La bandera ondea por última vez en Plataforma 3. La despedida es inminente, pero estos lobos de mar no dejarán que las tormentas los arrastren, en cambio, aprovecharán el viento, abrirán las velas, dejarán suelto el timón y nuevos horizontes se abrirán ante ellos. Néstor Torres, Álvaro Cruz y Ornella Braucci son el espíritu de la asociación cultural que nació en 2019 y que, el próximo 30 de junio, cierra la azotea debido a la demolición del edificio que ha abrigado durante estos tres años una escena cultural viva y despierta.  

El número 3 de la calle Isla de Cuba encontró unos inquilinos que andaban buscando un lugar que funcionara como coworking, pero, después de comprobar que no se daban las condiciones idóneas, decidieron alquilarlo y dejar florecer las ideas que aleteaban llenas de inspiración. De repente, la coincidencia aventó el nombre: habían tres plataformas en la superficie, eran tres los creadores y el tres, de por sí, era un número sagrado.

"Plataforma porque era eso mismo para los artistas que no eran conocidos, que tocan a la puerta desde hace rato y nadie les hace caso, que no necesitan un dossier sino una idea clara y un lugar donde exponerla", subrayan sus impulsores. "Me enamoré de la azotea", resalta Braucci. El trío explica a su público por redes sociales que esto es solo un "hasta luego" y, si la buena voluntad y energía en la que confían, existe, en 2023 como muy tarde estarán dando de qué hablar con un proyecto que busca, en esta ocasión, el respaldo institucional y la garantía de disponer de una oferta cultural mantenida en el tiempo en un espacio más grande que albergue todas las inquietudes.

Plataforma 3, "un oasis cultural"

Hasta ahora, han preferido vivir al margen de la burocratización de las instituciones: "Nos convertimos en un oasis cultural en medio de la sociedad. Siempre nos hemos mantenido en la escena más underground, además, aquí, faltaba algo más allá de la terraza, la copa, el músico al que nadie escucha. Lo que buscamos del arte es también la visibilización de temas sociales, el poder transformativo de la comunidad, pero si solo utilizamos la parte comercial es más difícil conseguirlo", reflexionan. Otra de las dificultades que han tenido devienen de las quejas vecinales, aunque sus actividades concluyan, como máximo, a las nueve de la noche.

"Las leyes toleran demasiado esas actitudes, así que debería haber una actitud que vaya en el ‘basta ya, señores, vamos a llegar a acuerdos’, porque por una queja no habrían de anularse las propuestas que invierten en estos espacios y en la cultura canaria", reivindican. No han sido los únicos, por ejemplo, Talleres Palermo, NYC Taxi o Fábrica La Isleta antes de su traslado a Las Torres han sufrido las denuncias de la ciudadanía que no tolera la actividad cultural privada. Saben que quien busca, encuentra, pero también piensa en las personas que necesitan ser atraídas a la cultura: "Lo importante es mantener la constancia porque, si no, el público se va a costumbrar a lo de siempre: los bares, la tele, las redes sociales, los centros comerciales, la playita sin programación…", por tanto, hay que innovar.

Por y para los artistas

Cine, talleres, mercadillos artísticos, sesiones abiertas, charlas, conciertos, actuaciones en vivo, monólogos, teatro, todo y más ha tenido su hueco. Zumurrud, Margarita Barrios, el Colectivo La Observadora, Mireia Tramunt, Hey Chabón, Aniba, Chago Miranda, Polli Panda, LPA Street Dance, Naby Zana, Nelson Saavedra Ensamble, un festival de artistas mujeres, y decenas de programaciones que han reunido a personas de cualquier estilo.  "Este es un espacio artístico y multicultural, siempre ha habido un respeto máximo a todo el mundo, de cualquier origen y cualquier ideología política", subrayan, ya fueran extranjeros, oriundos o estudiantes de Erasmus que se sorprendían de que en la ciudad hubiera el movimiento que en otras capitales europeas y se fomentara "un proceso creativo grupal". Por supuesto, con el cobro a precios populares correspondientes para que los propios artistas reciban ingresos y mejoren sus aptitudes.  

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Ellos mismos son la reunión de una mirada común en distintas disciplinas: Torres explosionó pintura con su acervo colombiano, Braucci ha fotografiado Europa y Cruz decidió dejar su profesión de maestro para descubrir qué era lo que realmente quería hacer en gestión cultural. El 30 de junio acaba esta experiencia después de haber sido vendido el edificio a una constructora que volverá a edificar para, quién sabe, qué finalidad. "Esto se acaba y es el momento de sentar las bases y buscar un espacio más grande", asienten.

"Plataforma 3 me ha dado luz". La certeza de los tres impulsores del proyecto radica en haber encontrado un círculo en el que han conectado, han encontrado personas llenas de pasión y hasta una familia. Los llena el agradecimiento a cada artista que ha actuado sobre los cimientos al aire. "Hemos recibido llamadas, gente por la calle diciéndonos, y nos emociona la voz quienes en estos tres años nos han seguido". No están tristes, solo expectantes porque reman acompañados por la solidaridad y el cariño de quienes los han acompañado durante el viaje que sigue su curso.