Educación

Luis Balbuena, un canario siempre preocupado por la enseñanza

Maestro, profesor de instituto, consejero de Educación e impulsor de la Sociedad Canaria Isaac Newton

Un momento de clase de Luis Balbuena con sus alumnos en 2001 | lp/dlp

Un momento de clase de Luis Balbuena con sus alumnos en 2001 | lp/dlp / Domingo J. Jorge

En esas vueltas que damos buscando vivencias docentes, nos hemos encontrado con un canario que formó parte de aquellos hombres y mujeres ilusionados por dar los primeros pasos para la construcción de la Educación en época democrática. Tiempos de cambios, las décadas setenta y ochenta, donde los colegios, centros de enseñanzas medias y universidades vivirían un nuevo paso en su organización y conformación docente. Ese momento de nuestra historia no hubiese sido posible si maestros y maestras, profesores y profesoras comprometidos con la docencia no hubieran dedicado horas y horas a construir las bases del modelo educativo para la España de finales del siglo XX, que tomaba muchos modelos de la etapa anterior, pero miraban también hacia otros modos de enseñar. Vamos a adentrarnos en aquellos tiempos de la mano de un grancanario que fue maestro, profesor de instituto, consejero de Educación e impulsor de algunos movimientos asociativos del profesorado, como la Sociedad Canaria Isaac Newton.

Cómo iba a saber un niño de Fontanales, un pago de la Villa de Moya (Gran Canaria), que formaría parte, años después, de la construcción de un nuevo edificio educativo para este Archipiélago, que venía de camino con los tiempos democráticos. Pues ese niño grancanario es Luis Balbuena Castellano (Moya, Gran Canaria,1945). «Nací y crecí a 1.000 metros de altura en la Isla de Gran Canaria, en un paisaje verde, con un padre que era profesor. Era maestro de la Escuela de Fontanales. Colegio que hoy lleva nombre, Manuel Balbuena Pedraza. Creo que el amor por el magisterio me lo dio mi padre, me venía en los genes», comenta. «La familia se trasladó, cuando los hermanos teníamos edad para estar en los institutos, nos mudamos a Las Palmas, y yo fui a hacer Bachillerato al Instituto de Las Palmas, que era masculino. Desde esa época, comencé a notar que mis compañeros venían a que yo les explicará los temas dados, sobre todo de Matemáticas». Ya estaba naciendo en él su vocación de enseñante.

Estudiar fuera

La vena de su quehacer docente crecía y era evidente. «Hice 4º de Bachillerato y Reválida, luego la carrera de Maestro. Fue un periplo de estudio algo extraño, porque empecé en la Escuela de Magisterio de Las Palmas de Gran Canaria, continué en Huelva y posteriormente terminé en La Laguna. A mi padre, le hacía mucha ilusión que yo hiciera Magisterio. Estos estudios los uní a los de la Licenciatura de Matemáticas. Realicé el Selectivo en la Universidad de La Laguna, en el Curso 1964-1965, y estudié la carrera en Santiago de Compostela entre 1965 y1969. En ese momento, sólo había en España cuatro Universidades que cursaran Matemáticas, Santiago, Zaragoza, Madrid y Barcelona, y yo decidí Santiago, porque era la que tenía menos coste económico. El dinero mandaba. El enlace entre Las Palmas y Santiago lo hacía a través de la Compañía Trasatlántica Española en los barcos el Begoña y el Montserrat, que venían de América y hacían escala en Canarias. En un día y medio estaba en Vigo, y de allí iba en tren hasta Santiago». En Canarias, se podía dar el paso para culminar tus estudios en la Universidad, pero muchas de las especialidades estaban fuera y al joven canario le tocaba coger la maleta, ligera de equipaje, y viajar a la Península.

Eran tiempos difíciles. «Daba clases particulares en Santiago y en verano, para ayudar a mi padre a costear mi formación». Hacer estudios superiores no estaba al alcance de todo el mundo por aquel entonces, pero Luis sigue con esfuerzo y logra ver su sueño hecho realidad. «Acabé Matemáticas, preparado para lanzarme a la vida profesional, justo el día en el que el hombre puso el pie en La Luna, el 16 de julio de 1969».

Su primer trabajo

Tras obtener sus dos títulos, el de Magisterio y Matemáticas, Luis Balbuena vuelve a Canarias, en pleno verano de 1969. «Vine luego a Tenerife, a La Laguna, a casa de un amigo para quedarme unos días, y me encontré por la calle con el que había sido el Catedrático de Matemáticas cuando hice el Selectivo, el profesor Cascán. Me preguntó qué había hecho. Yo le conté que había finalizado Matemáticas. Dio un respingo, con su manera de ser tan activa, y me dijo que si tenía trabajo actualmente. Como es lógico, mi respuesta fue no. Me cogió del brazo y me invitó a que me subiera a su coche. Nos dirigimos a la Facultad, porque él quería ver al Decano. Su intención era, como decía él, que me ficharan en la Facultad de Matemáticas, que aquel año 69 comenzaba su andadura en el entramado universitario de La Laguna. De esa manera conseguí mi primer trabajo, igual que el hombre puso su primer pie en La Luna el día en que yo, y otros muchos, acabamos la Carrera de Matemáticas. También comencé a dar clases en la Facultad de Matemáticas, justo el año de su inauguración». Así obtuvo su primer trabajo y fue en la Universidad de La Laguna.

Sin embargo, la idea de Luis siempre fue la de ser profesor de Enseñanzas Medias. «La oportunidad se me presentó en 1974, que se convocaron nada menos que 69 plazas para Catedrático de Matemáticas de Instituto. Hice un esfuerzo bastante notable en preparar estas oposiciones y además me sirvió mucho la experiencia como profesor de la Facultad. Me presento y en 1975 me veo con mi primer destino de Catedrático de Instituto, que cosas de la vida fue en Huelva», recuerda, «un lugar entrañable que tenía para mí una carga afectiva, puesto que mi padre procedía de un pueblito de Huelva, Gibraleón. Permanecí allí dos años, y en ese momento se convocó un concurso de traslados amplísimo. Así conseguí trasladarme a Tejina, en La Laguna. Fui Director durante cuatro cursos del Antonio González y González. Finalmente, en el 1982-1983, me vine al Instituto Viera y Clavijo en el centro de La Laguna, y allí estuve hasta 2005, con la llegada de mi jubilación».

Giner de los Ríos

De su entrada en el Instituto Viera y Clavijo, como de todo su paso por la Educación, siempre mantiene buenos y gratos recuerdos. «Estuve allí los mejores años de mi carrera pública como profesor. Teníamos un departamento ejemplar. Cualquier proyecto que se planificaba hoy, mañana se comenzaba a ejecutar, y todos trabajábamos con los alumnos en aula con la concienciación de que estábamos formando a personas para que construyeran un futuro. Nos entregábamos a nuestro trabajo con ilusión y pasión», señala. Normalmente, el trabajo bien hecho es premiado. «Obtuvimos por esa labor constante y apasionada con los alumnos cuatro “Premios Giner de los Ríos a la Innovación Educativa”. Son convocados anualmente por el Ministerio de Educación. Fueron “La Semana de Matemáticas”, en 1994; “La medida del tiempo a través del tiempo”, en 1995; “Un sorbito de ciencia”, en 1998 y “La geometría en los calados canarios”, en 2000».

Con su entusiasmo por la enseñanza, con la pasión por la Educación de Luis Balbuena, continuaremos relatando el próximo lunes más momentos que él ha compartido con nosotros para traerlos a “Maestras y maestros de ayer”. Tiempos que recordaremos desde nuestro amor por el magisterio.

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