No hay nada mejor para un equipo que centra todo su proyecto en jugadores de la cantera que su entrenador, quien habrá de dirigirlos en definitiva, crea en ellos. Es el caso que protagonizan la UD Las Palmas y Pepe Mel, el elegido por la entidad amarilla para encabezar, supuestamente, un plan a la largo plazo tras el fracaso del anterior, enfocado sólo a subir nada más bajar. Tal fue el empeño que el club confeccionó un plantel a base de billetera y contratos largos; y ahora, sólo un año después, debe realizar un reajuste salarial drástico para poder competir. Ante esa tesitura, la solución es la de siempre: tirar de la base, y al técnico madrileño no le queda otra que aceptarlo. Sin embargo, esa precariedad supone, al mismo tiempo, un gran reto para él.

Mel mostró su conformidad ante la nueva situación, aunque no por esa asunción de la nueva realidad la pretemporada, larguísima y tediosa como todas, le ha resultado fácil. Sobre todo por la demora en las operaciones de salida, lo que, en última consecuencia, le va a impedir contar con Suárez, Kirian y Drolé, el único fichaje, para el inicio liguero, porque ninguno puede ser inscrito. Por eso estalló el sábado pasado tras el último partido de preparación, en Lanzarote, y sentenció que con sólo 17 futbolistas profesionales el equipo no podía competir. Al mismo tiempo, fue una manera de advertir al gran público de la UD que poco puede exigir.

Lo anticipó tras la derrota frente al Granada en Marbella (2-0): "Estamos pidiendo a los chavales que sean el Bayern y los últimos dos años han luchado por no descender a Tercera". A Pepe Mel, en cualquier caso, no le va la presión. Cuando llegó a Las Palmas en marzo dejó bien claro que había aceptado el reto de ocupar el banquillo isleño para intentar obrar el "milagro" del ascenso, algo que, transcurridos unos cuantos partidos, se tornó en imposible. Ahora, con la obligación del reajuste, compró el discurso de los dirigentes y advirtió que el objetivo no es el ascenso, sino la permanencia, y que el proyecto, ahora, es a "tres o cuatro años".

Tal afirmación llevaría implícita la seguridad de que sería él el que llevaría el mando desde la banda durante todo ese tiempo, sin embargo, sabe que será el primero en salir si las cosas van mal. Mientras, el madrileño, a sus 56 años, tratará de dar forma a un grupo en el que la cantera tendrá un papel primordial. Sea su utilización por obligación o por convencimiento, su primera temporada al frente de la UD desde el inicio se presenta como uno de los mayores desafíos de toda su carrera.

En el caso de Mel, si cabe, la balanza se inclina algo más hacia el lado de la convicción, porque así lo demostró la campaña pasada, cuando tiró del filial en un momento crítico del curso. Fue en el partido frente al Lugo, equipo que marcaba la zona del descenso y visitaba el Gran Canaria con seis puntos menos que los amarillos.

Seis debutantes

Entonces, introdujo entre los titulares a Josep Martínez en la portería y a Cristian Cedrés en el extremo derecho: toda una responsabilidad en tiempos delicados. No sólo le salió bien, sino que ambos, con la plantilla actual, forman parte de los 11 preferidos del madrileño para la nueva temporada 2019-20.

Antes había hecho debutar a Toni Robaina, con el que había coincidido en el Real Betis, y luego también dio la oportunidad a Jesús Fortes, Fabio González, Kirian Rodríguez y Carlos González. En total, hasta seis jugadores se estrenaron en la Segunda División bajo su mando y otros como Josemi Castañeda, Álex Suárez -que formará parte del plantel de este curso- o Edu Espiau -cedido al Villarreal B- estuvieron en la dinámica de entrenamientos del primer equipo.

Pepe Mel presume de ello. En casi todas sus comparecencias públicas recuerda que la nueva hornada de futbolistas de la cantera forma parte del "patrimonio" de la entidad y en varias ocasiones ha reiterado un mensaje: "Los chavales tienen la suerte de tener un entrenador que les pone". Su apuesta es, por tanto, un motivo de orgullo, su sello de identidad en la UD del cambio.

Como mayor exponente de la nueva máxima emerge la figura de Pedri González, su obra particular. El madrileño lo ha destacado sobre el resto durante toda la pretemporada, incluso cuando no se le cuestionaba al respecto; ya se encargaba él de alabarle y de recordar que su propia figura es el descubridor -con la ayuda de Ángel López, uno de sus entrenadores el curso pasado-.

El tinerfeño, el más destacado del periodo de preparación y el gran motivo de ilusión de la UD, es uno como Beñat Etxeberría, el portero Adrián San Miguel o el extremo Álvaro Vadillo, jugadores hoy consagrados que debutaron en su día con Mel -en el Betis-, con el que también crecieron Dani Ceballos o Fabián Ruiz. Ahora su misión es hacer lo mismo en la Isla. Más allá de los sistemas o el estilo, tiene ante sí el reto de recolocar a Las Palmas en el mapa.