Siempre por el centro

La gestión de Olarte tiene luces como la ULPGC y sombras como el ‘caso Tindaya’, que le impidió volver a aspirar a la Presidencia en 1999

Siempre por              el centro  | ÓSCAR JIMÉNEZ

Siempre por el centro | ÓSCAR JIMÉNEZ / Jesús Montesdeoca

La larga y agitada carrera política de Lorenzo Olarte, paralela a los acontecimientos ocurridos en Canarias y en España durante los últimos 50 años, ha dejado casi en el olvido logros como la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) en 1988, la apuesta por la plena integración del Archipiélago en la Unión Europea frente al llamado Protocolo-2, el impulso a la reforma del Régimen Económico y Fiscal (REF) como portavoz de los nacionalistas en el Congreso de los Diputados, el relanzamiento de las mancomunidades de cabildos o la promoción turística de las islas, especialmente en sus etapas de presidente de la compañía aérea Aviaco y de consejero de esa área en el Ejecutivo autónomo.

En esa trayectoria pública de medio siglo tampoco faltaron críticas y hasta denuncias judiciales por supuestas irregularidades en las entidades que gestionó, como en los casos Puerto Marena o en el fallido proyecto de Eduardo Chillida en la Montaña Tindaya, ambos en Fuerteventura, así como por la truculenta vida interna de los proyectos políticos que fue encabezando a medida que la situación de España evolucionaba desde la dictadura franquista a la Transición y después a la democracia.

Con sus luces y sombras, siempre aseguró actuar bajo la marca ideológica del centrismo liberal y reformista, aunque acabara coqueteando hasta con el nacionalismo independentista.

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Siempre por el centro | LP/DLP / Jesús Montesdeoca

A la postre, las polémicas sobre sus actuaciones como gobernante y los conflictos con sus compañeros de partido impidieron que en 1999 fuera el candidato de Coalición Canaria (CC) a la Presidencia del Gobierno autónomo para sustituir en el cargo a Manuel Hermoso. Creía que ese relevo estaba bien amarrado por la alternancia entre Tenerife y Gran Canaria y no vio venir lo que siempre consideró como «una traición» de sus compañeros centristas Julio Bonis y Luis Hernández.

Nunca se recuperó del varapalo de sus otros aliados nacionalistas, los dirigentes de las AIC y de ICAN, que lo apartaron de la carrera en el último momento y eligieron al entonces poco conocido Román Rodríguez para presidir el Ejecutivo regional.

Siempre por              el centro  | HERNÁNDEZ GIL

Siempre por el centro / La Provincia

Aunque aguantó como diputado autonómico hasta 2023, ahí empezó su declive como referente del poder político en Canarias. Al contrario que el también recién fallecido Jerónimo Saavedra, que tuvo una segunda vida política con el PSOE y logró la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria con 71 años, e incluso después fue elegido Diputado del Común con 75, Olarte no consiguió más oportunidades en la coalición nacionalista y sus proyectos posteriores fracasaron en las urnas.

De hecho, acabó encabezando la reclamación de un sueldo para los expresidentes del Gobierno autónomo porque aseguraba que la jubilación como mileurista no le alcanzaba ni para llegar a fin de mes.

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Siempre por el centro / Jesús Montesdeoca

Tras su etapa como abogado y profesor de Derecho Penal en la Universidad Complutense de Madrid, la gestión política de Olarte arrancó en el año 1974 como presidente del Cabildo de Gran Canaria, cargo que ejerció hasta 1977 y simultaneó con el de procurador en las Cortes.

Gestión en el Cabildo

Tomo posesión el 31 de mayo, en sustitución de Alejandro Castro Jiménez, que solo duró dos meses en el puesto por los disputas internas en los estertores de la dictadura. Los dirigentes más ortodoxos del franquismo intentaron frenar su ascenso por ser hijo de un juez represaliado y por haber defendido como letrado a opositores del régimen, entre ellos el joven periodista Salvador Sagaseta.

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Siempre por el centro / Jesús Montesdeoca

Olarte recordaba jocoso que se inventó una fórmula para no jurar los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, que cambió por un textual «expreso el ineludible acatamiento corporativo». El 5 de diciembre de 1975, quince días después de la muerte de Franco, se convocaron elecciones para designar a nuevos presidentes de cabildos y alcaldes. Como único candidato, se le confirmó en el cargo el 8 de febrero de 1976.

Su mandato en el Cabildo no fue fácil, pues el inicio coincidió con la etapa más dura del crisis económica internacional del petróleo, que afectó a todos los sectores productivos de la isla, desde la agricultura al turismo, por la dependencia del exterior. Ante ello, el Cabildo se endeudó para asumir gastos que correspondían al Estado. Entre las primeras inversiones figuran la urbanización de la zona hospitalaria de San Cristóbal y los nuevos institutos de enseñanza superior.

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Siempre por el centro / Jesús Montesdeoca

Como uno de los primeros pasos para la creación de una universidad completa en Gran Canaria, lo que logró 12 años después, el gobierno insular de Olarte decidió trasladar el Campus Universitario a Tafira Baja, pues el primer emplazamiento que se había elegido era el actual polígono de Jinámar. También se compraron las fincas para la Granja Agrícola Experimental de Arucas.

