Ciencia y derecho (5)

El diálogo de los androritmos con los algoritmos marca el paso de la nueva era tecnológica

Nos enfrentamos globalmente a un doble desafío que definirá nuestro futuro como especie y el de la vida en el planeta

Diálogo de los androritmos con los algoritmos visto por la IA.

Diálogo de los androritmos con los algoritmos visto por la IA. / Generador de imágenes de la IA de BING para T21/Prensa Ibérica, desarrollada con tecnología de DALL·E.

Manuel DESANTES REAL y Alex RAYÓN JEREZ

Nos adentramos en una nueva era tecnológica en la que cambia la manera de cambiar, las crisis se vuelven sistémicas, las tecnologías se yuxtaponen e hibridan, las estructuras se transforman. Todo ello lleva a un gran cambio de paradigma: el diálogo de los androritmos con los algoritmos, que va a evolucionar de forma exponencial y que no podemos gestionar con las herramientas del pasado.

Manuel DESANTES REAL y Alex RAYÓN JEREZ (*)

No hay mañana en la que las noticias no nos despierten con nuevos desarrollos tecnológicos sorprendentes e impactantes.

Estos últimos días, por ejemplo, hemos sabido que los jueces ingleses ya acuden a la inteligencia artificial para redactar sentencias, que la startup 1MillionBot desarrolla un metaverso de humanos digitales conversacionales como biblioteca de aprendizaje inmersivo e interactivo, o que el primer aparato que puede finiquitar los smartphones acaba de ser presentado en el CES2024, el evento de tecnología más poderoso del mundo. ¿Cómo hemos llegado, casi de un día para otro, a esta situación de convivencia natural con las máquinas?

Lo que está pasando, simple y llanamente, es que hemos entrado en una nueva era. Y esto no ocurre todos los días. Ocurrió con el control del fuego hace casi un millón y medio de años: nos permitió la cocción de la carne y con ello el desarrollo del cerebro. Más tarde, con la domesticación de las plantas y de los animales hace algo menos de 10.000 años, llegaron los primeros asentamientos humanos y apareció la agricultura y la ganadería.

La escritura, hace 6.000 años, nos abrió la puerta a la Historia y la comunicación. Y la revolución tecnológica actual, fundada en la creación de artefactos cognitivos basados en lo que hemos venido a bautizar como inteligencia artificial, incrementa exponencialmente nuestras capacidades, en este caso las intelectuales, abriendo la puerta a una de las últimas fronteras de la especie humana.

Doble desafío

Por primera vez nos enfrentamos globalmente a un doble desafío que definirá nuestro futuro como especie y el de la vida en el planeta. Primero, resolver la tensión entre algoritmos y androritmos. ¿Son características propias del ser humano, como las emociones, ejecutables por máquinas algorítmicas? Segundo, alcanzar un desarrollo sostenible que no comprometa la capacidad de las futuras generaciones y que garantice el equilibrio entre el crecimiento económico, el medio ambiente y el bienestar social. Un doble reto mayúsculo para una nueva era caracterizada por cinco factores exógenos que confluyen.

Por una parte, cambia la manera de cambiar. El ser humano ha evolucionado desde siempre de manera lineal, con pequeños picos exponenciales como la invención de la rueda o de la imprenta. Esto nos ha convertido en seres de evolución lineal. Todas nuestras estructuras sociales están alineadas con un cambio en el que el factor tiempo es esencial: mientras haya tiempo, el sistema podrá funcionar y adaptarse con dignidad.

Pero ¿y si este cambio deviene exponencial? Pues esto es lo que está ocurriendo. En los últimos 35 años, y de forma secuencial, cambios exponenciales van sucediéndose sin dar tiempo a su asentamiento: internet, las redes sociales, la geolocalización, el internet de las cosas, la blockchain, el metaverso, las tecnologías de procesamiento del lenguaje natural, la robótica, las nanoestructuras, la computación cuántica o la energía de fusión nuclear, han precedido o acompañado a la inteligencia artificial. Quizás es el momento de empezar a cuestionar de manera severa la operatividad de todas nuestras estructuras sociales.

Crisis sistémicas

En segundo lugar, las crisis ya no son cíclicas sino sistémicas. Quien piense que se acabaron las pandemias o los vaivenes económicos y sociales no ha entendido que hemos entrado en una dinámica de crisis constante. La Quinta Regla de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola es bien conocida: “En tiempo de desolación nunca hacer mudanza”.

