donde nueve personas fallecieron cruzando el río a nado; la segunda, que perdió a su hija en su primer día de guardería cuando la pequeña cayó a la piscina. «Cuando un menor desaparece, lo primero que hay que hacer es buscarlos en los vasos de agua cercanos», recuerda Espitaleta.

Cuando un menor desaparece, lo primero que hay que hacer es buscarlo en vasos de agua

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Esta misma lección es la que traía a colación Borja Álamo, que hace 14 años perdió a su hijo Sandro en la fuente de un parque acuático y que, a pesar de seguir teniendo pesadillas, es voluntario en los servicios de emergencias. Y también recuerda: «Cuando se deja a niños sin cuidado en la playa, se les pone en peligro a ellos y también a la gente que va a rescatarlos».

Fifa Perera, de La Aldea de San Nicolás, contaba como perdió a su hermano, Juan Perera, hace cuatro años: «Acostumbraba a ir a coger lapas por la zona entre La Aldea y Agaete. Se lo llevó una ola y solo se encontró la mochila».

El consuelo que le queda a Fifa, igual que al resto de supervivientes, es que el sufrimiento que han sentido en sus carnes sirva para evitar el de otras personas. Para que las personas sean responsables y sigan las indicaciones de baño, para que se tomen las precauciones necesarias y, también, para que las instituciones tomen conciencia y no dejen de invertir en prevenir este problema de salud pública, tal y como concluía Palacios: «No dejemos de invertir en la vida».

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