San Rafael, el palacete desvalijado de La Higuera Canaria

La finca subastada por 5,5 millones acogió a algunas de las principales familias aristocráticas de la Isla y dio trabajo a los vecinos de La Higuera Canaria y Caserones

Benyara Machinea

Benyara Machinea

La finca de San Rafael, uno de los inmuebles más icónicos de Telde, ha salido a subasta por 5,5 millones de euros después de 19 años de abandono. El recinto, que acogió en sus años de esplendor a lo más granado de la población grancanaria, se ha convertido en el escenario perfecto para ladrones, okupas y grupos que acuden al lugar para llevarse objetos de valor o bien atraídos por los rumores de sus actividades paranormales.

La finca de San Rafael se alza imponente en La Higuera Canaria, con unas dimensiones que desafían al resto de construcciones de la zona y que la afianzan como uno de los inmuebles más icónicos del municipio de Telde. El encanto se disipa, sin embargo, si la miras de cerca. Las entradas ilegales, las pernoctaciones y los incendios que han tenido lugar desde su abandono en 2004 han convertido la casona en el fantasma de lo que una vez fue. Su esqueleto ha perdido la gracia que rodeaba a las familias aristocráticas más importantes de la Isla en sus célebres fiestas y los extensos terrenos fértiles, ahora vacíos, están lejos de volver a dar trabajo a los vecinos de los alrededores.

La familia Benjumea, que adquirió la vivienda desde su construcción en 1790, vendió la propiedad al grupo Santana Cazorla en 2004 por 2,5 millones y una operación de permuta fallida con el Ayuntamiento de Telde selló el abandono en el que lleva sumida desde entonces. Los planes de adquirir el terreno por parte del grupo de Gobierno del PP y Ciuca no estuvieron exentos de polémica desde que se plantearon, pues suponía el intercambio por unas fincas de Marpequeña (Jinámar) con un valor que ascendía a 6,3 millones a cambio de una propiedad que costaba tres veces menos. 

Por ese motivo la justicia tumbó la operación cuatro años más tarde, aunque para entonces el daño ya estaba hecho. Mientras que los terrenos de Marpequeña ya se encontraban edificados, la finca había ido deteriorándose progresivamente, con lo que ni la institución pública ni la empresa quisieron hacerse cargo de ella. Esta situación ha dejado vía libre a las entradas ilegales, agravadas por el rumor de que a las noches el edificio se convierte en un foco de actividades paranormales, un aspecto que ha atraído a los aficionados de estos sucesos para buscar psicofonías, grabar vídeos y realizar rituales en su interior.

El patio interior en torno al que se distribuyen los dormitorios ha sufrido incendios debido a las entradas ilegales en su interior.

El patio interior en torno al que se distribuyen los dormitorios ha sufrido incendios debido a las entradas ilegales en su interior. / José Pérez Curbelo

Sin embargo, la reciente liquidación del Equipo Diez, empresa de Santana Cazorla, ha dado un nuevo giro al destino de la propiedad después de salir a subasta por 5,5 millones, si bien el valor real que refleja el portal digital Subastas Trademat asciende a 11.476.259 euros. La venta incluye el terreno con clasificación rústica y urbana de 10.173 metros cuadrados y los terrenos fértiles de 40.000 metros cuadrados más. Las pujas para hacerse con la propiedad permanecerán abiertas hasta el 25 de septiembre, aunque de momento nadie se ha animado a participar.

El palacete es obra del obispo Manuel Verdugo Albituma y durante años fue conocida precisamente como finca de los Verdugo. "Pertenecía a don Juan Domínguez Quegles, un rico industrial y comerciante, banquero y terrateniente afincado en Las Palmas de Gran Canaria, en la zona de Triana, que era el dueño, entre otras cosas, del Banco de Canarias y de la Fábrica de Ron de Telde", explicó Antonio González Padrón, cronista de la ciudad. 

Cambios en la vivienda

La propiedad pasó de generación en generación de la familia y cada miembro fue aportando algo nuevo a la vivienda. El primero de los cambios es el que llevó a cabo la hija de Juan Domínguez, Rafaela Rodríguez, que heredó la finca y decidió agrandar el pequeño oratorio que había dejado su padre junto a la antigua casa dedicándoselo a su patrón, San Rafael. "Entonces la finca, que era conocida como la finca de los Verdugo, pasó a ser la finca de San Rafael", aclaró González. 

El primer dueño de la propiedad fue Juan Domínguez Quegles, director del Banco de Canarias

La casona recayó después en manos de la hija de Rafaela, María García Rodríguez, que junto a su marido Jesús Ferrer Jimeno se animaron a llevar a cabo una gran reforma que transformó por completo la vivienda, añadiendo nuevas estancias en torno al patio principal interior que constituye el centro de la casona. Las primeras obras arrancaron en 1920, con nuevas actuaciones en las décadas de los treinta y los cuarenta, e incluyeron, entre otros cambios, una renovación de la fachada con el escudo de la familia.

El cronista hizo referencia a que "la casa cuando fue modificada se hizo en estilo neo canario y siguió formando parte de los herederos de doña Rafaela hasta que fue vendida a Santana Cazorla en un momento determinado". Con estas transformaciones la casona adoptó su distribución actual, que se compone de un patio central cubierto y un zaguán de entrada en torno a los cuales se distribuyen las habitaciones nobles. 

