Salud menstrual

Una afectada por endometriosis: "Llegas a pensar que estás loca porque los médicos no ven nada"

Ana Bassols ha convivido con dolor gran parte de su vida, pero desde hace tres años el problema se volvió "incapacitante"

Ana Bassols, afectada por endometriosis, rodeada de fármacos.

Ana Bassols, afectada por endometriosis, rodeada de fármacos. / JORDI OTIX

Beatriz Pérez

Hace tres años que a Anna Bassols, de 33, le diagnosticaron endometriosis. "Aunque, en realidad, a mí la menstruación me ha dolido siempre, desde que me vino con 14 años. Pero normalicé este dolor como hacen tantísimas mujeres e hicieron las ginecólogas que me veían. Yo vivía con una caja de enantyum e ibuprofenos cada mes", cuenta esta vecina de Premià de Dalt (Barcelona). Un macroestudio en 128 millones de mujeres de Europa y EEUU ha confirmado que las personas con endometrioisis tienen hasta tres veces más posibilidades de padecer cáncer de ovario. "[El cáncer] Es algo que me preocupa, pero relativamente. Ya tengo motivos suficientes para sufrir en mi día a día como para además preocuparme de lo que pueda pasar", se resigna Bassols.

Aunque toda la vida Bassols ha convivido con dolor, hace tres años que este se volvió "incapacitante". "Una noche se me puso la barriga como si estuviera embarazada de más de seis meses. Era un dolor insoportable, punzante. Vino el médico a casa y me ingresaron por un supuesto ataque de apendicitis", relata esta joven. Sin embargo, rápidamente se descartó y los médicos le dijeron que "parecía" que había tenido una hemorragia por un "quiste puntual". "Que no volvería a pasar más".

Pero no fue así. Después de aquel episodio, la cosa fue "a peor". "Empecé a tener reglas que me dejaban en la cama con un dolor insoportable", relata Bassols. Después de tres o cuatro ingresos hospitalarios consecutivos, Bassols dio por fin con una doctora que le diagnosticó endometriosis, una enfermedad que afecta a un 10% de mujeres en edad fértil y que se produce cuando las células del revestimiento del útero crecen en otras zonas del cuerpo.

"El diagnóstico hace que la presión baje, pero el tratamiento tampoco te cambia mucho la vida"

"El diagnóstico sirve para entender que pasa algo y que no estás loca. Porque hay momentos en que crees que lo estás al pensar: ¿cómo puede ser que haya tenido este dolor toda mi vida y el médico me diga que no hay nada? Tener un diagnóstico hace que toda esa presión baje, pero sinceramente el tratamiento es bastante inexistente, así que tampoco te cambia mucho la vida", explica Bassols. El tratamiento pasa o bien por una operación o por tomar anticonceptivos orales.

En su caso le recetaron anticonceptivos, lo cual le suprimió la menstruación. Sin menstruar Anna se siente bien. Problema: los anticonceptivos causan efectos secundarios (aun así, "no comparables con los ingresos secundarios", precisa), como una bajada de la líbido, afectación del estado anínimo y problemas intestinales los primeros meses.

Pero, además, hay otro problema: Bassols lleva tres años intentando quedarse embarazada y, dado que no menstrúa, ha tenido que recurrir a la fecundación in vitro. "He tenido intentos fallidos hasta el momento y, ahora mismo, estoy en lista de espera para repetir este trámite", cuenta esta trabajadora social.

Investigar "más"

Por suerte, en su trabajo se ha encontrado con "muchísima comprensión" y se le facilita el teletrabajo. "La endometriosis me ha incapacitado mucho a nivel físico. Yo, con aquellos episodios de dolor, no podía coger un coche y estar una jornada en la oficina y atender a gente. En algún momento necesitaba tumbarme", explica. Aunque valora positivamente que el Gobierno haya aprobado las bajas por dolor menstrual, ella cree que la solución pasa por encontrar "algo" que impida a las enfermas vivir de manera más normalizada. "Se tiene que investigar más", insiste.

"Si esta enfermedad fuera de hombres, ya no estaríamos hablando de esto"

Hace dos años que Bassols fundó el festival solidario Endofest, que busca dar voz a la endometriosis y recaudar fondo dirigidos a la investigación del Hospital Clínic de Barcelona. "Somos muchísimas las mujeres que nos encontramos así. Si esta enfermedad fuera de hombres, ya no estaríamos hablando de esto", concluye.

Suscríbete para seguir leyendo