Vitoria, idílica y La Coruña besó la (casi) eternidad

David Rodríguez

David Rodríguez

La de 2023 será la decimocuarta edición copera que dispute el Granca en su historia. De la primera que jugó en el año 2000 con Manolo Hussein en el Buesa Arena, a la última, en Badalona y tras cinco años de ausencia ha ido cambiando de rostro en varias ocasiones. Al principio era casi un regalo ir a una Copa, se creció hasta ganarse la consideración de tapado, convició con la etiqueta de eterno aspirante y finalmente en 2013 descorchó el champán en Vitoria, una ciudad con la que ha mantenido un idilio en todas sus gestas relevantes. Ahí fue donde superó por primera vez una ronda copera, frente al Uxue Bilbao y en esa misma pista fue donde consiguió la Supercopa, su único título cuatro años más tarde. Antes de superar esa primera ronda, tuvo que jugar siete ediciones el Granca para volver a la Isla siempre en cuartos, a pesar de que en el 2005 los árbitros le impidieran dar la campanada ante el Tau Cerámica y en 2007 creyeran ante el Real Madrid que pudiera ser ese día. Xavi Rey, Beirán, Tomás Bellas y la tropa liderada por Ryan Toolson dio la primera gran felicidad del Granca en Vitoria y allanó el camino para que tres años después, en Coruña la Marea Amarilla creyera que era posible ganar el título. Dos remontadas históricas, la primera contra el Valencia, después de un parcial 0-21 para levantar doce puntos de desventaja; y en semifinal, al darle la vuelta a 19 puntos en contra frente al Bilbao, otra vez como en Vitoria, para alnzar una final en la que Albert Oliver lo intentó de todas las maneras contra un Real Madrid (81-85) infinito y en el que casi se besa la eternidad.

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