Desde fuera se escucha la algarabía que hay en el taller del número 2 de la calle Arauz, donde hace ya varios meses que llegaron los carnavales, aunque de una forma distinta. Y es que tras sus puertas más de una treintena de personas fantásticas son capaces de crear magia a base de telas, cristales y lentejuelas para hacer realidad el sueño de Josué Quevedo Reyes: diseñar un traje de Reina con el que engrandecer las fiestas más importantes de su ciudad.

Quevedo lleva en el ADN el Carnaval. Su propia madre, Coralia Reyes, fue una de las fundadoras de la comparsa Los Caribes y él mismo fue de pequeño miembro de Los Baby Chancletas y, posteriormente, de la murga adulta Los Chancletas. En el mundo del diseño de vestuario aterrizó hace 10 años, por casualidad. "Una amiga mía había inscrito a su hijo en el concurso de disfraces infantiles y me pidió ayuda porque ella no sabía por dónde empezar y al final, lo hice yo y el niño ganó el primer premio", recuerda.

Poco después, nacieron Las Despistadas, murga que integran sus primas y que en 2011 también se hizo con el primer puesto en la categoría de vestuario con la fantasía que él les creó. "Y desde ahí, ya no he parado", asegura. Tanto es así que para esta edición, el joven de 32 años, ha confeccionado los trajes para otras cuatro agrupaciones de murgueros: Las Crazy Trotas, Los Serenquenquenes, Los Twittys y Las Vacilonas. Un trabajo que estaba prácticamente acabado cuando recibió una propuesta por sorpresa que no pudo rechazar.

"El mismo día de mi cumpleaños me llamaron de LA PROVINCIA/ DLP para preguntarme si quería diseñarles el traje para la Gala de la Reina del Carnaval. Yo estaba que ni me lo creía", asegura. Cuando se lo contó a su madre esta se echó las manos a la cabeza, según cuenta ella entre risas, sin que eso le hiciera dudar en apoyar a su hijo en su sueño. Tres días le bastaron para presentar el boceto que llevaba años en su mente y que ahora cobra vida en las instalaciones que, desde hace semanas, prácticamente se han convertido en su casa.

Apenas ha dormido unas horas la noche anterior, pero no hay ni un ápice de cansancio en él. Todo lo contrario, delante de la estructura que llevará Ana Suárez, Quevedo explica con entusiasmo algunos de los detalles de su creación, que habrá que esperar al próximo viernes para poder descubrirlos. Lo único que sí se puede desvelar ya es que el diseño, que también representa a La Caja Fría y al que ha bautizado A mi manera, cuenta una historia, su historia. "La de un chico que vive el Carnaval de una manera frenética y que sueña desde pequeño con presentar un traje a la Gala de la Reina y, finalmente, lo consigue después de haber pasado por un camino largo".

Esa ilusión se refleja ahora en cada broche traído de Turquía, en cada trozo de tela elegido, en cada figura pegada a mano, pero también en la elección de una candidata que no deja indiferente. "Quería que el traje lo llevase alguien que sienta el Carnaval y, al igual que yo, Ana lo vive con su familia desde que era muy pequeña", cuenta antes de garantizar que la joven "va a ser la auténtica joya". Porque brillar, va a brillar, y en ello se están empleando a fondo tanto Josué Quevedo como su equipo.

Y es que en el espacio inundado por la purpurina, la conversación fluye al mismo tiempo que se mueven las manos. Familiares, amigos y vecinos se han volcado con el diseñador hasta el punto de que mucha gente del barrio se pasa por el taller para ayudar en lo que pueda. "La Isleta es muy mágica para eso", asevera quien ya tiene "dibujado el traje para el año que viene". Y todo lo hacen sin cobrar un céntimo, solo "por amor al Carnaval y a Josué".

La propia Coralia Reyes encabeza una cuadrilla de mujeres a las que llaman cariñosamente y de broma "las chinitas" por el trabajo laborioso que se encargan de hacer en cantidades industriales. "Aquí siempre se habla de miles de unidades", explica a carcajadas la tía del artista, Juana María Reyes. Por eso, además del humor, no falta entre ellas "el café ni los dulcitos", que se han convertido en los mejores compañeros de trabajo en el que no existen las agujas del reloj. Todo sea por contribuir a "hacer grande el Carnaval", como anhela desde niño Josué.