Uno de los logros que más se resaltan de su paso por el Cabildo fue la revitalización de la Mancomunidad Provincial, clave en el desarrollo económico y turístico de Lanzarote y Fuerteventura. Desde ese organismo se creó el Patronato de Turismo, que primero abarcó a los tres territorios de la provincia y después se transformó en tres patronatos de ámbito insular, aun vigentes. También se impulsaron los refugios pesqueros de Playa Blanca, Corralejo, Arguineguín, Mogán y Agaete, luego fundamentales para el transporte marítimo entre islas.

«Tengo un amor sin límites por Gran Canaria y sus hermanas Lanzarote y Fuerteventura»

Lorenzo Olarte

— Expresidente de Canarias

Olarte dejó el Cabildo en el verano de 1977 al ser nombrado consejero de Adolfo Suárez, el presidente del Gobierno español que dirigía en esas fechas la Transición hacia la democracia. Tras la victoria de la UCD en las primeras elecciones libres en 40 años, fue el promotor de la visita de seis días de Adolfo Suárez al Archipiélago, con un Consejo de Ministros monográfico sobre Canarias y actos multitudinarios en todas las ciudades y pueblos por los pasó. En Gran Canaria incluso acudieron a Teror para ver la imagen de la virgen del Pino y darse un baño de masas.

Ya en esas fechas Olarte había abrazado las ambivalentes ideas del centro político, aunque no pudo tomar las riendas de la UCD canaria hasta el año 1979, cuando ese partido ya iniciaba su declive a nivel nacional por las batallas internas entre los líderes de las distintas tendencias ideológicas, caso de los liberales, reformistas, democristianos o socialdemócratas.

Volvió a la gestión, aunque no eminentemente política, como presidente de la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, donde estuvo apenas un año, pues Suárez lo eligió en 1980 para dirigir la compañía aérea pública Aviaco, desde la que ayudó a incrementar las conexiones con la Península. Permaneció en la aerolínea hasta 1982, cuando el PSOE de Felipe González ganó las elecciones del cambio y la UCD pasó a la historia.

Fue de los pocos dirigentes que siguió con Adolfo Suárez en su nuevo proyecto, el Centro Democrático y Social (CDS), y recompuso el centrismo en Canarias con un grupo de fieles, mientras los restantes miembros isleños de la UCD se integraron en el PP de Manuel Fraga, en el Partido Liberal de José Antonio Segurado, o creaban partidos insularistas bajo la marca de Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC).

Desde esa plataforma centrista entró en el Parlamento de Canarias en la primera legislatura autonómica (1983-1987), con gobierno de Saavedra, y volvió a la gestión pública en la segunda. En 1987 fue nombrado vicepresidente del Gobierno de Canarias en el gabinete de su compañero de filas Fernando Fernández. Al poco de ocupar ese cargo recibió un duro golpe personal, el homicidio de Fabián García Dobón, su jefe del gabinete, hallado muerto en su vivienda del Monte Lentiscal.

Experiencia

El pacto entre el CDS, las AIC y el PP funcionó a duras penas poco más de un año y la solución a los enfrentamientos fue que Olarte sustituyera a Fernández como presidente del Gobierno regional, tras perder el segundo una moción de confianza algo envenenada.

Con el mismo pacto, pero utilizando su experiencia y mano izquierda, Olarte dirigió el Gobierno entre 1988 y 1991 y consiguió, como primer gran logro, firmar el decreto de la creación de la ULPGC. Lo hizo tras ganar el pulso a los consejeros de ATI que se oponían.

En esos casi tres años de presidente autonómico mantuvo varios enfrentamientos con el Gobierno central de Felipe González. También concluyó las negociaciones para la integración plena de Canarias en la UE, que incluyó una cumbre con Giuseppe Ciavarini y el Grupo Interservicios de Bruselas, en julio de 1989, para cerrar el Poseican.

En 1991 perdió la Presidencia del Gobierno, que recuperó Saavedra mediante un pacto con las AIC. Sin embargo, a mitad de mandato hubo una moción de censura encabezada por el vicepresidente Manuel Hermoso y apoyada por los grupos que luego formaron CC. Ese mismo año 1993 Olarte se convirtió en portavoz de los nacionalistas canarios en Madrid.

«Ya no me queda espacio libre en la espalda de tantas puñaladas que he recibido en la política»

Lorenzo Olarte

— Expresidente de Canarias

En la siguiente legislatura autonómica, de 1995 a 1999, Olarte volvió a asumir la Vicepresidencia, que compaginó con la Consejería de Turismo. Al igual que su antecesor en ese departamento, Miguel Zerolo, realizó espectaculares campañas para promocionar las islas en los mercados turísticos, como contratar un tren que recorrió numerosas ciudades de la Península.

Sin embargo, se criticó que los beneficios de esas campañas publicitarias no compensaban los elevados gastos en ellas y las denuncias sobre su gestión se multiplicaron, incluso en el propio gobierno, cuando se conocieron las facturas del viaje de promoción a las Olimpiadas de Atlanta de 1996.

La imagen de Olarte continuó su desgaste con el caso Tindaya, un entramado de relaciones y pagos entre empresas públicas y privadas que obligó al propio presidente Hermoso a acudir a la Fiscalía para intentar recuperar el dinero gastado, lo que tampoco lograron los siguientes gobiernos.

En vísperas de los comicios autonómicos de 1999 ya se empezó a vislumbrar que la hegemonía del centrismo y el protagonismo de Olarte llegaba a su fin.

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