El deterioro de las instalaciones del hotel Oasis no deja otra salida que el derribo y la construcción de un nuevo establecimiento turístico. En el caso de que se impida la demolición, perderá de forma inmediata la categoría de cinco estrellas y el edificio no duraría en pie más de doce años. Por tanto, la cadena hotelera Riu solo concibe la renovación total del hotel, cuyo proyecto fue presentado ayer a los medios de comunicación para zanjar la polémica con el grupo Lopesan, que ha propuesto que el Oasis sea declarado como Bien de Interés Cultural (BIC).

"Hacer una inversión millonaria en rehabilitar el Oasis sería tirar el dinero a la basura", aseguró el arquitecto Francisco Hernanz, firmante del proyecto que la cadena mallorquina ha entregado al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana. Hernanz compareció junto Águeda Borges, abogada de la empresa Riu en Canarias, y Víctor Martín, otro de los diseñadores del nuevo hotel, para explicar los detalles del proyecto y responder a las críticas de Lopesan, aunque afirmaron que su empresa seguirá eludiendo el enfrentamiento.

"Nosotros queremos hablar en términos de colaboración, estamos todos en el mismo destino y esto no favorece a nadie; con estas polémicas perdemos todos y se hace un flaco favor al sector turístico y a Gran Canaria, porque aquí hay negocio para todos los que lo hagan bien", señaló Águeda Borges. Antes de explicar las características técnicas del proyecto, los directivos de Riu realizaron un recorrido por las instalaciones del Oasis para mostrar el "declive" de todo el complejo, desde los cimientos hasta las habitaciones.

Categoría

"Ha llegado a un punto en el que no puede mantener su operación como hotel de cinco estrellas y así nos lo han hecho saber nuestros clientes y turoperadores", señaló Francisco Hernanz, quien resaltó que "como edificio tiene una fecha de caducidad que cada vez está más próxima". El arquitecto comentó que la primera idea de Riu en todos sus establecimientos "siempre es la de rehabilitar y no la de demoler", pues el coste es más elevado y la mayor duración de los trabajos deja más meses sin actividad al hotel.

"Lo realmente decisivo en el momento de tomar esta decisión es la estructura, porque todo lo demás tiene arreglo", subrayó. Sin embargo, en el Oasis confluyen problemas insalvables, como techos demasiado bajos, habitaciones con superficies que no cumplen las normas de calidad y una distribución general que no es funcional. Además, la cimentación está dañada porque la estructura metálica empleada en 1968 no ha resistido bien el paso de los años ni la corrosión marina. Eso ha provocado filtraciones de la red de aguas fecales, que en épocas de lluvia llegan incluso a inundar los bajos del hotel.

Ante ese deterioro, Riu no contempla otra opción para el Oasis que obtener las licencias municipales para demoler e iniciar la reconstrucción a partir del próximo mes de abril, con un plazo de 18 meses para acabar las obras.

En referencia a la polémica que se ha suscitado en los ámbitos turístico y cultural, Francisco Hernanz explicó las razones por las que Riu no ha hablado hasta ayer, incluso a pesar de ser acusada de esconder el proyecto y hurtar el debate a la sociedad canaria. "Riu no lo ha considerado conveniente, pero no tiene nada que ocultar, si se lo enseña a su socio Tui es porque, como accionista, es copropietaria del hotel, apuntó el arquitecto.

En su opinión, la empresa ya ha mostrado sus planes a la sociedad canaria, pero a través de las personas designadas por ella para que se encarguen de estos temas, como son los técnicos competentes del Ayuntamiento, el Cabildo y el Gobierno de Canarias , y dentro de los cauces legítimamente establecidos. Según el autor del proyecto, "el desarrollo urbanístico no puede ser ni la ley de la selva, en la que cada cual hace lo que quiere, ni tampoco una asamblea en la que participa todo el mundo, entienda del tema o no, tenga buena intención o no, y haya que contentarles a todos, porque entonces no se llega a ninguna parte".

Con ironía, Hernanz hizo un repaso a las propuestas que se han hecho en los últimos meses, un total de nueve: "que se tire y que se deje sólo un palmeral; que se tiren él y todo el resto de hoteles y que toda Meloneras sea un parque natural; que se tire y que hagan lo que quieran, seguro que será mejor que lo que hay ahora; que no se toque y se deje como está; que se demuela la mitad para restituirlo a su condición original; que se conserve, pero que se permita ampliar; que por qué no me encargan el proyecto a mí; que debería hacerse un edificio alto y fino, para que ocupe poco terreno, y por último, ¡que oiga, me gusta esa parcela suya, se la cambio por otra".

Encontrar una solución que guste a todos "es imposible", señaló el arquitecto. "¿Y una solución de compromiso, al menos? Pues tampoco, porque al final éste es un camino que conduce a una vía muerta, y aquí en Gran Canaria tenemos dos ejemplos de libro: el Estadio Insular y la Gran Marina", añadió.

El futuro hotel

El cambio de orientación del hotel se debe entre otras razones, a que el acceso principal del edificio se ha quedado pequeño y no cumple la normativa turística, pues las guaguas no pueden maniobrar en la plaza de las Palmeras ni entrar al hotel. El futuro edificio estará abierto al exterior en lugar de encerrado en sí mismo, pues da la espalda al palmeral. Ahora, las habitaciones miran al mar, a la plaza de la entrada o unas a las otras, lo que supone una pérdida de intimidad.

"Éste es un modelo -explicó- que puede resultar apropiado para un hotel urbano o para climas más fríos, pero no aquí, porque en Canarias el visitante viene buscando disfrutar del clima, de la luz y de la naturaleza". Por tanto, se ha adoptado un esquema lineal de manera que las zonas comunes tengan amplios ventanales a ambos lados, mucho más altos, con vistas al palmeral y a los jardines.

Un gran hueco en la fachada sur comunicará el jardín y las piscinas situadas en esta zona con el jardín interior del hotel, creando una continuidad entre todas las zonas ajardinadas que no existe ahora. En el sótano se soluciona una grave carencia del edificio actual, los aparcamientos, que pasarán de 20 de 172 plazas.

En la disposición de las habitaciones se han buscado las mejores vistas posibles y todas tienen vistas al mar o al palmeral, mientras que para las suites se han reservado las plantas más altas. Las suites actuales, que llevan los nombres que los tres astronautas que primero llegaron a la luna, están en los jardines, sin apenas vistas y rodeadas de habitaciones individuales que incumplen las normas de superficie.

El diseñador del nuevo Oasis salió al paso de las críticas de Lopesan respecto al aumento del volumen construido, la altura y el número de habitaciones, y aseguró que Riu "no se ha beneficiado de ninguna concesión extraordinaria a este respecto, pues se le aplica el mismo rasero que a todo el mundo, el PGOU de 1996 y los Decretos de Estándares Turísticos; incluso estaba bastante por debajo de los límites permitidos".