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Baloncesto H. Gran Canaria-M. Fuenlabrada (cuartos de final, el análisis y uno a uno)

La gota china

El Herbalife tiró del amplio catálogo de recursos que maneja para quitarse de encima a un Montakit Fuenlabrada que salió respondón

Nikola Radicevic, base y último fichaje del Gran Canaria, lanza a canasta ante Chema González, pívot del Fuenlabrada. QUIQUE CURBELO

Por defender tanto tiempo con la mirada -encajó 52 puntos en la primera mitad-, al Herbalife Gran Canaria no le quedó otra que buscar en el fondo del trastero algo con lo que mandar callar a un Montakit Fuenlabrada que salió respondón. Allí, entre cachivaches viejos y piezas que no sirven para nada, encontró un rodillo con el que apagar la rebelión. Ganó el Granca (107-92) por aplastamiento. Fue la única manera de contener a un rival valiente, en algunos momentos admirable por juego, en otros plomizo por actitud, que se presentó al partido sin dos de sus mejores jugadores -Blagota Sekulic y Marko Popovic- pero que sólo entregó la cuchara después de ser torturado durante 40 minutos por todo el potencial ofensivo que ha reunido el club claretiano en su plantilla.

Más enchufado, tal vez con la tranquilidad que da el deber cumplido, el Montakit Fuenlabrada arrancó el duelo como una moto. Ayudó para dar forma a ese escenario la parsimonia con la que se presentó a la cita el Herbalife Gran Canaria. El reloj había consumido ocho minutos de eliminatoria de cuartos de final y el conjunto entrenado por el 'Che' García mandaba en el marcador por 10 puntos de diferencia (12-22, tras un triple de Luka Rupnik). Fue en ese momento cuando un fantasma se coló en el pabellón: el que siempre hace descarrilar al anfitrión camino del título, el mismo que en 2015 se presentó en el Arena para despejar la senda del Joventut y dejar marcado al Granca.

Con ese recuerdo aún sin cicatrizar del todo, el Herbalife Gran Canaria se recompuso a base de talento. No bajó el culo en exceso para defender, pero tiró de repertorio ofensivo para reventar las costuras del rival. Utilizó un sistema similar a la gota china, un método de tortura que desespera al adversario por agotamiento psicológico. Sentó al Montakit Fuenlabrada, le rapó la testa y hasta el final del partido le lanzó un sinfín de gotas -una a una, con precisión y sin cesar- en su cima hasta lograr que el castillo se desmoronara.

Utilizó todos los recursos a su alcance Luis Casimiro para certificar el regreso del Granca a las semifinales de la Copa del Rey. Enderezó el rumbo al ritmo impuesto por Nikola Radicevic (15 puntos), recuperó el control en el marcador gracias al acierto de Pablo Aguilar y Marcus Eriksson más allá de los 6,75, volvió a bailar al ritmo de la vieja guardia -Albert Oliver y Eulis Báez siempre vuelven-, retomó el pulso defensivo por la testosterona de Xavi Rabaseda con un par de robos de balón y encontró un ariete para percutir contra la resistencia del Montakit Fuenlabrada en Ondrej Balvin -imparable sobre la pintura, donde hizo un siete enorme al rival-.

Fue por ahí, poco a poco, por donde el conjunto madrileño empezó a darse cuenta de que iba corto de efectivos para hacer saltar la banca. Y eso que rozó la perfección en algunos momentos, con Eyenga, O'Leary, Olaseni, Rupnik y Pako Cruz desatados en un escenario ideal para jugadores con aspiraciones para sacar mejores contratos el próximo curso. Pero pese a esos momentos de excelencia, el Fuenlabrada acabó arrollado por la cantidad de recursos que maneja el Granca -once de los doce jugadores utilizados vieron aro- y por la capacidad del equipo claretiano para castigar los errores ajenos -los nueve balones perdidos por el cuadro del 'Che' en el tercer cuarto pesaron como una losa-. El Herbalife, anoche, funcionó como un grande. Ganó bien sin llegar al notable. No está nada mal para empezar un fin de semana.

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