¿Cuál es la realidad detrás de 'echar un polvo'?

Hay diferentes versiones para explicar el origen de esta expresión

Seguro que has utilizado en más de una ocasión aquello de 'echar un polvo', pero realmente, ¿sabes de dónde proviene esta expresión?. Son muchas las frases hechas en castellano que no pueden ser tomadas como literales, sino que son metáforas o alocuciones a diferentes situaciones y actividades, como por ejemplo 'montar un pollo' o 'liarla parda'.  

Dependiendo de la versión, el origen de esta expresión puede ser diferente. Por un lado, hay una vertiente que defiende que tiene más de un siglo, ya que su origen se remonta al inicio del siglo XIX, cuando la alta alcurnia de la época tenía entre sus actividades frecuentes en el consumo de rapé, un derivado del tabaco que no se fumaba, sino que se tenía que esnifar. 

La versión del rapé

La inhalación de este producto, hacía que los consumidores estornudaran en repetidas ocasiones, lo que provocaba que el ritual del rapé se llevara a cabo en dependencias especiales dentro de fiestas y celebraciones. El motivo era que tras "echarse unos polvos a la nariz", era necesario hacer una limpieza en profundidad de los restos en las fosas nasales, por lo que los caballeros de la época no consideraban cortés consumirlo delante de mujeres. 

Con el paso de los años, la excusa de retirarse a espacios íntimos evolucionó para poder desarrollar apasionados encuentros sexuales con el o la amante del momento. De esta forma, cuando el resto de participantes en la reunión social o fiesta preguntaba por los ausentes, la respuesta no era otra sino que habían 'ido a echar un polvo'.

Origen bíblico

Hay otra teoría que no es tan conocido para encontrar la etimología de esta expresión que hace referencia directa a la expresión que se utiliza durante la liturgia: "Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” (Recuerda hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás). El uso de esta fórmula se popularizó, pasando a utlizarse como "Polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos”, lo que finalmente degeneró en "del polvo venimos”, haciendo clara referencia al acto sexual. Hay algunos estudiosos que aseguran que el término 'echar un polvo' se recoger por primera vez en castellano como sinónimo de "fornicar", a inicios del siglo XX. 

No obstante, esta argumentación se desmonta, atendiendo a que ya en 1874 se utilizó la palabra polvo para hacer referencia al coito, durante la escenificación de la obra denominada "Don Juan Notorio: burdel en cinco actos y 2.000 escándalos", escrita por Ambrosio el de la Carabina.