Pako Ayestarán cumple hoy 20 días al frente de la UD Las Palmas. En ese tiempo, el equipo ha jugado dos partidos, uno en el Camp Nou frente al Barcelona y otro en el Gran Canaria contra el Celta de Vigo. En ambos casos, derrota abultada (3-0 y 2-5), y en total, ocho goles en contra y dos a favor, estos últimos casi en el tiempo añadido del choque del pasado lunes. Los dos encuentros han servido para descubrir que el nuevo entrenador de la UD viene con unas ideas que, sin embargo, todavía no han dado resultados.

Y también para confirmar que el juego pretende ser de toque y combinación, porque así lo demuestra el hecho de que el equipo tuvo más posesión de balón que sus dos últimos rivales, con un 52 y un 59 por ciento, respectivamente. Pero eso no le ha servido para obtener resultados positivos, sino todo lo contrario. Ha sufrido dos goleadas producto de un aspecto que todavía no ha conseguido mejorar: la debilidad defensiva.

Cierto es que los amarillos se enfrentaron al Barça con sólo dos entrenamientos bajo el mando del nuevo técnico, pero el lunes frente al Celta, después de 15 días para preparar la cita, debía haber evidenciado algún progreso. Y lo cierto es que su puesta en escena fue más que correcta, con un dominio claro sobre el adversario aunque sin crear ocasiones muy claras, pero concedió tales facilidades para encajar goles que todo el buen trabajo se fue al traste y, lo que es peor, no fue capaz de reaccionar.

Lo que queda claro por las explicaciones de Ayestarán es que, salvo muy pocas excepciones, van a a jugar los que mejor entrenen y que los que vengan de lesión irán entrando poco a poco. De otra forma, no se entendería cómo futbolistas como Rémy, Vitolo, o Dani Castellano estuvieron de inicio en el banquillo frente al Celta, ni que Ximo Navarro, hasta ahora el mejor defensa, se quedara en la grada.

Pero el vasco también vino a decir, con otras palabras, que estaba decepcionado con el rendimiento de algunos futbolistas, por lo que quizá haya cambiado de opinión y a partir de ahora opte siempre por los teóricos 'mejores'.

Entre un partido y otro cambió la pareja de centrales. En Barcelona jugaron Lemos y Ximo, hasta ahora los más repetidos, mientras que el lunes lo hicieron David García y Bigas. En esas dos semanas Ayestarán incidió mucho en la retaguardia, sobre todo a la hora de sacar el balón jugado desde atrás, pero el trabajo no dio resultado.

Lo que sí repitió fue el centro del campo, con Aquilani, Hernán y Jonathan Viera, al que no se discute. Pero el italiano, que fue el mejor en la primera parte del Camp Nou, y el de Zárate, al que todavía le falta muchísimo, no generan juego al ritmo adecuado y tampoco destruyen. Quizá por eso el técnico está empeñado en que Viera baje a crear fútbol, lo cual le aleja demasiado de la zona en la que es letal.

El 4-3-3 es, de momento, el sistema elegido por Ayestarán para llegar al éxito, porque el experimento del 3-2-4-1 con el que pretendía remontar un 0-3 parece que, a tenor de los visto, sólo será circunstancial. A partir de mañana cuenta con cuatro entrenamientos más para perfeccionar su propuesta y con ninguna excusa para no poner a los mejores en el Estadio de la Cerámica, más allá del rival.

Al propio técnico, autoproclamado máximo culpable del desastre frente al Celta, le toca aprender de sus errores y revertir una situación que, de no cambiar con urgencia, empezaría a ser crítica.