Los extensos terrenos acogieron plantaciones de cafetales, plataneras y cítricos como los naranjos o los limoneros, que la familia regentó hasta que la actividad dejó de reportarles beneficios. La presencia de un estanque les permitió contar con agua propia, algo que les facilitó las labores y les permitió no depender de las sequías en el resto de la Isla.

El salón de la vivienda ha sido vaciado de todo objeto de valor.

El salón de la vivienda ha sido vaciado de todo objeto de valor. / José Pérez Curbelo

Contaban a su vez con una cabaña de tipo vacuno en la que llevaban a cabo una actividad ganadera que daba trabajo a los residentes de La Higuera Canaria y Caserones. "Se necesitaba a gente para trabajar en las plataneras, para recoger la fruta, para mantener el ganado, las vacas y las cabras que tenían y todo eso era mano de obra. Imagina lo que es saber que no tienes que emigrar a Cuba, irte a trabajar a Las Palmas de Gran Canaria o bajar hasta Telde, sino que caminando 100 o 200 metros tienes una finca que te permite trabajar allí", remarcó González. 

La conciencia social de los Rodríguez y los Benjumea estuvo presente durante generaciones, data el cronista, y "algunos niños de la zona recibieron estudios gracias a las ayudas económicas que les daban. Así me lo hicieron saber en su día las personas afectadas".

El rumor de que la vivienda está encantada ha atraído a los interesados en sucesos paranormales

La ilustre familia contaba con un elevado poder adquisitivo y a partir de la segunda mitad del siglo XIX consiguió afianzar una fortuna muy sólida con propiedades que les reportaban grandes beneficios. Entre ellas se encontraba, sin ir más lejos, el hotel Reina Isabel, en primera línea de la playa de Las Canteras, que durante años fue el más importante de la isla de Gran Canaria.

Por tanto no es ninguna sorpresa que durante décadas se codearan con algunas de las familias aristocráticas más importantes de la Isla. La casona en la que vivían fue testigo de esos encuentros y acogió tras sus muros célebres fiestas que atraían las miradas de los vecinos de los alrededores. Uno de los días más esperados era la festividad de San Rafael, cuando acudían al inmueble "miembros del ejército, comandantes, generales y coroneles", cuenta González, así como intelectuales de renombre como la familia Enrique de Lara, los Castillo, Bravo de Laguna o Benítez de Lugo, entre otros.

Interior de una de las habitaciones de la finca.

Interior de una de las habitaciones de la finca. / José Pérez Curbelo

El cronista explica como un señor mayor, de unos 90 años, "recordaba cómo se ponían una especie de antorchas clavadas en la tierra para marcar el camino por donde entraban las personas y los coches". Eso sorprendía especialmente a los niños más humildes de la zona, añade, que veían llegar los coches buenos con aquellas antorchas iluminando el camino. La casa también emitía su propio resplandor porque, mientras en el resto de la Isla tendrían que esperar hasta muy entrados los años 50 para tener luz eléctrica, ellos contaban con un motor que habían traído de Inglaterra. "Para la gente humilde de la zona ver luz eléctrica era algo extraordinario. De hecho, no se lo podían explicar, cómo podía haber luz de esa categoría cuando ellos todo lo que tenían eran velas o quinqués", incide González.

El palacete también acogió en su interior objetos de gran valor histórico, tasados en cerca de medio millón de euros en el informe que presentó el cronista una semana después de la permuta del Ayuntamiento de Telde. Entre ellos destaca un retrato de don Juan Rodríguez Quegles "hecho por un magnífico pintor", además de extensas colecciones de vajillas, tapices, parte de la biblioteca y del archivo de la finca, así como planos de la reforma. Por aquel entonces la finca aún contaba con un guardia de seguridad, pero tras quedar en el limbo jurídico ha desaparecido la vigilancia y todo objeto de valor del interior de sus paredes.

El mito de que Franco se hospedó en la casona

Franco nunca llegó a hospedarse en el interior de la finca de San Rafael antes del alzamiento militar, pese al rumor extendido entre los vecinos. Es cierto que pasaron por la vivienda multitud de militares, profesión que ejercía el marido de Rafaela Rodríguez, segunda propietaria de la vivienda. Pero "Franco, cuando viene a Gran Canaria para el alzamiento, no se mueve de Las Palmas de Gran Canaria. Se queda en el hotel Madrid, después acude al cementerio de la capital para el entierro del gobernador militar que había muerto los días anteriores y después se subleva en el parque de San Telmo", afirma el cronista de Telde, Antonio González Padrón. La cuarta propietaria de la vivienda, Carmen Ferrer García, desmintió este hecho en declaraciones pasadas a este periódico, aunque reconoció que su padre, Jesús Ferrer Jimeno, estuvo en contacto con el dictador durante la Guerra Civil, cuando fue gobernador militar de Salamanca. Sí que hubo preparativos por parte de algunos militares para que fuera a Gando desde la finca, admitió, aunque la propuesta no llegó a oídos del propietario.

Suscríbete para seguir leyendo