Entrevista | Emilio Vicente Matéu Autor del libro 'Claret: vida y misión en Canarias'

Emilio Vicente Matéu: «Claret, que era muy severo, aflojó mucho aquí emocionalmente»

Este ex sacerdote presenta el martes la reedición ampliada del libro que profundiza sobre el paso de Claret por la Isla y su influencia, coincidiendo con el 175 aniversario de la llegada de este religioso a Canarias. Pero más allá de sus estudios sobre su figura, Emilio Vicente Matéu se ha convertido en un célebre compositor de cantos religiosos y en las visitas del Papa se entonan sus creaciones. 

Emilio Vicente Matéu en su casa en la costa de Telde

Emilio Vicente Matéu en su casa en la costa de Telde / Juan Castro

El martes presenta una nueva edición de su libro Claret: vida y misión en Canarias. ¿Incorpora novedades con respecto al anterior? 

Con motivo del 175 aniversario de la llegada de Claret a Gran Canaria habrá una exposición y presentaremos esta reedición del libro, que se ha aumentado para incorporar toda la colección de cartas que escribió desde aquí y que aportan detalles de sus proyectos y de lo que encontró aquí de forma muy personal, porque la obra está escrita en clave autobiográfica.

Emilio Vicente Matéu junto a su libro reeditado.

Emilio Vicente Matéu junto a su libro reeditado. / Juan Castro

¿Cuál cree que es la aportación de Claret a la Isla?

Llegué hace 50 años como director del colegio Claret y ya lo conocía de antes por mi vinculación claretiana. Durante los cinco años que estuve en este centro, una de las cosas que encontré inicialmente fue la repercusión de su persona en la isla, pero fui descubriendo algo más importante: la repercusión que había tenido la isla en él. He estudiado su vida desde su nacimiento hasta su muerte, el tiempo que pasó en Cuba o en la corte, pero lo que impactó en Claret la isla de Gran Canaria y la gente de aquí no lo he visto en ningún otro lugar. 

Directo al corazón

¿Qué fue lo que le marcó?

Él, que hablaba poco, se admiraba de lo que veía y se encontraba. Tuvo una serie de experiencias en su juventud que le marcaron muchísimo con la mujer de un amigo, con amistades que le fallaron en temas económicos y otras que le dieron un carácter, de algún modo, rígido y severo. Pero si él fue capaz de decir en algún momento que “estos canarios me han robado el corazón”, quiere decir que emocionalmente aquí aflojó mucho. 

¿Qué pudo influirle así?

La población era muy afectuosa y receptiva que se abrió totalmente a él, y él no tuvo más remedio que abrirse. Llevó en su memoria el tema de Canarias hasta tal punto que diez años después de su muerte los claretianos llegaron aquí para seguir con su legado, con personas como Francisco Rodríguez o Federico Gutiérrez.

¿Qué ha supuesto el colegio Claret Gran Canaria? 

El primer embrión, hace 140 años aproximadamente, ofrecía instrucción a los niños de las familias con menos posibilidades de una isla en la que el índice de analfabetismo superaba el 80%. Se llamaba entonces Apostolado de la Oración y empezó con algo más de 30 niños que, al poco tiempo, fueron 300. En sus diferentes sedes, además de la labor educativa, evidentemente ha realizado una gran aportación cultural, espiritual y religiosa en toda la isla, y

es una institución que después de tantos años se tiene muy bien ganado el prestigio que tiene. 


Cercanía con la población

¿Y Claret? ¿Cuál fue su influencia en la sociedad?

 Gran Canaria se parece a la de hace 175 como una castaña a un huevo. La población, que era el 10% de la actual, vivía mayoritariamente en la miseria y la ignorancia, con enfermedades y abandono. Las administraciones públicas dependían de la Península y en lo religioso había una relajación que llegaba a unos límites que hoy nos llevaríamos las manos a la cabeza. En este escenario, Claret aporta ilusión, acogida amorosa, cercanía. En los pueblos más alejados las personas se entusiasmaba porque él miraba por ellas y les daba un mensaje de esperanza y amor. Esto hizo que la gente se volcara con él y cuando recorría la isla le acompañaran a pie de un pueblo a otro. Llegó a caminar junto a 4.000 o 5.000 personas. Era tanto, que llegaban a abrazarlo y besarlo, y en alguna ocasión tuvieron que poner una empalizada para que lo dejaran caminar. Todo eso le llegó al alma. 