Pues hoy más nos vale aprender a navegar aprovechando las crisis: en tiempos de crisis hay que hacer mudanzas. Es lo que en el ámbito de la innovación se llaman los espacios liminales: en el movimiento entre paradigmas es cuando más oportunidades aparecen. En estas condiciones hay siempre una opción: esperar a entender las reglas del nuevo paradigma o tratar de definirlas. Y nosotros pensamos que no hay más alternativa que esta última.

La tercera característica implica que las tecnologías ya no son autónomas e independientes: se yuxtaponen e hibridan constantemente. Ante esta realidad los sectores más tradicionales responden generalmente tratando de digitalizar su actividad, es decir, haciendo lo mismo, pero en un medio digital. Es lo que sucedió con la aparición del CD, que digitalizó el producto de los vinilos tradicionales.

Sin embargo, cada vez se percibe con más claridad que esta estrategia resulta insuficiente y que la solución conlleva una profunda transformación: basta repasar lo que ocurre hoy con la prensa, los bancos, el comercio, la producción industrial, el marketing o la misma educación. Spotify, por ejemplo, no hubiera sido posible sin la combinación de las tecnologías móviles, la nube, las redes sociales y los nuevos estándares de telecomunicaciones.

Cambio potenciado

En cuarto término, por vez primera una serie de superestructuras se desarrollan exponencial y concurrentemente para potenciar el cambio. La gran comunidad de fuente abierta (open source), la ingente cantidad de datos disponibles y accesibles (big data y buscadores) que son el combustible de múltiples tecnologías, especialmente de la IA, la capacidad de computación a distancia y en la nube (cloud computing), los protocolos de comunicación estandarizados e internacionales (Wifi, Bluetooth, NFC o 3/4/5G), han posibilitado la multiplicación de tecnologías disruptivas e incrementan sin duda su velocidad. No cambian solamente productos y servicios: están cambiando las infraestructuras. Y esto suele provocar transformaciones aún mayores en la sociedad.

En fin, la quinta característica es que la evolución exponencial del procesamiento del lenguaje natural ha propiciado una comunicación más natural y fluida entre humanos y máquinas. Alguien no sospechoso de estimaciones fallidas como Bill Gates escribió hace unos meses una nota sobre la Inteligencia Artificial General titulada “The Age of AI has begun” donde afirmaba que las Inteligencias Artificiales Generales, que todavía no tenemos, están empezando a asomarse y que estamos ante una tecnología que provocará el siguiente gran cambio tecnológico, tras las interfaces gráficas de usuario.

El botón de guardar en Word sigue siendo un disquette y el de abrir un archivo una carpeta: es el sistema de ventanas de comienzos de los 90 trasladado a una era que requiere nuevos sistemas de diálogo humano-máquina. ChatGPT es solo la punta de un iceberg que por debajo tiene un montón de herramientas que permiten manifestar en lenguaje natural una expresión y verlo traducido a lenguaje máquina, ayudando de este modo a generar activos digitales (texto, imagen, vídeo, etc.) o a programar una máquina (Excel, Python, HTML, etc.). Este es el gran cambio de paradigma: el diálogo de los androritmos con los algoritmos.

Futuro exponencial

Es obvio que es complejo aventurar cuál debería ser nuestra reacción como sociedad. Pero sí sabemos algo: luchar contra la tecnología, sobre todo si su avance es exponencial, es estéril: el agricultor que consiguió a golpes de azada romper el primer tractor a vapor ganó esa batalla, pero perdió la guerra. No queda más alternativa que arremangarse y liderar la manifestación con el objetivo de que esta nueva era sirva para potenciar al ser humano y no al revés.

El futuro de la comunicación humano-máquina va a evolucionar de forma exponencial en los próximos años y debemos estar preparados para ello: nuestros asistentes virtuales comprenderán nuestras emociones, los sistemas de conducción autónoma se comunicarán mucho mejor entre ellos y los dispositivos portátiles mejorarán nuestra salud y nuestro bienestar.

Claro que hay riesgos. Como nos enseña el Profesor Andrés Pedreño, también los hubo cuando los primeros humanos se acercaron al fuego en lugar de espantarse. Pero estamos convencidos de que estos riesgos no deben afrontarse desde el inmovilismo -virgencita déjame como estoy- ni con la mera adaptación sino con mentalidad disruptiva e incluso reinventiva, con el coraje de reconocer que jamás el ser humano superó la llegada de una nueva era con las herramientas de la era anterior.

(*) Manuel DESANTES REAL es Catedrático en la Universidad de Alicante y Consejero Académico de Fide. Alex RAYÓN JEREZ es CEO de Brain & Code.

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