La adicción a los cosméticos se dispara entre las niñas y las adolescentes

Este problema va de la mano del desarrollo de una baja autoestima, ansiedad y depresión

Productos de cosmética en una tienda.

Productos de cosmética en una tienda. / LP/DLP

El consumo de productos de cosmética para lucir un cutis radiante y frenar el paso del tiempo en la piel se ha disparado entre las niñas de a partir de 10 años y las adolescentes. De ahí que haya surgido un nuevo concepto: la cosmeticorexia. Ahora bien, este hábito no solo puede causar problemas dermatológicos, también va de la mano del desarrollo de una baja autoestima, cuadros de ansiedad y depresión. «En mi práctica diaria, he empezado a observar algunos casos de chicas de entre 13 y 15 años que llegan tarde a los sitios por cumplir escrupulosamente con la rutina de skincare –cuidado de la piel–. Esto es algo preocupante, ya que de alguna forma también condiciona sus vidas», afirma Nayara Ortega, psicóloga sanitaria y neuropsicóloga en dos centros privados de la capital grancanaria

Tal y como informa la profesional, algunas de estas pacientes llegan a organizar quedadas con sus amigas para dedicar todo ese tiempo al cuidado de la piel. «Este plan está muy de moda y ya se ha instaurado dentro de sus relaciones sociales. Lo que hacen en ese rato es aplicarse cremas, sérums y mascarillas», anota. El conflicto inquieta a los expertos, y más aún si se tiene en cuenta que en los neceseres de muchas niñas ya hay productos antiarrugas, algo que Ortega tacha de «contraproducente» e «innecesario». 

Razonamiento lógico

Y es que a esas edades el cerebro aún se encuentra en desarrollo, por lo que hay áreas que están limitadas. Una de ellas es la que corresponde al razonamiento lógico y crítico. «Cualquier estímulo externo al que se vean expuestas puede perjudicar su seguridad, su autoaceptación y su desarrollo emocional», advierte la sanitaria. 

Hay que señalar que en esta etapa de la vida, la aceptación social es fundamental para garantizar el bienestar psicológico. Tanto es así, que cualquier circunstancia que influya en este período tiene consecuencias. «El uso de productos cosméticos puede limitar, incluso, la comprensión de los cambios propios de la adolescencia, que es cuando más se agrava el problema por la aparición del acné. Es completamente normal que los cambios hormonales causen granos, pero estamos viendo que las jóvenes están percibiendo esto como algo malo, y no como un hecho común que no siempre requiere un abordaje cosmético», alerta la psicóloga. 

Pero, ¿cuál es la causa que está detrás de este conflicto? Básicamente, el mal uso que se hace de las redes sociales. «Muchas influencers promocionan productos que prometen acabar con todos los problemas de la piel que preocupan a las jóvenes. Este mensaje tiene un gran impacto en los cerebros de las adolescentes, que optan por comprarlos todos y aplicarlos en sus rostros, dejando a un lado el proceso de aceptación física y personal», valora la experta. 

«Hay chicas que llegan tarde por cumplir con la rutina de ‘skincare'», señala Nayara Ortega

Por esta razón, es muy importante que los progenitores controlen el tiempo que pasan sus hijos en estas plataformas y la clase de contenidos que consumen. «Si fuéramos realmente conscientes de los problemas que pueden generar las redes sociales, el acceso estaría prohibido a los menores de 18 años. Sabemos que esto es muy difícil que suceda por la época que vivimos, pero mi consejo es evitar su uso hasta los 15 años», asevera Nayara Ortega. 

A partir de entonces, los padres deben educar a sus hijos en un uso responsable de las redes y enseñarles que las imágenes y los vídeos que circulan en ellas están a menudo muy editados y manipulados. «La perfección no existe y no hay productos milagrosos. Las imágenes que se promocionan no son reales y detrás de ellas pueden estar implicados muchos factores, por lo que es necesario que los jóvenes dispongan de toda esta información», recalca. 

La principal causa que está detrás del conflicto es el mal uso que se hace de las redes sociales

Otra de las acciones que puede frenar el crecimiento de los casos de cosmeticorexia es el hecho de no facilitarles a las niñas y a las adolescentes los recursos económicos para adquirir estos productos, pues solo así es posible inculcar una autoestima basada en valores. «Si los padres o tutores consideran que las chicas necesitan una crema por cualquier circunstancia, lo razonable es que sea pautada por un dermatólogo. En ningún caso pueden creer las recomendaciones que se hacen en las redes y mucho menos contribuir con la compra compulsiva de estos productos», apunta la especialista.

Cuando ya se ha desarrollado la adicción es importante llevar a cabo un abordaje psicológico. Según detalla Ortega, el primer paso de la terapia consiste en analizar los pensamientos que se esconden detrás del uso abusivo de los productos de belleza. Además, hay que valorar si existen ideas comparativas. «También hay que trabajar aspectos emocionales como la inseguridad, la falta de confianza, la autoestima y la necesidad de contar con la aceptación social», agrega. 

A esto se suma la aportación de una serie de pautas a las familias para que sepan gestionar los momentos de malestar cuando impongan límites al uso de cosméticos. «El trabajo con los adolescentes siempre debe ir acompañado de las familias. Hay que tener presente que el hecho de no alcanzar los resultados esperados y las comparativas sociales pueden desembocar en ansiedad y en depresión, por lo que es imprescindible que los progenitores soliciten ayuda de forma precoz y que cuenten con estrategias para generar un debate», concluye la especialista.  

Una obsesión peligrosa

A pesar de que la cosmeticorexia aún no ha sido calificada como un trastorno, son muchos los psicólogos que engloban este fenómeno dentro de los trastornos obsesivos-compulsivos (TOC). «Desde mi punto de vista es un tipo de TOC. Aquí, la obsesión es la apariencia de la piel y la compulsión es el uso de cosméticos para paliar esa preocupación», explica la psicóloga sanitaria y neuropsicóloga Nayara Ortega, que además asegura que aún no han pasado chicos afectados por su consulta. «Hay que tener en cuenta que la publicidad y la venta de estos productos están enfocadas, sobre todo, en las mujeres», añade la profesional. El problema se extiende por distintas naciones. De hecho, para combatir esta obsesión, en países como Suecia ya se han emprendido acciones y la principal cadena de farmacias ya no dispensa ciertas cremas a las personas menores de 15 años. | Y.M. 

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