Este libro de Claret no es su primer libro, ¿verdad?

No. Además de ser un colaborador de La Provincia, he escrito otros libros como Las campanas de San Francisco, Recuerdos en blanco y negro, Así quiero cantarte y otros más. También tengo novelas, relatos, orientaciones para la práctica vocacional, planes de lectura para los colegios...

La gran fuerza de Yrichen es ser la una luz en medio del desconcierto de muchas familias que saben que está aquí y pueden recurrir a ella, y que siempre van a estar cerca de ellos.

Emilio Vicente Matéu

— Escritor y músico

Más allá de su faceta como escritor, usted es un reconocido compositor de temas religiosos. 

En Internet me vinculan a los músicos más importantes de la renovación litúrgica después del Concilio. No sé si llego; hay músicos que son auténticos pioneros como Miguel Manzano o Juan Manuel Espinosa, que es muy amigo mío, pero desde hace más de 50 años, desde mi juventud, estoy aportando mi trabajo, esfuerzo, inspiración y las dotes que Dios me ha dado para que la gente pueda rezar también. Mi satisfacción es que ahora, en todas las partes del mundo, se cantan mucho los cantos míos, como Somos un pueblo que camina, Dios es amor, El Señor nos ha llamado, Vamos a la casa del Señor o Pescador. Todos estos cantos que he escrito me llegan al alma cuando los escucho cantar en una visita del Papa o en unas

chozas de Los Andes

. También compuse hace años el himno que se canta a Claret. 

Autor de himnos

Dicen que es de los compositores más prolíficos. ¿Cuántos cantos tiene?

Alrededor de 500 y grabados con coros y orquestas, unos 300, pero tengo otros muchos en mis cajones. 

¿Ha pensado en publicar algún libro con una recopilación de todos esos cantos?

Le mentiría si dijera que no. He publicado muchos cantos. Tengo por lo menos 15 discos y algunos cds, y en Estados Unidos también se han editado algunos. El canto Somos un pueblo que camina se ha convertido en un himno de las convivencias de las comunidades de habla española de América. Pero sí, se podría recopilar todo para hacer gran tomo. 

¿Qúe puede decirme de su vocación religiosa?

Fui sacerdote; entré en la dirección del colegio Claret como claretiano y me pasó como al padre Claret pero de otra forma, a mí me robó el corazón una canaria y para mí fue un regalo. 

¿Cuesta tomar la decisión de colgar los hábitos por amor?

Hay que tener las ideas muy claras o muy oscuras (risas). Hay algo que ha sido la línea de mi vida y sé de quién me he fiado, una persona que nunca me ha defraudado y me ha enseñado el sentido de la vida. Y ese sentido de la vida lo seguí como sacerdote, como director del Claret y del instituto Santa Teresa de Jesús, como inspector inspector de Educación o como director de la Fundación Canaria Yrichen, y es que no he perdido la luz que siempre me ha guiado. Mi fe y confianza está en quien pasó por la vida que haciendo el bien, que es Jesús. 

Una luz en medio de la incertidumbre de muchas familias

Quería preguntarle por Yrichen, una fundación que al igual que Claret, ofrece una luz de esperanza, ¿no cree?

He sido colaborador de Jorge Hernández desde que era cura en La Garita y fui parte del primer grupo de patronos de esta fundación, y he asumido varios cargos, incluso el de la dirección cuando me jubilé. Ahora mismo soy el secretario. Efectivamente, su labor es fundamental. La gente pregunta si sale mucha gente de la droga y mi respuesta es siempre la misma: menos de lo que quisiéramos. Pero la gran fuerza de Yrichen es ser la una luz en medio del desconcierto de muchas familias que saben que está aquí y pueden recurrir a ella, y que siempre van a estar cerca de ellos. Eso que transmite es esperanza, es saber que alguien les escucha, les quiere y les recibe, y eso es lo más importante. A partir de ahí queda la libertad de cada cual. Milagros no se hacen;se da una ayuda técnica, pero cuenta la voluntad del que va.  

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