Asuntos sociales | Día Internacional de las Personas Sin Hogar

La última red de las personas sin hogar para evitar la dureza de la calle

Cáritas Diocesana de Canarias atiende cada año a miles de personas en situación de sin hogar o en riesgo de perder el derecho básico de la vivienda y cuenta con espacios alojativos para evitar la exclusión residencial

La técnica del área de Vivienda Zuleima García (segunda por la derecha) junto a personas que reciben acompañamiento en los Servicios Generales de Caritas Diocesana de Canarias en Escaleritas.

La técnica del área de Vivienda Zuleima García (segunda por la derecha) junto a personas que reciben acompañamiento en los Servicios Generales de Caritas Diocesana de Canarias en Escaleritas. / Cedida.

Iván Alejandro Hernández

Iván Alejandro Hernández

“Las miradas de desprecio de la gente te hacen más daño que estar tres días sin comer”. Pietro no muestra ningún atisbo de vergüenza o de rubor cuando habla de su pasado en la calle. "Es muy difícil de explicar, cómo se vive...". Pero lo cuenta, mirando fijamente a los ojos y sin esconder una sonrisa irónica que le sale recordando episodios concretos. Se movía por el sur de la Isla y cuando el sol se escondía, el lugar más seguro que encontraba para dormir era el maletero de un coche; hacía sus necesidades en los baños de alguna biblioteca, y, sobre todo, bebía. Bebía mucho. "La cerveza era mi compañera para reír y llorar", cuenta. "Para la comida me daba igual, podía estar sin comer, pero para el alcohol nunca había problema, unas veces invitaba uno, otras me daban dinero...".

Cuando sus padres murieron, Pietro dejó su vida en Roma y decidió buscar la tranquilidad con un viaje de vacaciones, de unos meses, a Gran Canaria, que se transformaron en años. Como de "casualidad", sin buscarlo, le ofrecieron trabajo de camarero en el sur de la isla. Ya tenía experiencia en la capital italiana. Recuerda que era un empleo temporal, servía durante un periodo y el resto del año estaba en el paro. Ya en ese entonces comenzó a acercarse al borde, pero "el problema empezó cuando perdí el trabajo, con 59 años. Ahí caí. Empecé mi adicción al alcohol".

Hace años que Pietro dejó la vida de la calle, desde que aceptó el acompañamiento de Cáritas Diocesana de Canarias en el área de Vivienda, que atiende a situaciones de sinhogarismo. Se acercó por primera vez a la organización acudiendo al Centro de Acogida e Intervención Promocional con Personas sin Hogar (Caipsho) en el municipio de San Bartolomé de Tirajana. Allí le daban comida, también podía ducharse o lavar su ropa; además de recibir asistencia para algún trámite administrativo o burocrático. "Pero a las 12 se acababa", añade.

El desempleo es una de las causas principales del riesgo de perder el derecho a la vivienda

En diciembre del año pasado acudió, por recomendación de la Fundación Canaria Yrichen, a un centro de Cáritas en el municipio de Telde donde, además de alimentos, podía pernoctar, siempre y cuando cumpliera unas normas. Aunque al principio le causó recelo tener que responder a preguntas y seguir el horario o las tareas requeridas, poco a poco se fue dando cuenta de que querían conocer su estado para ayudarle. Ahora, gracias a un techo y la ayuda de Cáritas, ha podido superar su adicción y tiene la ilusión de conseguir una furgoneta, camperizarla y viajar por el territorio nacional.

"Soy italiano, sin familia, sin perro, sin dinero, sin hogar… he dejado la adicción al alcohol y he vuelto a vivir. Se puede, con la ayuda de Cáritas se puede conseguir, pero hay que intentarlo", reivindica Pietro.

Aumento de casos

Cáritas atendió en 2022 a un total de 2.530 personas sin hogar o en riesgo de exclusión residencial, mientras que en el primer semestre de 2023 han sido 1.227 personas. Zuleima García, técnica del proyecto en el área de Vivienda de la organización, explica que el objetivo principal es "el derecho a una vivienda adecuada, asequible y segura", al mismo tiempo que trata de satisfacer las necesidades básicas y mejorar las condiciones sociosanitarias, abarcando desde formación a los ámbitos sanitarios y educativos.

En los últimos años, García destaca "un gran aumento" de casos, principalmente por el elevado coste de vida tras la pandemia, sobre todo en el ámbito de la vivienda, se sitúa como la causa principal que hace crecer esta realidad. En este sentido, matiza que en el área de Vivienda no solo acompañan a personas sin hogar, también a quienes están en riesgo de perder la posibilidad de vivir bajo techo o que necesitan un apoyo puntual por una situación coyuntural no cronificada.

La organización católica atiende las necesidades básicas y también las sociosanitarias

"Son personas que han estado a punto de perder su vivienda por no tener empleo o cobran una renta mínima que no le da para pagar el alquiler", abunda García, generalmente por estar en una situación de desempleo o trabajos precarios. Para atender estos casos, se acompaña con apoyos puntuales para pagar la renta o cubrir necesidades básicas y, sobre todo, formación hasta que vuelven a entrar en el mercado laboral y han podido continuar con su vida sin perder la vivienda. "Normalmente, evitamos que se queden sin hogar. Son muy pocos los que llegan a estar en situación de sin hogar", asegura García.

Esta realidad, aunque suele estar invisibilizada, no es ajena. "Mañana cualquier persona se puede ver en una situación de desempleo, sin poder solventar los gastos del hogar, de la vivienda o de alimentación. Y si no se tiene una red de apoyo familiar que pueda ayudar… Normalmente, un impedimento para revertir estas situaciones es la pérdida de redes sociales de apoyo, el progresivo aislamiento de la persona, las dificultades de salud y la ausencia de redes. Eso limita o dificulta poder revertir esa situación" ilustra García. 

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