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En la misma portería que el día del ascenso, con el mismo autor e incluso con el mismo punto de fe, la UD Las Palmas escribió la página más bonita y mediática desde su regreso a Primera División. Con un gol de Sergio Araujo que remitió al inolvidable 21 de junio del 2015 el equipo amarillo dio un golpe sobre la mesa del fútbol mundial al empatarle al Real Madrid (2-2). Y, de paso, consolida su etiqueta de equipo de moda.

No fue un partido bonito el del cuadro insular, que últimamente se las apaña para sacar resultados impresionantes sin rematar una actuación redonda, completa. En esos niveles se mueve ya esta UD Las Palmas. Casi nada. Porque le faltó esmoquin, ese que lució en marzo ante el mismo rival y en el mismo escenario, pero ayer presumió de mono de trabajo. Así es el conjunto de Quique Setién. Le basta con un ejercicio de fe, de seriedad y de efectividad para puntuar ante el vigente campeón de Europa. Los de Zinedine Zidane se adelantaron por medio de Marco Asensio, pero entonces salió al rescate Tana. Ya en la reanudación, tras un nuevo empujón blanco y un tanto de Benzema, apareció Araujo para reivindicarse y hacer buena la exhibición de David García, de Vicente Gómez, del propio Tana y, sobre todo, de Javi Varas.

No se le puede pedir más al equipo amarillo, al que le llegaba esta cita en un momento ideal para medir su capacidad tras un notable inicio de temporada. La pregunta que se hacía el mundo antes de ver a la UD Las Palmas era de qué iba ese equipo que está tan arriba en la clasificación, que tantos goles ha metido y que dicen que juega muy bonito. Y la respuesta de la UD fue muy clara: va de gallito, de revelación y ahora también de ´matagigantes´. Este equipo no es ningún espejismo. Su presencia en puestos europeos no es casualidad.

Y el Real Madrid lo sabía. Aunque Zidane no recibiera ninguna pregunta sobre su rival en la rueda de prensa previa -así es este negocio, el mismo con el que justifican en la entidad insular esos precios que impiden que la fiesta sea completa en la grada-, el conjunto blanco respetaba a la UD. Se comprobó de inicio, porque el Real Madrid saltó al campo con todos los sentidos activados. Al equipo amarillo, mientras, no le afectó el resbalón de Anoeta y se mantuvo en pie.

Setién continuó con las rotaciones y sentó a El Zhar para reclutar a Momo, que empezó en el costado derecho. El cántabro, eso sí, quería mantener el ecosistema ideal para Viera, que en su regreso al once siguió como interior zurdo. La novedad fue el rol de Tana, que ejerció de extremo, primero izquierdo y luego derecho.

En el centro de la defensa, mientras, regresaron David García y Aythami Artiles, la pareja del ascenso, la que había jugado junta hasta en Segunda B y que ayer frenó en muchos momentos a una de las mejores delanteras del planeta. Porque el Real Madrid, con Cristiano, Bale y Morata arriba -delante de Asensio, Kroos y Luka Modric- no paró de acosar la salida de balón de los amarillos. Muchos fueron los contragolpes que se encontraron los de Zidane, pero Varas con dos paradas, los despejes de los centrales y un mal control de Cristiano evitaron males mayores para comenzar.

La UD quería ser fiel a su filosofía, pero eso le costaba pérdidas peligrosas, como la que acabó en el tanto blanco a la media hora. Fue de David García, imperial pese a todo, en un pase para Tana. La robó Nacho, que corrió, recortó al capitán amarillo, chutó y el despeje de Varas lo encontró Asensio para cabecear a puerta vacía.

Roque era la gran víctima del Real Madrid. El teldense, marcado atentamente por Asensio y por cualquiera que tuviera cerca, perdió varios balones y a la UD le entraron las dudas. Todo se aclaraba, sin embargo, cuando el cuero le llegaba a Jonathan Viera, que ponía la verticalidad necesaria para asustar a la defensa blanca. Así, en una internada de Dani Castellano, en un centro de Momo y en un genial pase de vaselina para Tana la UD empezaba también a intimidar.

En esas había llegado el tanto de Asensio, pero la UD ya estaba enchufada también en ataque, no solo en defensa. Fue el Madrid el que se desconectó y lo aprovechó la UD para empatar por la vía rápida. En una triangulación larga encontró Viera a Vicente, que abrió para Momo. El de Las Torres buscó a Livaja por los aires, y el despeje de Varane cayó a los pies de Tana. El de San Cristóbal, ese que hace un año estaba en el olvido, puso el balón junto al poste de Casilla con toda la calma del mundo. Con ese resultado se llegó al descanso gracias a que Varas, que ya se había puesto el traje de sus mejores galas, tapó a Bale.

En la segunda parte se repitió el guión, con una UD fiel a su estilo pero a veces demasiado inocente con el balón en los pies y un Real Madrid con colmillo. El panorama se ponía peor para los amarillos cuando Jonathan Viera se tiró al suelo y pidió el cambio.

Le costaba un mundo a los insulares acercarse al área contraria ante un Real Madrid bien plantado. Con las orejas tiesas, el equipo blanco encontró el segundo gol en una acción idéntica a la del primero. La recuperó otra vez Nacho y corrió Morata, que habilitó a Cristiano. El remate del portugués, luego sustituido en otra mala actuación individual, lo despejó Varas y el rechace, como antes, fue a parar a un blanco. Lo embocó Benzema, que acababa de ser llamado a filas.

De nuevo el Real Madrid bajó una marcha, momento que aprovechó la UD Las Palmas para creer que la hazaña era posible. Y llegó tras una jugada que define a la perfección el partido de los amarillos: la fe de Tana para rescatar un balón que se perdía, la precisión de Vicente en un espectacular pase de cabeza -ese punto de lucidez que le basta a este equipo- y la fortuna y el alma de Sergio Araujo. Y el de la UD Las Palmas.